Pone el foco en las cotizaciones

Escrivá fía el éxito de las pensiones a una bajada progresiva del desempleo

La segunda parte de la reforma de las pensiones, aprobada vía real decreto, se ha centrado en el refuerzo de los ingresos del sistema a través de un alza de los costes laborales para garantizar el poder adquisitivo.

El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, atiende a medios tras una rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros
El ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, atiende a medios tras una rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros
Eduardo Parra / Europa Press / ContactoPhoto

Si la primera parte de la reforma de pensiones abordó los gastos, la segunda pata, aprobada este jueves en Consejo de Ministros extraordinario, se ha encargado en garantizar los ingresos, con el objetivo de poner remedio a los números rojos del sistema de pensiones.  Y Escrivá ha encontrado en el aumento de las cotizaciones la llave maestra para solucionar el puzzle. La subida de las bases máximas de cotización, la aprobación de una nueva cuota de solidaridad para las rentas más altas y el incremento del peso del Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), marchan en esta vía. Sin embargo, el mercado de trabajo debe cumplir con las expectativas dibujadas por la reforma laboral para no trastocar los planes del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. 

Desde la cartera son claros y admiten que para que la reforma sea eficaz, es necesario que el mercado de trabajo español evolucione hasta ser homologable a los mercados del entorno europeo, algo que, aseguran, conseguirá la reforma laboral consensuada a finales de 2021 en el seno del diálogo social con el apoyo de sindicatos y patronales. Y este cambio, esperan, vendrá dado a partir de una reducción drástica de las tasas de desempleo. El texto impulsado por el Ministerio de Trabajo se marcó el claro objetivo de reducir la temporalidad que caracterizaba al escenario español, marcando como opción preferente el contrato indefinido y reservando el acuerdo fijo-discontinuo para aquellos trabajos intermitentes. Y desde entonces, ambos despachos del Gobierno celebran los buenos resultados en términos de creación de empleo. 

Para el Ministerio de Seguridad Social, el objetivo es despedirse de los dos dígitos en la tasa de paro en la próxima década. Fuentes de la cartera aseguran que este cambio ya se está dando "a pasos agigantados" y confiesan estar sorprendidos por la velocidad que ha tenido la reforma laboral en dar estos efectos, ya que apenas lleva un año en vigor. Acortar las listas del paro se traduciría en un ahorro en prestaciones por desempleo, lo que conllevaría que hubiera excedentes que podrían reconducirse a financiar las pensiones. Actualmente, en España, para un contrato indefinido, la empresa hace una contribución del 5,5% para las prestaciones por desempleo, mientras que la del trabajador es del 1,55%. Por lo que de cumplirse estas previsiones, también cabría la posibilidad de mermar los porcentajes de la nómina destinados al paro en pro de las pensiones. 

El principal punto de tensión al que debe hacer frente el sistema de las pensiones es la década de los 40, en la que se calcula que el número de pensionistas podría ascender a 15 millones de personas. Este periodo marcará un pico, de manera que en los años posteriores la cifra de jubilados descenderá y lo hará de forma muy rápida, debido a las características demográficas del país. Y para dar respuesta a esa coyuntura, el ministro ha puesto el foco en las rentas más altas. La segunda parte de la reforma de las pensiones elevará las bases máximas de cotización de forma gradual y progresiva a un ritmo de 1,2 puntos porcentuales por año, hasta sumar un incremento del 38% en 2050. Actualmente, el límite de cotización se sitúa en los 54.000 euros anuales y para entonces, alcanzaría los 70.000, a euros constantes. 

Tras la extensa negociación con las formaciones parlamentarias progresistas y las centrales sindicales, el destope no ha sido total, a pesar de que los representantes de UGT se habían mostrado partidarios de ello. Pero sí se ha establecido un cargo adicional para la parte del sueldo que exceda al límite fijado para cada año. Este impuesto, al que se le ha incorporado elementos de progresividad tras una negociación in extremis con PDeCAT, ha sido denominado "cuota de solidaridad". Algo que las patronales han tachado de "impuesto al trabajo", al tiempo que han reprochado los efectos negativos que esta y el resto de medidas tendrán para la atracción de talento para los sectores digital y tecnológico.

Inicialmente, la cuota pasaba de representar un 1% en 2025 hasta un 6% en 2045, aunque los últimos retoques incorporados tras la presentación del acuerdo en el Pacto de Toledo han introducido diferencias en función de tres rangos salariales.  A las rentas que excedan un 10% a la base máxima, se les aplicará un tipo del 0,92% en 2025, a las que lo hagan hasta un 50% les corresponderá un 1% y las rentas superiores al 50% de la base máxima enfrentarán una cuota de solidaridad del 1,17% en su primer año de aplicación. Mientras que para 2045 se tendrán en cuenta las mismas referencias para cargar estos salarios con un 5,5%, un 6% y un 7% respectivamente.

Sin embargo, no solo aumenta la cotización de las rentas más altas. El Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), destinado a alimentar el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, quedó tasado en un 0,6% en la primera parte de la reforma de las pensiones. En cambio, con la aprobación del segundo paquete de modificaciones del sistema, se establece que el MEI irá incrementando de manera gradual hasta duplicar ese porcentaje, para llegar a suponer un 1,2% en 2029. Fuentes del Ministerio de Seguridad Social aseguran que este cambio era necesario para que la reforma no acabe perjudicando a los jóvenes que se están incorporando al mercado laboral.

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