En los nuevos presupuestos

La Eurozona apura la emisión de deuda a nivel récord por el riesgo de recesión

Los gobiernos, que emitirán más en 2023, deberán afrontar la herencia que deja el fuerte endeudamiento con el que se combatió la Covid en un contexto de costes más elevados y menos compras del BCE

La zona euro dispara sus emisiones cerca de récord de cara a 2023
La zona euro dispara sus emisiones cerca de récord de cara a 2023
Pixabay

La Eurozona está aproximándose a una recesión que, si bien no se prevé tan profunda como la que provocó la pasada crisis financiera, podría llevar aparejada una recuperación más lenta y estará acompañada, además, de una inflación que seguirá muy por encima del objetivo del Banco Central Europeo (BCE) tanto el año que viene como el próximo. Esto obligará a la entidad a seguir subiendo los tipos de interés oficiales (se sitúan desde noviembre en el 2%), frenando más que previsiblemente el crédito a los hogares y debilitando los planes de inversión de las empresas. 

Hay indicadores macro que, de hecho, ya sugieren que esa contracción está en marcha, como la caída de las ventas al por menor, las exportaciones y la producción industrial en Alemania, la mayor economía economía europea, así como el fuerte descenso en el gasto de los consumidores franceses y el retroceso de su producción industrial. Ante ese escenario recesivo en el conjunto de la región, los Gobiernos volverán a tirar de deuda en 2023 para cuadrar las cuentas públicas y para financiar los estímulos fiscales que algunos países, como Alemania, ya han puesto sobre la mesa. El Gobierno de Olaf Scholz ha aprobado un "paraguas" anticrisis de 200.000 millones de euros (el 5% de su PIB) para ayudar a los hogares y las empresas a pagar la factura de la luz.

El principal problema es que van a hacerlo en medio de un endurecimiento de los costes financieros -con tipos muy superiores a los de la pandemia, cuando tuvieron que aplicar también estas políticas-, con un emisor que en 2023 previsiblemente estará reduciendo su balance y con una incertidumbre geopolítica que hace muy difícil prever cuál será la factura energética para las empresas y los hogares. Los dos primeros factores (precio del dinero más elevado y reducción de la cartera de deuda del BCE) pueden agravar el deterioro de la economía. Un incremento mayor de los costes energéticos, también lo hará.

De momento, los presupuestos para 2023 que se van conociendo en la zona euro apuntan a un incremento generalizado de la emisión bruta de deuda, señala Aurelio García del Barrio, doctor en Ciencias Económicas y director del Global MBA con especialización en Finanzas del IEB. "Las necesidades de financiación de los Gobiernos serán mayores y van a aproximarse de nuevo a los niveles récord de 2020", apunta. Los tesoros de la Eurozona tendrán que afrontar el próximo año con mucha más crudeza la pesada herencia que deja el fuerte endeudamiento con el que se combatió la pandemia, empezando por la amortización de la deuda a tres años lanzada en 2020, en el peor momento de la crisis sanitaria. 

Sin reglas fiscales, pero con toque de atención de Bruselas

"Y lo harán con tipos de interés muy superiores y un papel mucho más pasivo del BCE en el mercado", apostilla García del Barrio. Sin embargo, y pese al aumento de los volúmenes brutos de emisión, los países del euro prevén seguir avanzando a lo largo del año que viene en la reducción del déficit y de la ratio de deuda sobre PIB. La Comisión Europea mantendrá suspendidas las reglas fiscales el próximo ejercicio (la obligatoriedad de los países miembros de ceñirse a los objetivos de déficit y deuda establecidos), pero las recuperará a partir de 2024.

Para ese ejercicio Bruselas prevé tener lista su reforma de dichas reglas que incluiría, entre otras cosas, una senda de gasto neto a medio plazo que dependa de la deuda específica de cada Estado para un horizonte de cuatro años -y que podría ampliarse hasta un máximo de siete-; que mantiene el límite de déficit público en un 3% del PIB; y que incorpora sanciones más duras y automáticas para los países que incumplan estas metas, aunque de menor cuantía para que sea más fácil aplicarlas y no caigan en saco roto. El ajuste fiscal será algo mayor en 2023, cuando se espera que la mayoría de las medidas de apoyo hayan expirado.

El Ejecutivo comunitario dio el visto bueno recientemente a las cuentas de 2023 de España y de otros once países de la Unión Europea (entre ellos los de Francia o Grecia) y solicitó al resto medidas adicionales para ceñirse a sus recomendaciones. Como han hecho también el BCE y organismos internacionales como el Fondo Monetario o la OCDE, las autoridades de la UE han venido reclamando a los gobiernos medidas anticrisis temporales y centradas en los hogares y empresas más vulnerables para incentivar una reducción de la demanda energética. De hecho, Bruselas ha lamentado que solo el 20% de las acciones para atajar al incremento de los precios de la luz y el gas sean "específicas" mientras que la gran mayoría son universales, contraviniendo sus propias recomendaciones. 

La evolución de los precios de la energía durante los meses de invierno será una de las claves que marquen el momento en que se constate la recesión del área del euro. Sin embargo, como las políticas fiscales de los principales gobiernos europeos siguen apoyando el crecimiento, "esto puede proporcionar un amortiguador para evitar una recesión total en la zona euro durante un poco más de tiempo", apunta Erick Muller, de la gestora Muzinich & Co.  Desde su punto de vista, el panorama es complejo para el BCE, que pidió un apoyo fiscal específico, limitado y temporal. Los gobiernos de la Eurozona no están siguiendo estas recomendaciones, y esto puede llevar a más subida de tipos en la región en el futuro.

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