En hospital de Mina, sobrevivientes testimonian sobre su "lucha para resistir"

  • "Yo intentaba saltar por encima de la valla, algunas personas intentaban ayudarnos a hacerlo, pero la avalancha humana era tan densa que no pude treparme", cuenta este sábado en su cama en el hospital, Abas Tijani, uno de los sobrevivientes de este drama mortífero ocurrido cerca de La Meca.

"Todo era confusión, cada uno intentaba salvar su pellejo", explica a la AFP este peregrino nigeriano de 57 años de edad, quien perdió el conocimiento intentando escapar a la compacta marea humana en la que 769 fieles musulmanes perdieron la vida y otros 934 resultaron heridos, el jueves en Mina, Arabia Saudita.

"Estaba repleto de gente caída en el suelo. Pero intentar ayudarlos habría llevado a un desastre aún mayor", confía Tijani con la mirada triste de un hombre que vio gente que era pisoteda sin poder reaccionar.

Según él, las autoridades habían cerrado las carreteras que llevan al sitio de la lapidación de Satán en Mina, uno de los rituales de la peregrinación y lugar del drama, y solamente quedó abierta una entrada en tanto los peregrinos llegaban en sentido inverso.

Las indicaciones de un grupo de policías desplegado sobre la ruta que pasa entre las tiendas blancas en Mina solamente hizo que la situación empeorase, según Tijani. "La gente intentaba avanzar para ponerse a salvo (en las tiendas), pero ellos gritaban '¡Retrocedan, retrocedan'", explica.

Las autoridades sauditas, no obstante, reprocharon a los pereginos por "no haber seguido las instrucciones".

Fue en ese momento cuando Tijani comenzó a ser empujado hacia la valla que bordea la carretera por la muchedumbre apiñada, para después perder el conocimiento y despertarse ya en el Mina Emergency Hospital.

Al escucharlo, este peregrino nigeriano, quien pidió a un conocido que terminase el hash en su nombre, dijo que no volverá a poner los pies en La Meca, salvo que "se hagan mejoras en el sector" del sitio de la lapidación.

En el mismo hospital de Mina, otro peregrino sudanés, herido, Ahmed Mohamed, confía los momentos de terror e impotencia que vivió antes de un movimiento irresistible de la muchedumbre.

"Sabía que no debería caerme, veía gente que era pisoteada", recuerda Mohamed.

"Quise entrar en una de las tiendas instalada en las proximidades, pero los guardias impedían a quien fuera hacerlo... La gente empezó entonces a saltar sobre las tiendas", dice este peregrino, quien finalmente logró entrar en una de éstas, donde se desmoronó.

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