Ránking de Competitividad de IMD

Un estudio global señala al Gobierno por la pérdida de competitividad de España

El Centro de Competitividad Mundial apunta a la falta de adaptación de las políticas públicas a la situación económica, a la fragilidad de las cuentas públicas y a la legislación laboral el desplome en el ránking.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una intervención televisiva durante el estado de alarma.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una intervención durante el estado de alarma.

España perdió tres puestos en el ránking mundial de competitividad durante el año de la pandemia, según los resultados difundidos este martes por el Centro de Competitividad Mundial IMD y el Instituto de la Empresa Familiar. La economía española que ya antes de la pandemia ocupaba un discreto puesto 36 en este ránking que evalúa la capacidad de la economía de fomentar un entorno en el que las empresas puedan generar valor cayó durante el año 2020 hasta el puesto 39, en parte por el mayor impacto que los confinamientos tuvieron para una economía tan dependiente de la actividad turística como la española pero también por la falta de adaptación de las políticas económicas decretadas desde el Gobierno a la situación generada por la Covid.

Según la medición realizada por IMD, la respuesta de las autoridades españolas a la crisis - entendida como su capacidad para impulsar políticas que favorecen la competitividad - situó a España en el puesto 57 sobre los 64 países observados y tuvo una contribución importante en el retroceso experimentado por España en el ránking global de competitividad en 2020. No fue el único factor. El deterioro de la situación de las cuentas públicas y la orientación de la política fiscal también han contribuido a este retroceso, si bien el factor que más pesó en el mismo fue el debilitamiento de la demanda doméstica, que situó a España como la economía de la OCDE que más cayó en el año de la pandemia.

"La pandemia ha tenido un impacto muy fuerte sobre las economías mundiales y ha hecho que la competitividad y el acierto en determinadas políticas gubernamentales sean más importantes que nunca", señala el informe. A la luz de los resultados obtenidos por España no parece que la orientación de la política gubernamental haya sido la más adecuada. 

El director del Centro de Competitividad Mundial, Arturo Bris, señala entre las posibles causas que han podido llevar a los encuestados a reflejar esa opinión sobre España la falta de consensos políticos y sociales para abordar la crisis. "Es uno de los problemas de España. Todos los partidos deberían tener una lista clara de asuntos en los que ponerse de acuerdo y la educación es uno de ellos. Sin embargo, carecemos de los mecanismos necesarios para ello. Nuestro país no tiene una estrategia económica clara precisamente debido a esta falta de acuerdos políticos y sociales".

La normativa laboral y los impuestos como lastres

El ránking de IMD no sólo permite valorar como ha evolucionado la competitividad de una economía en un ejercicio concreto sino también los factores que más impulsan o que más lastran la competitividad de la economía, al menos a partir de la metodología de este informe. El informe señala como las principales fortalezas de España en materia de gobernanza económica aquellas que tienen que ver con su pertenencia al euro, como la estabilidad del tipo de cambio o la evolución de la prima de riesgo, o su pertenencia a Europa, la ausencia de barreras tarifarias. Aunque también hay fortalezas domésticas en este campo, entre las que la más relevante a ojos del IMD es la baja tasa de homicidios en España, la libertad de prensa o el índice de calidad democrática.

Las singularidades domésticas afloran con toda su crudeza en la parte de debilidades que identifica el informe y que encabeza la situación de la finanzas públicas - en 2020, España cerró el ejercicio con un déficit público del 10,97% -; la regulación del desempleo, que mide los incentivos que genera para que los parados se reinserten en el mercado laboral; la regulación de la creación de nuevas empresas; y, como ya se ha mencionado, la (escasa) capacidad de adaptación de las políticas económicas del Gobierno a la situación económica.

En el capítulo de lastres para la competitividad, el informe destaca la elevada tasa de paro juvenil, el déficit de reformas estructurales, las lagunas en la digitalización de las empresas y la escasa capacidad para captar y retener talento. El ránking global de competitividad de IMD lo encabeza Suiza, seguida de Dinamarca y Suecia. De las grandes economías del euro, Alemania figura en el puesto 15, Francia en el 29 e Italia en el 41, justo por detrás de España (39) que se sitúa en un nivel similar en términos de competitividad a otros países como Letonia, Eslovenia o Hungría.

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