Los "olvidados" de la crisis

Entre el paro, la depresión y emigrar: los estragos del virus entre los jóvenes

Tanto las cifras de desempleo como las estadísticas de enfermedades mentales o de impacto de la pandemia se ceban con los españoles de entre 15 y 25 años. No ven un futuro y claro y se sienten atacados.

Un joven mira el paisaje en el mirador Turó de la Rovira, en Barcelona.
Un joven mira el paisaje en el mirador Turó de la Rovira, en Barcelona.
Europa Press

El SARS CoV 2 no tiene en su diana a los jóvenes y la inmensa mayoría de los contagiados son asintomáticos, pero las ‘otras pandemias’ creadas por el coronavirus, las del paro y la depresión, se han cebado con ellos. Según los datos de los ministerios de Trabajo, el paro entre los jóvenes de menos de 25 años ha crecido en el último año un 40% frente al 23% del aumento del desempleo total en España. Además, la situación creada ha generado "graves problemas psicológicos" a una generación, la llamada Generación Z, que ha visto truncarse sus expectativas de vida, antes incluso de que estas pudieran generarse. "Los jóvenes son los grandes olvidados de la pandemia", asegura el psicólogo y ex defensor del menor, Javier Urra.

Juan Santiago, 22 años, trabajaba en un restaurante de Madrid desde los 18 años. Su situación laboral le había permitido independizarse hace dos años y poder compartir piso con un compañero de trabajo. Pero llegó la Covid-19 y su vida "cambió radicalmente de un día para otro". El local hostelero cerró y "primero al ERTE y luego al ERE porque el dueño decidió echar" la persiana definitivamente. "Tuve que dejar el piso y volver a casa de mis padres". "La situación ha sido complicada porque es inevitable tener roces de convivencia, mis padres son ya mayores y es lógico que, aunque nos llevemos bien, haya problemas. Todo el día encerrado, sin trabajar, sin poder salir... Entré como en un bucle oscuro y, lo reconozco, he tenido que pedir ayuda psicológica". 

Ahora, reconoce estar mejor, pero avisa: "No veo futuro. No hay trabajo, el paro es cada vez mayor...". Por eso, está explorando "dos posibilidades: emigrar para buscar trabajo fuera de España o volver a estudiar donde lo dejé", ya que hizo algún curso de Formación Profesional en la rama de electrónica.

Desde febrero de 2020 al mismo mes de 2021 la Seguridad Social ha perdido 145.000 afiliados jóvenes y hay 105.000 parados más en esta franja de edad que hace un año. La cifra absoluta ha pasado de 261.448 parados de entre 16 y 25 años a los 366.403 de la actualidad. De los cuatro millones de parados que hay en España, casi el 10% es menor de 25 años. 

En paralelo, y según un estudio de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) realizado a 1.500 personas entre 15 y 25 años, las emociones que más se repitieron durante el confinamiento entre los jóvenes fueron: preocupación, aburrimiento, ansiedad, estrés y apatía. Y estas emociones se mantuvieron durante la desescalada, a las que se sumaron "el miedo a contagiar a los seres queridos y a un nuevo confinamiento" para un 43% de los encuestados.

Según el estudio ‘Juventud en España 2020’, que acaba de presentar el Injuve, del Ministerio de Asuntos Sociales y Agenda 2030, la pandemia ha profundizado en los efectos del mercado laboral, retrasado la emancipación y agudizado la desigualdad educativa entre los jóvenes por lo que, para María Teresa Pérez, directora general del organismo, "tenemos por delante la ardua y estimulante tarea de afrontar la reconstrucción del país poniendo a nuestra juventud en el centro". 

Unas conclusiones, las de este estudio que ratifican las consecuencias de la llamada ‘década pérdida’ para una generación de jóvenes que se enfrenta a su segunda gran crisis económica y social cuando aún no se había recuperado de los efectos de la crisis financiera de 2008. La encuesta del CIS sobre salud mental durante la pandemia revela que los más frágiles han sido los más jóvenes, entre los 18 y los 24 años y que el 13% de jóvenes ha recurrido a algún profesional de salud mental para solicitar ayuda.

La psicóloga clínica alavesa y coautora del libro, ‘¿Qué hago con mi vida?’, Gloria Tuduri, considera que "nos hemos centrado mucho en los mayores porque eran los más vulnerables a nivel de salud física y de contagio y eran los más aislados; pero en la pandemia han sufrido todos y nos estamos dado cuenta ahora de que no hemos prestado atención suficiente a los jóvenes". "Los jóvenes han pasado más tiempo en casa, sin relaciones sociales y ello ha generado tensiones. Además muchos han perdido sus actividades, por ejemplo deportivas, tanto estudiantes como aquellos que trabajan o trabajaban. Entre los que trabajan y viven solos también se ha notado esa soledad y hartazgo de todo a través de la distancia y a las consultas han llegando, y lo siguen haciendo, muchos casos de estrés y ansiedad", añade.

Igualmente, respecto a las imágenes de fiestas y conductas irresponsables que aparecen por parte de los jóvenes, Tuduri cree que "los jóvenes en general han sido responsables durante la pandemia y no se puede generalizar ni criminalizar sus actitudes porque las conductas irresponsables, que las ha habido, han sido las mínimas".

José Sancho es un joven de 25 años que acababa de terminar sus estudios de Derecho y Ciencias Políticas y el máster que da acceso a la abogacía cuando llegó la pandemia. El examen que le habilitaba para poder trabajar se aplazó desde marzo a julio. "Estuve buscando trabajo en esos meses en supermercados, etc, pero nada... y desde que aprobé el examen en julio tampoco he logrado acceder al mercado laboral de la abogacía. Apenas me salían ofertas de unas pocas semanas y al final, hace un mes, he conseguido trabajo como repartidor. No llego ni a mileurista, pero... Algo es algo". 

José, al acabar los estudios en Madrid, dejó el piso de estudiantes en el que residía y se volvió a Segovia, "con mis padres, como cuando tenía 17 años". Este joven se lamenta de que "estamos preparados, hemos estudiado, pero las oportunidades son cada vez menores para nosotros. Mi novia también tiene estudios, de auxiliar de enfermería, pero encadena contratos temporales, cuando trabaja, uno tras otro, y así es difícil poder forjarte un futuro estable".

José considera que con la pandemia "se nos ha señalado a los jóvenes como la cabeza de turco fácil porque es más sencillo decir que los jóvenes se portan mal a decir que se han tomado malas decisiones políticas. Se ha dado una imagen de los jóvenes que no se corresponde con la realidad. Estamos involucrados y queremos una sociedad mejor, pero no tenemos oportunidades". Y es que según Javier Urra, los jóvenes "ven ante sí un futuro oscuro porque no hay trabajo, realmente ni para ellos ni para nadie, y no pueden alquilar ni un piso para poder emanciparse. Por eso existe entre los jóvenes un sentimiento profundo de injusticia".

Fernando Sacristán, murciano de 21 años, acabó en noviembre sus estudios de Administración y Finanzas, pero tras casi "tres meses de ‘patearme’ la ciudad, casi empresa por empresa, buscando empleo", ha desistido porque "me parece imposible". Por lo que ha decidido apuntarse en las listas del paro "e ir haciendo cursos para seguir formándome, aunque me da lo mismo trabajar de cualquier cosa y en cualquier sector". Fernando tampoco ha podido salir de casa de sus padres. "Eso ahora mismo es una quimera, imposible", dice. "Es duro, con 21 años, tener que pedirles dinero a tus padres, que tampoco andan sobrados, para poder ir un día al cine o a tomarte una cerveza con los amigos". Por ello, estos días le da vueltas a una opción que le ronda por la cabeza: "Apuntarme a un curso intensivo de inglés para perfeccionar los conocimientos de este idioma que ya tengo y emigrar porque aquí, en España, y para los más jóvenes, no hay futuro. O por lo menos yo no lo veo".

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