Se pierden un millón de empleos

España evita la recaída en la segunda ola pero se deja un 11% del PIB por la Covid

Las restricciones a la movilidad y a la actividad de los últimos meses del año frenan en seco la recuperación apuntada durante el verano. El estancamiento se traduce en un repunte del 0,4% en el último trimestre.

Cientos de personas pasean por las calles de Barcelona durante los días previos a la Navidad.
Cientos de personas pasean por las calles de Barcelona durante los días previos a la Navidad.
Efe

Los datos de empleo conocidos este jueves a través de la Encuesta de Población Activa ya auguraban un comportamiento de la economía española en la recta final del año mejor de lo esperado y el dato de avance sobre la evolución del PIB en el cuatro trimestre del año ha venido a confirmar esta impresión. La economía española repuntó un leve 0,4% en el último tramo del año, esquivando la recaída que muchos institutos de análisis auguraban y manteniendo a duras penas el pulso de la recuperación pese a las restricciones a la actividad económica y a la movilidad implantadas por las comunidades autónomas para frenar los contagios de la segunda ola del virus. El consenso de los analistas apuntaba a un escenario bastante más pesimista, en el que España habría sufrido una recaída del 0,8%.

España evita la recaída en la segunda ola pero se deja un 11% del PIB por la Covid

La foto del comportamiento de la economía durante el primer año de la pandemia publicada este viernes por el INE retrata un desplome histórico del 11% del PIB (el consenso de los analistas preveía un 11,2%) que liquida una racha de seis años consecutivos de crecimiento y que plantea un complicado desafío para recuperar los niveles de bienestar anteriores a la crisis. El Gobierno sostiene que se alcanzarán a principios de 2022, aunque la mayoría de los analistas apuntan a mediados de 2023, cuando no 2024. Todas estas previsiones están rodeadas de un nivel de incertidumbre con pocos precedentes porque dependerá de la evolución de la pandemia y la capacidad de las economías para habilitar una recuperación vigorosa, según coinciden todos los analistas.

Se trata de un dato de avance, que Estadística ha elaborado con la información disponible hasta el mes de noviembre y algunos indicadores de alta frecuencia - datos de movilidad, pagos con tarjeta de crédito... - que desde el inicio de esta crisis se han empezado a recopilar de manera diaria y, por tanto, están sujetos a una posible variación cuando el INE incorpore los datos del mes de diciembre, que, por ejemplo, registró unos datos de empleo mejores de lo esperado. Sin embargo sí permite vislumbrar los daños que la pandemia ha provocado en el tejido productivo español. La caída del PIB del 11% no tiene precedentes y el estancamiento de la economía durante el cuarto trimestre desactiva igualmente los escenarios más optimistas que sustentan, por ejemplo, las previsiones del Gobierno.

Un millón de empleos a tiempo completo menos

Como rasgo diferencial frente a anteriores crisis, los datos publicados este viernes por el INE muestran que el empleo cayó menos que la actividad económica, un 5,4% frente a un 11%. Con todo, el número de empleos equivalentes a tiempo completo - para la elaboración del PIB el INE no tiene en cuenta el número de personas empleadas sino el número de puestos de trabajo equivalentes a una jornada a tiemplo completo - se redujo en más de un millón de personas. 

La afectación sectorial ha sido bien distinta. Mientras en la agricultura las horas trabajadas apenas ha caído un 1,8% y ha habido otros sectores, como el de la información y las comunicaciones - al calor del teletrabajo y la mayor demanda de soluciones de conectividad -, el de las actividades financieras y de seguros o el de las actividades inmobiliarias que han incrementado el número de horas trabajadas, otros como el del comercio, transporte y hostelería presentan una pérdida de carga de trabajo del 16%. Significativo también el comportamiento del empleo en la Administración Pública, donde las crecientes necesidades de profesionales en sanidad y educación han incrementado un 5% el número de horas trabajadas.

La mayor caída del PIB respecto al empleo tiene no obstante un efecto indeseado: el desplome de la productividad. El INE detecta una caída del 3,8% en uno de los indicadores macroeconómicos que más erosiona la reputación de la economía española en el plano internacional. Por contra los costes laborales unitarios, una unidad también importante a la hora de medir la competitividad del tejido productivo doméstico, se dispararon un 6,1%, en un contexto general en el que las medidas del Gobierno han intentado preservar las fuentes de renta de los trabajadores pese a la menor actividad laboral.

Ese escudo social ha permitido en efecto que el saldo de la crisis al cierre de 2020 muestre que han sido las empresas y no los trabajadores los que han pagado más la factura. Mientras que la remuneración de los asalariados ha tenido un retroceso del 3,6%, las rentas de las empresas han experimentado un deterioro del 12,5%. No hay datos disponibles para medir las consecuencias que tendrá esto para el tejido productivo.

El consumo doméstico y el gasto público evitan la recaída

El consumo de los hogares y el gasto público han sido los sostenes que han evitado la recaída de la economía española en el último trimestre del año. El consumo de los hogares mostró un crecimiento del 2,5% en el último tramo del año en tanto que el gasto público crecía también un 4% en ese tramo para compensar el retroceso de la inversión privada, lastrada por unas expectativas económicas inciertas sobre el futuro, y la caída de las exportaciones, igualmente perjudicada por el peor comportamiento comparativo que han tenido el resto de economía europeas respecto a España en esta segunda ola y en los albores de la tercera.

Mostrar comentarios