El presidente de Volkswagen, en la picota por escándalo de los diésel

  • La búsqueda de responsables del escándalo de los motores diésel de Volkswagen se aceleró el miércoles dejando en primera línea al presidente del gigante alemán, Martin Winterkorn, en una posición precaria según medios y analistas.

Winterkorn se reunió por la mañana con el "presidium" de cinco miembros del Consejo de Vigilancia de VW en la sede del grupo en Wolfsburgo (norte), para sacar las conclusiones de la crisis.

El líder mundial de la venta de automóviles reconoció el martes que había instalado en once millones de vehículos diésel de varias de sus marcas un software especialmente diseñado para falsear los datos de los controles de polución.

Las primeras denuncias se hicieron el viernes pasado en Estados Unidos, y desde entonces esta empresa, que emplea a casi 600.000 operarios en todo el mundo, enfrenta un aluvión de demandas judiciales y de investigaciones.

En la Bolsa de Fráncfort, sus acciones registraron una caída espectacular de 35% entre el lunes y el martes. El miércoles por la mañana experimentaban un repunte, que llegó a superar el 4%, debido a órdenes de compra realizadas por inversores atraídos por la ganga, según analistas.

Numerosos reporteros estaban apostados frente a la sede de la firma, en espera de la finalización de la reunión, comprobó un fotógrafo de la AFP.

El "presidium" es la instancia de mayor influencia en el seno de la compañía, y sus eventuales decisiones deberían ser aprobadas sin mayores males en la reunión del pleno del Consejo de Vigilancia del viernes.

La reunión debía en principio prolongar hasta 2018 el mandato de Winterkorn al frente de la empresa que dirige desde 2007, pero la cuestión de su salida se debate ahora de forma abierta en Alemania.

Winterkorn, de 68 años, presentó el martes sus "más sinceras disculpas" por "las iregularidades", que, según afirmó, "contradicen todos los valores" de una empresa que encarnaba las virtudes de precisión de la industria alemana.

El ejecutivo admitió que aún ignoraba las causas de lo acontecido, prometiendo una investigación rápida para elucidarlas.

Pero para muchos accionistas, su posición se ha vuelto insostenible.

La canciller Angela Merkel exigió "transparencia total" en las investigaciones y su llamamiento encontró ecos en todos los sectores.

El presidente de la Federación Alemana de Cámaras de Comercio (DIHK), Martin Wansleben, afirmó que el escándalo había asestado un "golpe en el estómago" a la industria germana. Según economistas y analistas, el caso podría incluso repercutir negativamente en el PIB de la primera economía europea.

La exportación de automóviles representa el 20% de la facturación externa de Alemania y el sector da trabajo, de manera directa o indirecta, a un alemán de cada seis.

Volkswagen, con un volumen de negocios de 200.000 millones de euros en 2014 y sus doce marcas de coches y camiones, es el principal grupo del ramo, y en el primer semestre del año desplazó a Toyota como líder mundial de ventas.

Pero ahora está bajo sospecha y ya es objeto de investigaciones en Estados Unidos, Corea del Sur, Italia y Francia. El reino Unido pidió una pesquisa de la Comisión Europea.

En Wolfsburgo, donde 73.000 de los 120.000 habitantes trabajan para VW, reinaba el miércoles un ambiente sombrío, y en Twitter numerosos usuarios relacionaban el caso en una etiqueta "#dieselgate" con la goleada propinada la víspera al equipo local de fútbol por el Bayern Múnich (5-1).

De hecho, toda la vida del Land (Estado regional) de Baja Sajonia, propietario del 20% de las acciones de VW, está estrechamente imbricada con la vida de la empresa.

El jefe del gobierno regional forma parte del selecto grupo de directivos reunidos el miércoles por la mañana, al igual que un representante de la familia Porsche, la dinastía fundadora del grupo.

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