Cuatro de cada diez empresas sobreviven sin ganar ni un solo euro por su actividad

    • El margen de beneficio de las compañías cae al nivel más bajo en quince años y augura nuevos recortes y menor inversión.
    • Dos de cada tres empresas españolas redujeron sus plantillas durante el año pasado.

El beneficio de las empresas españolas cayó un 62,3% en 2012.
El beneficio de las empresas españolas cayó un 62,3% en 2012.

Parece como si cada nuevo dato que apareciera sobre el comportamiento de la economía española fuera un golpe en la mandíbula de sus posibilidades de recuperación.

El último lo ha proporcionado el Banco de España que, en su último boletín económico, ha adelantado que el beneficio de las empresas españolas se desplomó un 62,3% en 2012, muy por encima de las caídas registradas tanto en 2011 (34,7%) como en 2010 (11,6%).

De hecho, se trata de una caída sin precedentes desde que en 1995 el supervisor bancario comenzara a ofrecer información trimestral sobre los resultados agregados de las empresas no financieras españolas, lo que da una idea de la frágil situación del tejido empresarial español.

Esto es particularmente cierto para casi cuatro de cada diez empresas españolas, el 37,4%, que sobrevivió a duras penas al duro ejercicio de 2012 pese a no ser rentables económicamente.

El porcentaje es dramático porque, de algún modo, revela la parte del empresariado nacional especialmente expuesta a un eventual cierre de la actividad.

Si se amplía un poco más el foco, lo que muestran los datos del Banco de España es que un 54,5% de las empresas españolas o no son rentables o consiguieron un margen mínimo (inferior al 5%) durante el año pasado.

Y lo peor es que las perspectivas de futuro no son mucho mejores. El indicador clave que según los analistas determina las decisiones de inversión de las empresas en el corto plazo, la relación entre su rentabilidad ordinaria y el gasto en intereses que tienen que afrontar por la financiación ajena recibida, lo que se conoce como beneficio neto, se estrechó en 2012 hasta el 1,9%, su nivel más bajo de los últimos quince años.

Lo curioso es que esto no ha ocurrido porque a las empresas se les hayan disparado sus gastos financieros, como sí le ocurrió al Estado durante buena parte del año pasado. Las condiciones del mercado y su propio endeudamiento les han obligado a contener hasta el límite su recurso a la financiación. Si sus márgenes se han visto acortados ha sido fundamentalmente por su incapacidad para rentabilizar su actividad en el actual contexto de crisis.

Las consecuencias

Y esto tiene sus consecuencias, claro. La más demoledora es que las empresas necesitan seguir ajustando costes para garantizar su viabilidad económica.

Lamentablemente, lo normal sería que esta necesidad se tradujera en supresión de puestos de trabajo y en mayores ajustes en los salarios, las dos vías que más intensamente han utilizado hasta ahora las empresas para ajustar sus costes.

En 2012, los gastos de personal se redujeron un 2,4%, el porcentaje de empresas que redujeron sus costes de personal fue del 59,4% y el de empresas que acortaron el tamaño de sus plantilla fue incluso algo mayor, el 60,1%.

Pero es muy probable que también lleve a que las empresas pospongan sus decisiones de inversión. Con unos beneficios exiguos, con la necesidad imperiosa de reducir sus niveles de endeudamiento y sin grandes incentivos para crecer por la atonía del mercado nacional, como demuestra la utilización históricamente baja de la capacidad productiva, las empresas carecen de estímulos para invertir.

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