La Comunidad Valenciana abandera la propuesta

El experimento de la semana de 4 días: "Duplicamos plantilla y ganamos más"

Un puñado de empresas ha derribado la frontera laboral de 5 días. Son pequeñas compañías en las que el cambio no da vértigo; mientras, las grandes corporaciones dan pasos con pies de plomo y reducen salarios.

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El experimento de la semana de 4 días: "Duplicamos plantilla y ganamos más"
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Los casi tres meses de confinamiento en 2020 dieron para mucho. Hubo quien los superó haciendo deporte, grabando vídeos que luego subía a TikTok o teletrabajando más de lo que debía. María Álvarez lo pasó como una buena parte de los españoles: tratando de compaginar su trabajo con el cuidado de su casa y de sus hijos. Cofundadora de la agencia de marketing Ephimera y del restaurante La Francachela de Madrid, se encontró una situación que recuerda como “muy complicada”, al tener que dedicarse a buscar de soluciones para su negocio físico.

“Ephimera contaba con políticas de conciliación muy avanzadas desde 2013, pero en los restaurantes no eran aplicables. Cuando reabrimos en mayo de 2020 buscamos soluciones de emergencia, y apostamos por cambiar nuestro modelo laboral para implementar la semana de cuatro días. Acabó quedándose al convertirse en un ejemplo de innovación en hostelería, y nos convertimos en promotores de la iniciativa como palanca de transformación para todas las empresas”, comenta a La Información. 

La Francachela abre todos los días, pero sus empleados distribuyen sus tres días libres a lo largo de la semana. Cree que lo más difícil fue asumir el cambio de cultura y rutina que supone pasar a tener cuatro días de trabajo efectivo. “Nuestros empleados no se lo creían”, señala Álvarez. Uno de ellos le llegó a confesar que los fines de semana de tres días “te cambian la vida”.

dotado con 10 millones de euros

  • Industria prevé lanzar el programa piloto nacional en julio, al que podrán optar empresas de hasta 250 empleados. 

Aunque ahora empieza a formar parte de la agenda pública, no era un debate conocido en España hasta que Más País lo incluyó en su programa electoral para las generales de 2019. En calidad de apoyo del Gobierno, negoció con el PSOE la implementación de un programa piloto para aquellas empresas que decidieran cambiar su modelo y facilitase trabajar cuatro jornadas a lo largo de la semana. El Ministerio de Industria pretende sacar en julio las bases que regulen la iniciativa, a la que podrán optar hasta 6.000 empleados de 200 empresas que tengan entre 6 y 250 empleados, previa negociación colectiva.

Daniel Magaz se propuso aplicar su propuesta en Toldos Porriño, una empresa familiar de Pontevedra, siguiendo el ejemplo que había visto en los países nórdicos y con el fin de “disfrutar de la vida trabajando un poco menos”. La pandemia retrasó su implantación hasta septiembre de 2021, y los cambios no han traído ningún problema: “La productividad se mantiene porque el trabajo sale como debe”. Contrataron un empleado más para cuadrar sus nuevos turnos, uno de lunes a jueves y otro de martes a viernes, con el fin de mantener el servicio habitual.

Toldos Porriño se convirtió en la primera empresa de Galicia que implementó el modelo y se muestra “encantado”. Magaz, que afirma que recibe muchas preguntas al respecto pero que nadie “da el paso”, rechaza el modelo clásico y prefiere que el tiempo que se trabaje sea “de calidad”, ya que la gente “lo coge con más ganas”. Pone la pelota en el tejado de las empresas: “Se trata de compaginar el beneficio empresarial con el social. Los beneficios son importantes, pero se trata de reducirlos un poco para beneficiar a los trabajadores y a mí mismo, ya que yo también formo parte de ello”, asegura a este periódico. 

Todas las empresas contactadas por La Información afirman haber mantenido o aumentado su productividad y beneficio empresarial. La Francachela registró beneficios en 2020 y 2021, coincidiendo con el peor momento del sector hostelero; y no tiene problemas para encontrar empleados, como sí les pasa a otras empresas del sector, al ofrecer unas condiciones ventajosas.

La formación también se adapta de lunes a jueves

Otras aprovecharon la semana de cuatro días para convertir una debilidad en su nueva fortaleza. La escuela de formación malagueña EMA Competición, dedicada a la mecánica de motos veía cómo sus mejores alumnos no acudían los viernes a clase al tener que realizar prácticas en equipos de competición, ya que “los que se iban eran los mejores”. Implantaron su nuevo modelo en septiembre de 2019 y las clases pasaron a ser de lunes a jueves

“Los alumnos están encantados, ya que los viernes se pueden ir a competiciones o volver a sus lugares de origen”, apunta Josele Lafuente, director de la escuela. Sus empleados trabajan menos cobrando lo mismo. “Como el precio del curso es el mismo, los sueldos se han mantenido, reduciendo las horas de trabajo de 40 a 32”, asegura. Lafuente busca “más calidad de vida” tanto para sus empleados como para él, y pone como ejemplo que “nadie me pide días de asuntos propios, porque aprovechan los viernes para ir al médico o al banco”.

Hay empresas que no se quedan ahí y apuntan a metas más difíciles de conseguir. Hack a Boss, radicada en A Coruña pero con empleados repartidos por toda España, se dedica a la formación online mediante cursos de programación. Tras el confinamiento, quisieron ampliar su abanico de políticas de conciliación, que ya incluían desde 2018 la semipresencialidad o la presencia de animales en la empresa. Con el fin de mejorar la salud mental y el descanso de sus empleados, ofrecían días libres no calendarizados. 

"Nos pareció interesante que cada empleado pudiera librar cuando lo necesitase. Hicimos una prueba y en enero de 2022 implantamos la semana de cuatro días”, cuenta su CEO, Pablo Rodríguez, a La Información. Imparten las clases de lunes a jueves, mismos días que mantienen su servicio de soporte técnico a empresas. “Si surge una urgencia la atendemos, pero ese empleado descansa el siguiente lunes”, apunta.

"Nadie me pide días de asuntos propios, aprovechan los viernes para sus gestiones"

Rodríguez señala que durante la transición se ha encontrado con dos problemas: la adaptación de los clientes, que “parecen reticentes, pero se acaban acostumbrando”; y la de sus propios empleados. Durante los tres primeros meses localizaron algunos casos de estrés entre su personal, al no conseguir adaptar su carga de trabajo al modelo de cuatro días. Considera que es necesario “desarrollar una cultura que ayude a la gente a evitarlo, mejorar su organización y acostumbrarse a este nuevo formato”, para lo cual pusieron en marcha iniciativas de sensibilización y acompañamiento a los trabajadores. 

Reniega de quienes creen que trabajar un día menos reduce la productividad: “Hemos duplicado nuestra plantilla y facturado el triple durante el primer trimestre”. Sin embargo, cree que el indicador que mejor valida la implantación es el número de personas que quieren trabajar en su empresa: “Hemos recibido 1.200 currículums desde enero; el año pasado fueron 67”. Dos viernes al mes organizan eventos para sus empleados, a los cuales pueden acudir de forma voluntaria, que también son un éxito: “Hay quienes prefieren descansar, pero quienes vienen están encantados. Nos ha ayudado mucho a mejorar el compañerismo, generar mejores relaciones sociales y mejorar la salud mental, al poder desconectar tres días”.

Las grandes testean la idea con recelo

La semana de cuatro días también empieza a llegar a las grandes empresas. Telefónica fue la primera cotizada en sumarse al modelo, y acaba de acordar con los sindicatos abrirlo a toda la plantilla, aunque su primera fase estará limitada al 10% de los empleados de cada departamento durante tres meses. El piloto, lanzado en octubre, sólo convenció a 153 empleados que vieron reducidas sus jornadas hasta las 32 horas, pero también sus salarios en un 16%.

Desigual planteó a sus empleados de oficina trabajar 34,5 horas durante cuatro días, uno de ellos de teletrabajo, a cambio de reducir los sueldos un 6,5%. El proceso no estuvo exento de polémica, ya que la alternativa era la rescisión del contrato, algo que los sindicatos consideraron fuera de la ley. Necesitaba dos tercios de los votos y fue aprobado por el 86% de sus empleados.

Busca un "gran acuerdo social"

  • El alcalde de Valencia quiere probar el modelo durante un mes en todas las empresas valencianas

Hay gobiernos que no están dispuestos a dejar la pelota únicamente en manos de las empresas. La Comunidad Valenciana ha decidido tomar la delantera en este cambio de modelo laboral, e impulsó a finales de mayo la primera “Cumbre Internacional de la jornada de cuatro días”, que contó con la presencia de defensores de la iniciativa a nivel mundial. Tal fue su repercusión que el alcalde de la capital del Túria, Joan Ribó, anunció su intención de negociar un “gran acuerdo social” que permita probar el modelo durante un mes en todas las empresas valencianas. La propuesta también ha llegado a la campaña de las elecciones andaluzas, después de que la candidata de la coalición ‘Por Andalucía’ se comprometiera a estudiar su implantación si conseguía gobernar. 

Héctor Tejero, diputado de Más Madrid, cree que el verdadero valor de la iniciativa está en cómo las empresas no solo se replantean su modelo laboral, sino también su modelo de negocio: “a la mayoría de empresas que prueban les va bien y adquieren un plus, ya que atraen nuevos talentos y acaban mejorando su productividad”. Considera que, al abordar la conciliación, permite afrontar problemas de salud mental, estrés o cuidados, lo cual ha convertido al debate en “global e imparable, la cuestión es cuánto se va a avanzar y cuándo se va a hacer”. 

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