Lucha en la industria de Defensa

España, a la caza de 80.000 millones para el futuro avión de combate europeo

El programa FCAS, desvelado por el Senado francés, es fundamental para la renovación de la flota de combate europea, especialmente en el país galo, Alemania y España y con la vista puesta en el año 2040.

Con casi 500 aviones en servicio solo en Europa, el Eurofighter es la columna vertebral de la capacidad aérea de combate.
Con casi 500 aviones en servicio solo en Europa, el Eurofighter es la columna vertebral de la capacidad aérea de combate.

Uno de los secretos mejor guardados de la industria de defensa europea acaba de ser desvelado. El Senado francés ha considerado, en un informe presentado esta semana, el coste estimado del Futuro Sistema Aéreo de Combate (FCAS) y el Sistema de Armas de Nueva Generación (NGWS). A un profano en estos temas le sonará a un nuevo gasto superfluo en la industria de defensa, pero si se le explica que el desarrollo del programa implicará un coste de entre 50.000 y 80.000 millones de euros pronto llegará a la conclusión de que nos encontramos ante el que probablemente sea el mayor y más importante gasto militar en la historia de la UE.

El programa FCAS es fundamental para la renovación de la flota de combate europea, especialmente en Francia, Alemania y España. En 2040, la actual flor y nata de la aviación europea llegará al final de su vida útil. Los 'Rafael' franceses y los 'Eurofighter', que se han mostrado como grandes aeronaves de cuarta generación, están proporcionando la superioridad de defensa que Europa siempre ha necesitado en la protección de sus cielos y en los despliegues de la fuerza de ala fija en el exterior.

Aun más, están suponiendo un importante vector de exportación de la industria militar europea. Austria, Arabia Saudí, Omán, Kuwait o Qatar son países que han apostado por el modelo europeo construido por Airbus, BAE Systems y Alenia Aeronáutica, mientras que el polivalente francés ha sido escogido por Egipto, la India y, de nuevo, Qatar.

Sin embargo, a las grandes expectativas de crecimiento de los dos grandes modelos europeos, le ha surgido un competidor más moderno y con una cartera de clientes mucho más poderosa. El 'F35', de Lockheed Martin, se ha mostrado como el avión de combate de quinta generación más deseado en el mundo. Además de Estados Unidos, Reino Unido, Italia, Holanda, Australia, Dinamarca, Noruega y Canadá, países que han participado en su desarrollo a través del programa ‘Joint Strike Fighter’, otros muchos, incluso europeos como Bélgica o Polonia, están incorporando esta joya de la tecnología a sus hangares. 

Fuera de las fronteras de la UE, Japón se ha consolidado como el segundo país del mundo en número de cazas, con una macrocompra de 105 'F35' por un valor de 23.110 millones de dólares. Cada vez son más las naciones que están optando por este modelo, que combina una furtividad más que apreciable con una capacidad de coordinación de sistemas de armas que lo convierten en un auténtico Cuartel General volante.

Como siempre en Europa, a las grandes ideas tecnológicas en la industria militar le suceden las carreras y búsquedas de presupuesto para llevar a buen puerto su planificación estratégica. Un presupuesto que es esencial para la preservación de la autonomía estratégica y la base industrial y tecnológica de la defensa europea. El escenario actual del FCAS únicamente incluye un primer contrato, por valor de 65 millones de euros, para el estudio del concepto y un segundo contrato, de 155 millones, para la fase 1A, destinados al desarrollo del demostrador. 

Las cantidades son irrisorias en términos de compromiso militar. Por ello, el Senado francés - y por extensión sus empresas involucradas y el gobierno - buscan acordar un compromiso presupuestario que haga imposible la ‘marcha atrás’ del proyecto. Dejando atrás las exquisiteces técnicas, Francia quiere forzar a Alemania y España a desembolsar una cantidad tal que implique un punto de no retorno en la construcción del futuro avión de combate europeo. 

Las arduas negociaciones protagonizadas por Francia y Alemania para lanzar el proyecto, al que posteriormente se incorporó España, supusieron un precedente que los franceses quieren evitar en el futuro. Los cuatro meses restantes para el fin de 2020 y 2021 estarán protagonizados por una agónica carrera por encontrar los 80.000 millones que el informe considera como techo máximo para lograr sacar adelante el proyecto. 

A modo de hoja de ruta, el informe del Senado señala los aspectos relativos a la propiedad industrial y al desarrollo de la furtividad como los acelerantes idóneos para conseguir "el compromiso de las tres partes", con un coste total de entre 50.000 y 80.000 millones de euros en función de la mayor o menor ambición del programa. El problema ahora deviene en encontrar 80.000 millones en unas arcas públicas gravemente dañadas por el impacto del coronavirus. El tridente formado por Alemania, Francia y España no podrá destinar al FCAS los 1,8 billones de euros de apoyo a la reconstrucción que la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, ha prometido para el impulso de "políticas modernas" que ayuden a reactivar la economía europea.

En el caso español, la situación actual de la economía y la negociación presupuestaria no parece ser el contexto más adecuado para comprometer gasto, máxime en una cartera, la de Defensa, que se presume como la más damnificada en unos futuros PGE protagonizados por el gasto social y la devolución de préstamos, condicionados o no, a la Unión Europea. Los programas especiales de armamento (PEA) ya no son una vía para la inclusión de partidas para la adquisición y desarrollo de materiales. El recurso a créditos extraordinarios y suplementos de crédito tampoco parece un recurso al que el Estado pudiera asirse. 

Máxime tras la sentencia del Tribunal Constitucional de 7 de julio de 2016 que consideraba que estos procedimientos no se ajustan a las previsiones constitucionales. Un aspecto brillantemente destacado por Carlos Calvo y Antonio Fonfría, cuando señalan que la práctica jurídica hace que la única opción disponible para financiar este tipo de proyectos sean los créditos extraordinarios o prefinanciaciones con el Ministerio de Industria. Unos préstamos que, para el periodo 2024 a 2029, se estiman en 9.000 millones de euros, sin tener en cuenta aun los recortes derivados de la situación de pandemia vivida durante los meses de marzo, abril y mayo y que han provocado la caída del 18% del PIB en el segundo trimestre del año. 

El FCAS no solo tiene enemigos dentro de los Ministerios de Hacienda. Además, en el marco de la política de defensa europea, el proyecto FCAS choca directamente con el desarrollo del futuro ‘Tempest’, un producto originario del consorcio creado entre BAE Systems, Rolls-Royce, la italiana Leonardo y MBDA para también crear un avión de sexta generación para 2035 y que será financiado, principalmente, por los ministerios de defensa de Reino Unido e Italia. 

La esperada unificación de los dos proyectos no parece llegar por lo que España, Alemania y Francia tendrán que demostrar ser lo suficientemente fuertes como para afrontar un desarrollo que queda a años luz de los 400.000 millones de dólares que los Estados Unidos destinaron para financiar las capacidades presentes y futuras del 'F-35'. En cualquier caso, el cepillo francés ha comenzado a pasar de banco en banco con escala previa en Berlín y destino final en el bolsillo de Madrid. Un bolsillo que necesita antes de un remiendo para solucionar los tremendos agujeros que presenta.

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