"Un derecho allí es un delito"

Los emprendedores que huyeron de 'El Malecón': "Yo a Cuba no puedo entrar"

Comerciantes, bailarines, médicos, abogados...así perdió Cuba una incalculable lista de capital humano tras la decisión de Castro de "invitar a salir" a los díscolos del régimen. Un plan que podría seguir Díaz-Canel.

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Los emprendedores que huyeron de 'El Malecón': "Yo a Cuba no puedo entrar".
EFE

En 1959, tras la revolución castrista, cientos de miles de ciudadanos de la isla, contrarios a las ideas del comunismo, salieron "con lo puesto" a Estados Unidos, desembarcando en el lugar más próximo: Florida. Para un ciudadano medio, por ejemplo, de Nueva Inglaterra, este territorio del sur era considerado pobre y, tras esta avalancha de cubanos, su prejuicio se acrecentó. Sin embargo, con el paso de los años, Florida se convirtió en uno de los estados con mayor PIB del país y esto fue gracias, en gran parte, a las miles de familias que se subieron en los barcos tras la instalación del castrismo. Allí, muchos comenzaron una nueva vida en la ciudad de Miami y su presencia sigue intacta. De hecho, en la actualidad hay un barrio llamado "Little Havana" (Pequeña Habana) donde se concentran innumerables negocios de cubanos.

Uno de ellos es 'La Tradición Cubana', una tienda dirigida por Luis. Él es un cubano que dejó la isla hace ya "veintitantos años" por culpa del régimen de Fidel Castro. Sobre el dictador asegura "no tener pelos en la lengua" para criticarlo. Sin embargo, él ahora está feliz y así lo demuestra bromeando con sus empleados, también cubanos, durante la jornada de trabajo. Él, cuando abandonó la isla, decidió emprender y crear un negocio relacionado con sus raíces: la venta de cigarros cubanos.

Pero Luis solo es uno más de la incalculable lista de capital humano que perdió el régimen comunista cuando se hizo con el poder. Estas personas tenían expectativas de futuro y proyectos que materializar en su tierra, pero todo se vio truncado. Hoy son pequeños comerciantes, médicos, bailarines o juristas que ejercen en terceros países. Desde el periódico La Información damos voz a los emprendedores que huyeron de 'El Malecón'.

Rafael era médico del Ministerio del Interior en Cuba. Sin embargo, en el año 1994 comenzó a ver "cosas" que hacían sus compañeros "con las que no estaba de acuerdo". Fue entonces cuando decidió marcharse "en una balsa americana" tras el anuncio de Castro de que se "fuera todo el que quisiera". Una estrategia que, según el médico, no descarta "que haga Díaz-Canel". Tras una breve estancia en la base militar de Guantánamo, su cuñado, que vivía en España, le reclamó para que viniera. 

Pero volver a ser médico no fue fácil, "tuve que esperar que se homologara mi título" mientras tenía un pasaporte que "no tenía patria". Fue a partir del baile -él es bailarín profesional- como consiguió entrar de nuevo en el mundo de la medicina. "Yo bailaba por las noches en la discoteca y los clientes se acercaban porque les gustaba como bailaba". Un día se le acercaron unos médicos y, tras enterarse de su pasado profesional en Cuba, lo llevaron a su consulta a trabajar. 

Marta es una artista cubana, que lleva en el exilio desde 1992, y que trabajó en el ballet Tropicana de La Habana durante más de una década. Un día recibió una oferta de España para ir a bailar allí, pero su país no le dejó. Ella no quiso rechazar esa oportunidad de trabajo y Cuba jamás se lo perdonó. "Me quitaron 14 años el pasaporte, yo a Cuba no puedo entrar porque en el momento en el que entre, me meten presa", dice la bailarina, que sentencia, "se me murió mi mamá y no pude visitarla".

Cuando llegó a España con 28 años comenzó a actuar con los grupos musicales que ya conocía del país, se apuntó a una agencia que le permitió tener oportunidades en la televisión "y así me fui metiendo poco a poco en este mundo". Hoy trabaja como autónoma dando clases privadas a niños y parejas que quieren aprender a bailar. El haber rehecho su vida no le ha impedido olvidar sus orígenes, donde muchos compatriotas suyos la califican de "rata y gusana" por "defender la libertad de mi país".

Judith es una abogada, afincada en España desde hace 28 años. Fue en Madrid donde eligió crear un despacho de abogados formado por juristas expertos en extranjería, que tendrían por objetivo solucionar "todos los problemas legales relacionados con este asunto (como son la reagrupación familiar, la renovación de su residencia, la solicitud de arraigo o la tramitación de la nacionalidad española). Desde que aterrizó por primera vez en la capital de España no se ha planteado su vuelta a la isla, "allí no hay Internet, no hay luz, es un pueblo incomunicado", dice la abogada, que prosigue, "llevo desde el domingo sin poder hablar con mi madre, mis hermanos y sobrinos". Tras un breve inciso, sentencia, "un derecho allí es un delito"

Lázaro trabajaba en Cuba en una empresa de distribución como "transportador" pero en los años noventa la situación social comenzó a agitarse y fue cuando decidió convertirse en un "contestatario de la revolución". Esto último le puso en el foco de la dictadura y, tras intentar huir de la isla en un navío, fue capturado e ingresó en prisión. Su llegada a España no fue fácil, tuvo que comenzar una nueva vida. Durante todos estos años ha trabajado "de todo" y "ha transitado por todo España": repartidor a domicilio en El Corte Inglés y el Carrefour, recepcionista en un hotel, de portero físico en diferentes edificios, de auxiliar de vigilante de seguridad, y, también, en la residencia militar del ejército de Tierra en el Puerto de Navacerrada. Tras todos esos años, este 'incansable trabajador' ha conseguido su gran trabajo: estar a las órdenes de un chef "reputado" de la capital de España.

La situación geopolítica y económica

"Tenemos un gran control social", decía el dictador Fidel Castro para referirse a la multitud de espías del partido que había desplegado por todo el país. Eran los años setenta y Cuba era el gran protegido de una de las dos superpotencias del mundo: la Unión Soviética. Sin embargo, la caída de ésta en 1991 supuso un trauma para el Gobierno de La Habana, que vivió momentos de tensión social muy parecidos a los que se están ocurriendo hoy. Pero, cuando parecía que el régimen de Castro se ahogaba, apareció la Venezuela de Chávez como su nuevo gran socio.

A partir de esos años, se creó una alianza comercial entre estos dos países: mientras Cuba le enviaba sus máximos activos, como médicos o militares, el Gobierno venezolano le compensaba con grandes cantidades de petróleo, que luego usaba la isla para exportar y, con ese dinero, poder comprar alimentos. Pero este privilegio concluyó tras el 'crac' de la economía venezolana. Hoy la isla se encuentra sin un aliado internacional que le de apoyo financiero -porque Rusia y China dan ayudas a "cuentagotas"- y hay una generación joven, que no conoce otra cosa que no sea el régimen, capaz de cambiar sociológica y políticamente el país.

Uno de los analistas de divisas consultados por La Información dice que "cuando en Sudáfrica hubo revueltas" la moneda sudafricana -Rand- cayó un 10% con respecto al dólar. Ahora mismo la MLC (Moneda Libremente Convertible) está fluctuando con normalidad, pero, según la misma fuente, sí podría seguir un destino parecido al de la moneda africana ya que "este tipo de revueltas perjudica mucho a la divisa nacional".

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