España sigue sin saber dónde meter los residuos nucleares más peligrosos

  • El proyecto para un almacén temporal del combustible usado está paralizado. A partir de 2011, el Gobierno tendrá que pagar 60.000 euros diarios a Francia por almacenar los desechos de la central de Vandellòs I. La gestión de los materiales de media y baja actividad está garantizada, según Enresa
Introducción de un elemento combustible en el contenedor del almacén temporal de la central de Trillo. | Enresa
Introducción de un elemento combustible en el contenedor del almacén temporal de la central de Trillo. | Enresa
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Manuel Valiño
Manuel Valiño

España sigue sin tener un lugar donde guardar de forma conjunta el combustible gastado en los ocho reactores nucleares en funcionamiento. Y, lo que es más importante, un lugar donde almacenar los residuos de alta actividad procedentes de la central de Vandellòs I, cerrada tras un incendio en 1989, que Francia comenzará a devolver a partir de 2011. De lo contrario, la parte española deberá pagar unos 60.000 euros diarios por el retraso, cantidad que aumentará cuanto más se demore la entrega del combustible.

Las centrales conservan hasta ahora los residuos en sus propias piscinas para su enfriamiento. Pero la saturación de los tanques y la imposibilidad de ampliarlos obligan, a falta de uno centralizado, a disponer almacenes temporales donde se conserva el combustible en seco. Trillo cuenta con uno desde 2002 y la Empresa Nacional de Residuos (Enresa) solicitó con urgencia en 2008 la construcción de otro depósito para las centrales de Ascò I y II. La de Zorita, cerrada en 2006, también tiene uno.

El almacén temporal centralizado (ATC) "constituye el objetivo básico prioritario para los próximos años", que permitiría ganar tiempo para decidir qué hacer con "la gestión final" de los residuos, según el Plan General aprobado en junio de 2006. El mismo día se creaba la una comisión interministerial para fijar los criterios que deberá cumplir el emplazamiento del almacén. Tres años después, el proceso está paralizado a la espera de que el Ejecutivo realice una convocatoria a la que podrán acceder los municipios que quieran optar a acoger las instalaciones, algo que Industria preveía hacer tras el verano.

Solución definitiva

Será el Gobierno el que finalmente decida la ubicación, en base a los requisitos fijados. El almacén temporal centralizado permitirá guardar "de manera provisional y segura" los residuos radiactivos de alta actividad. Está considerada, por razones estratégicas y económicas, la mejor alternativa a la conservación en las piscinas o en depósitos individuales. Se dispone en superficie y almacenará en seco los materiales durante 60 años. La instalación no genera energía, ni es contaminante, según Enresa. La idea es que, durante ese tiempo, las instituciones avancen en la creación de un Almacenamiento Geológico Profundo (AGP) para la disposición final del combustible utilizado.

"Lo que parece es que se está peloteando la cosa para adelante", aseguró el viernes el director de la central de Almaraz, José María Bernaldo de Quirós. Tras reconocer que "hay una controversia enorme" en cuanto al emplazamiento del ATC, Bernaldo no cree que el problema sea que nadie quiera tenerlo en su zona. "Yo creo que no es así", dijo.

Vigilados durante 300 años

La gravedad de la cuestión reside en los elevados niveles de radiactividad presentes en el combustible ya utilizado, cuya peligrosidad se mantiene durante miles de años. No ocurre lo mismo con los residuos de media y baja actividad, cuya gestión la lleva a cabo el almacén centralizado de El Cabril, en Córdoba. Estos materiales –herramientas, ropa de trabajo, etc.- reducen su radiactividad a la mitad en menos de 30 años, según Enresa.

Las instalaciones, que según un informe publicado la semana pasada se encuentran a casi el 60% de su capacidad, garantizan la conservación de todos los residuos nucleares de esa categoría, considerando la actividad de los ocho reactores actuales –de donde proceden la mayor parte de los materiales-. Los restos se meten en contenedores de hormigón que se mantienen almacenados durante 300 años. Pasado ese tiempo, su radiactividad habrá descendido a una similar a la del entorno y pasan a ser inocuos.

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