La economía ante una década perdida: más paro, menos empleo y más precario

  • La tasa de desempleo ha caído al 14,55% en el tercer trimestre, pero todavía hay 727.200 parados más y 818.300 ocupados menos que hace una década.
EPA COMPARADA
EPA COMPARADA

"La tasa de paro baja al 15% por primera vez en una década" o "España supera los 19,5 millones de ocupados, máximo desde 2008", son algunos de los titulares que hemos podido leer estos días a cuenta de la Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre que publicó el jueves el Instituto Nacional de Estadística (INE). Los datos están ahí, y la comparativa estadística corrobora ambas afirmaciones. Se podría decir que el mercado laboral español sigue exhibiendo el músculo que, a duras penas, logró sacar tras las heridas de la crisis. Sin embargo, tras una lenta recuperación, el análisis de las cifras en perspectiva invita a no compararnos con diez años atrás. Estamos peor: hay más paro y menos empleo y el que tenemos, es de peor calidad, soporta una excesiva tasa de temporalidad, con mayor proporción de contratos a tiempo parcial, y está peor pagado.

Corría el año 2008. La quiebra del gigante financiero Lehman Brothers incendiaba los mercados en Estados Unidos y el humo empezaba a extenderse hacia este lado del Atlántico. El Producto Interior Bruto (PIB) español registró aquel año su última tasa interanual positiva, antes de entrar en barrena, hasta el punto de llevarse por delante más de 3,5 millones de empleos. El mercado laboral empezó a sangrar de manera preocupante, pero todavía registraba unas cifras que no alcanzamos una década después, ni de lejos.

De acuerdo con la EPA de este verano, la tasa de paro se ha reducido hasta el 14,55%. El esfuerzo ha sido notorio, sin embargo, todavía es más de tres puntos superior al 11,23% del tercer trimestre de 2008, y seguimos ocupando el segundo puesto entre los países con más desempleo de la eurozona, solo superados por Grecia. A día de hoy, aún hay en España 3.326.000 parados, 727.200 más que hace un decenio (2.598.800).

La otra cara del mercado laboral, la de la ocupación, tampoco brilla. Pese a haber traspasado el umbral psicológico de los 19 millones de ocupados, con 19.528.000 a cierre de septiembre, todavía nos faltan más de 800.000 puestos de trabajo para alcanzar, en términos de EPA, el nivel de empleo del tercer trimestre de 2008, cuando había 20.346.300 trabajadores.

Todo ello, mientras los activos se han reducido en 91.100 personas, a pesar de que la población de más de 16 años ha crecido en 641.700 a lo largo de esta década. Peor evolución experimentan los inactivos (aquellos que, siendo mayores de 16 años, no son ni ocupados ni parados, como los estudiantes, los jubilados y los incapacitados que no pueden trabajar) que han repuntado en 732.800 personas.

Mujeres y jóvenes, los peor parados

Pero, desmontando la EPA, encontramos datos más alarmantes. Es el caso de la variable "hogares con todos sus miembros en paro", que ha aumentado en 445.600 durante estos años. Así como del mayor incremento del desempleo entre las mujeres que entre los hombres. Ellas soportan hoy una tasa de paro del 16,22%, por encima de la media total, frente al 13,12% de los varones, que han visto crecer su proporción en 2,8 puntos, uno menos que las mujeres (3,7 puntos porcentuales).

Pero, hombres o mujeres, el panorama pinta mucho menos alagüeño para los jóvenes. El desempleo entre los menores de 25 años se ha disparado en 9 puntos porcentuales, desde el 24% del tercer trimestre de 2008 al 33% de este verano. 

Y a esto se añade una temporalidad enquistada, ya casi seña de identidad de nuestro mercado de trabajo. Si bien es cierto que la proporción de contratos temporales sobre el total de asalariados ha disminuido desde el 29,5% hasta el 27,43%, un análisis más exhaustivo deja en evidencia el repunte de la precariedad del que los sindicatos han responsabilizado directamente a la reforma que introdujo el PP para flexibilizar el mercado laboral en el año 2012. Se trata de la tasa de parcialidad –esto es, el porcentaje de ocupados a tiempo parcial sobre el total de trabajadores–, que ha escalado del 11% al 14%.

Pero no acaba aquí. Si nos fijamos en la calidad del empleo creado, en función al sector en que se ocupe, llegamos a la conclusión de que la economía española ha perdido efectivos en actividades de mayor valor añadido, como la industria, en favor de otras menos productivas, como los servicios. Como muestra, un par de datos: en 2008 el sector industrial contaba con 3,2 millones de trabajadores, mientras hoy ocupa a poco más de 2,7 millones; por el contrario, los servicios han pasado de 13,9 millones de ocupados a 14,8 millones. Es llamativo también el mordisco que le dio el estallido de la burbuja inmobiliaria al empleo en la construcción, con 2,4 millones de trabajadores en 2008 y apenas 1,2 millones en el presente.

Más paro, menos empleo, de peor calidad... y peor pagado. Una década después, España ha recuperado el nivel de PIB que tenía antes de la crisis, sin embargo, los salarios siguen en recesión. Así lo demuestran los datos de la agencia estadística europea Eurostat, que reflejan un desplome de la renta salarial en nuestro país de 9.500 millones de euros desde el año 2008, lo que supone una caída de casi el 2% (datos en precios corrientes). Un retroceso que contrasta con el comportamiento de los vecinos del entorno comunitario, donde los sueldos han crecido un 19% en la eurozona y un 18% en el conjunto de la Unión Europea.

Así las cosas, parece evidente que queda un largo camino por recorrer en materia laboral. Y la trayectoria se complica, en un momento en el que las señales de desaceleración empiezan a manifestarse de forma explícita. Esta ha sido la peor EPA de un verano desde 2013 en términos de caída del paro y desde 2015 en creación de empleo. El mercado laboral ha echado el freno. Se acabaron los años de generación de más de medio millón de puestos de trabajo y la tasa de paro se aproxima a su nivel estructural. Ahora que el Gobierno socialista se está planteando derogar "los aspectos más lesivos" de la reforma laboral del PP, dependerá de la complicada aritmética parlamentaria alcanzar acuerdos que den luz verde a las medidas necesarias para retomar el impulso. Pintan bastos. 

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