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El extraño vuelo de los NFT: objetos que flotan en la nube y pueden desplomarse

¿Vender un tuit? ¿Cómo es posible? Hasta ahora, existía el mercado que todo el mundo conoce: comprar y vender cuadros, esculturas... Cosas que tienen una presencia palpable. Pero un tuit es un registro digital.

NFT arte
El extraño vuelo de los NFT: objetos que flotan en la nube y pueden desplomarse.
CONTACTO vía Europa Press

El primer tuit del fundador de Twitter salió a la venta a finales de 2021 y fue comprado por 2,9 millones de dólares. El tuit decía: “Solo estoy configurando mi Twitter” y había sido escrito de hace quince años por Jack Dorsey. Ese tuit lo compró un ciudadano malayo llamado Sina Estavi. Estavi lo puso en venta en abril de 2022 en un mercado digital llamado Opensea, pero la oferta más alta que recibió fue de 6.200 dólares, apenas un 0,2% de lo que él había pagado.

¿Vender un tuit? ¿Cómo es posible? Hasta ahora, existía el mercado que todo el mundo conoce: comprar y vender cuadros, esculturas, dagas o papiros. Cosas que tienen una presencia palpable. Pero un tuit es un registro digital. Está en internet. En la nube. Se puede ver y se puede leer. Si una persona pone en Google “primer tuit de Jack Dorsey” (el fundador de Twitter) lo encuentra fácilmente. Se puede incluso reproducir, copiar y usar de salvapantallas. El propietario es el señor Estavi. Da igual.

primer tuit de Jack Dorsey
Primer tuit de Jack Dorsey
Twitter

Comprar un tuit es como si se pudieran comprar palabras del diccionario. Imaginemos que la Real Academia decide saca la palabra “lámpara” a subasta y alguien la compra. Compraría solo un registro electrónico donde diría que oficialmente esa persona es dueña de esa palabra, aunque todo el mundo la usara. A muchos les sonará ridículo pero eso está pasando y tiene un nombre: NFT.

Hace poco más de un año, casi nadie había oído hablar de los NFT. Son las siglas de Non Fungible Token. Su traducción más exacta sería una “ficha no canjeable”. Un NFT podría ser el tuit de Dorsey, pero también la imagen digital de un jugador de baloncesto de la NBA, la foto digital de la fachada de nuestra casa o lo que sea. En ese mercado hay de todo: una de las cosas más ridículas que se ha vendido ha sido el dibujo de un chimpancé aburrido (Bored Ape). Se vendió por 3,14 millones de dólares. Hay 10.000 imágenes del Mono Aburrido: con peluca, con ojos saltones, con gafas de sol, con casco… Se pueden comprar ahora en un mercado digital llamado El Club de Yates de Monos Aburridos (Bored Apes Yacht Club). La media de ellas vale unos 100.000 dólares. Se paga en la criptomoneda Ethereum, que en los momentos de escribir este artículo equivale a 92 ethereum. Quien compre uno de esos monos aburridos podrá decir a sus amigos que la versión digital de ese mono con sombrero es suya y solo suya.

Ahora bien, como no existe una regulación específica para los NFT, cualquier persona puede descargarse cualquier imagen del Mono Aburrido y ponérsela en su perfil de Twitter. Es lo que hizo Elon Musk, el magnate fundador de Tesla y SpaceX. Se descargó y exhibió durante varios días una imagen con un montón de Monos Aburridos, y dijo: “No sé… parece un poco fungible” (queriendo decir que, en contra de lo que dice la definición de NFT, sí se podía emplear esos NFT a pesar de que tuvieran derechos de propiedad). El hecho hizo centrar la atención de mucha gente en este curioso y extraño mercado.

Mono Aburrido
Mono Aburrido
Bored Apes Yacht Club

El mercado de los NFT es un mercado digital donde se paga con criptomonedas: bitcoin, ethereum, dogecoin... El comprador puede demostrar que es propietario de algo como, la imagen de un mono aburrido porque cuando lo compra, queda un registro en blockchain, que es una plataforma ultrasegura. Blockchain verifica que el Mono Aburrido número 355 es de una persona en concreto. No se puede modificar. Blockchain puede demostrar que algo virtual tiene un propietario. Lo que no está claro es si eso sirve de algo.

La historia de los NFT está asociada a un matemático israelí llamado Meni Rosenfeld. Tras obtener su maestría en matemáticas, Rosenfeld trabajó para una empresa llamada SimilarGroup, que se dedicaba a medir el tráfico en las páginas web. Allí se familiarizó con los algoritmos y escuchó por primera vez la palabra bitcoin. “En agosto de 2011 me di cuenta de que Bitcoin tenía mucho potencial”, dijo en una entrevista reciente para la web Bountyx.com. Se asoció a Ron Gross y comenzaron a desarrollar proyectos basados en el bitcoin, que era la criptomoneda de moda.

En 2012 Rosenfeld elaboró un documento que para muchos es el origen de los NFT. Se tituló “Una descripción de las monedas coloreadas” (Overview of Colored Coins). La idea era la siguiente: un bitcoin era una moneda virtual que servía para comprar cosas (era fungible, se gasta con el uso). Pero ¿qué pasaría si cogiéramos varios bitcoin y los separásemos de los demás coloreándolos? Serían diferentes. ¿Y qué pasaría si esos bitcoin especiales los asociamos con la propiedad exclusiva de algo y no fuera fungible?

La idea era muy básica pero fue tomando forma con los años. En 2014, Anil Dash, el consejero delegado de una empresa llamada Glitch, junto con el artista digital Kevin McCoy, intentaron lanzar obras de arte digitales basadas en la tecnología de seguridad blockchain. Es decir, que si alguien crease una obra de arte digital como una Mona Lisa con sombrero, se pudiera verificar la autenticidad del original por encima de todas las copias o descargas.

El siguiente paso consistió en buscar un sitio donde esas obras pudieran ser vendidas con la garantía de que eran las originales. Uno de esos primeros sitios fue Counterparty. Era una plataforma donde los usuarios podían intercambiar activos digitales coleccionables. En ese momento, 2014, se usaba principalmente para el intercambio de memes. Pero atrajo la atención de aquellos miembros de la criptocomunidad que pensaban en crear arte coleccionable digital.

“Tras este álbum, todo el mundo en la industria de la música y el entretenimiento empezó a prestar atención a los NFT"

En 2017 se empezó a hablar de “activos tokenizados”. Un token en inglés significa “ficha”, pero también “certificado”. Es decir, que los activos digitales podían tener un certificado de autenticidad. En 2021 ya se empezó a hablar seriamente del asunto cuando imágenes de jugadores de la NBA de EEUU empezaron a ser “tokenizadas”, convertidas en objetos de comercio digital compradas con criptomonedas, y adjudicando el derecho exclusivo de propiedad. También en 2021, la galería de arte Sotheby's vendió dos lotes de imágenes de Monos Aburridos por 24 millones de dólares y 1,8 millones de dólares, respectivamente. Entonces, los inversores comenzaron a ver esto con seriedad.

Y de ahí saltó al mundo de la música: la banda de rock estadounidense, Kings of Leon lanzó uno de los primeros álbumes de NFT de la industria a través de la plataforma musical y de eventos llamada Yellow Heart en marzo de 2021. “Tras este álbum, todo el mundo en la industria de la música y el entretenimiento empezó a prestar atención a los NFT. Los artistas más creativos se lanzaron primero, y luego todos los demás empezaron a husmear”, afirmó Josh Katz, director general de Yellow Heart, a la publicación Cointelegraph.

El mercado de NFTs ha cogido tal vuelo que de mover 41.000 millones de dólares en 2021 ahora está moviendo 37.000 millones de dólares en solo cuatro meses de 2022, según la firma Chainanalysis. Un sobre de cromos de papel del futbolista Kylian Mbappé cuesta 1 euro. En cambio, el NFT se pagó a 88.000 dólares (al precio de la criptomoneda ethereum cuando se hizo). Se comercian con canciones, gatitos, cromos de fútbol, cartas de Pokémon, y hasta con cortos videos de las mejores jugadas de baloncesto. Hace pocos días, el artista Refik Anadol convirtió en NFT una versión de la fachada de la casa Batlló en Barcelona. La vendió por 1,38 millones de dólares en la galería Christie’s.

El periodista de la BBC Omar Mehtab entrevistó al norteamericano que había pagado 208.000 dólares por un mate de LeBron James. Cuando Mehtab le pregunto qué sentido tenía comprar eso, pues todo el mundo podía ver la jugada en YouTube, Jessie Schwarz, contestó que no era lo mismo tener una copia de la Mona Lisa, a tener el original. Según Jessie, ese corto video ahora vale más de un millón de dólares. Es la NFTmanía.

La cosa se ha extendido a universos insospechados porque se venden cosas tan extrañas como parcelas de planetas lejanos, un trozo de una canción o la esquina de una ciudad. Se han pagado 590.000 dólares por una animación de un gato disparando un arcoíris por el trasero; 1,5 millones de dólares por un dibujo pixelado de la serie CryptoPunk; 3,6 millones de dólares por una canción personalizada del discjockey 3LAU; y 6,6 millones de dólares por un videoclip de 10 segundos del artista Beeple. El NFT más caro es una obra del artista Pak denominada The Merge (La fusión) vendida en Nifty Gateway: consiste en una imagen de un planeta blanco: se vendió por 92 millones de dólares. Se pueden vender incluso miles de copias de la misma cosa. Grimes, una cantante que fue la esposa de Elon Musk, vendió miles de copias de su álbum musical por más de 7.500 dólares cada una en formato NFT. Cada copia tenía un certificado en blockchain para verificar que era… una copia.

Quien invierta en estos activos digitales debe tener en cuenta que se cotizan y pagan en criptomonedas. En la segunda semana de mayo de 2022, todas las criptomonedas se han desplomado: bitcoin, ethereum, dogecoin y sobre todo una criptomoneda llamada Luna. Sus precios equivalentes en dólares han sufrido un enorme bajón por la guerra en Ucrania, la inflación, el temor a la subida de tipos de interés, la inestabilidad mundial y el miedo. Muchos analistas añadían que había estallado la burbuja, y que tanto las “criptos” como ”el arte digital” habían estado flotando en una nube de ilusiones. El mate de LeBron James en video de repente vale mucho menos.

Los NFT recuerdan a otras fiebres digitales como la de las punto.com en los años 2000. Terra fue una de aquellas fiebres. Salió a Bolsa en 1999. Alcanzó los 157 euros por acción y fue excluida de bolsa seis años después, al precio de un euro. ¿Será esta otra moda a punto de estrellarse? Unos dicen que eso es precisamente lo que está pasando ahora pues el mercado se ha dado cuenta de que las NFT son un bluff. De hecho, los creadores de la serie del Mono Aburrido (Yuga Lab) confesaron hace tiempo en su página web que “nos dispusimos a hacer algunos simios drogadictos, probamos nuestras destrezas e intentamos construir algo (ridículo)”. Otros piensan que lo que se ha desplomado es la cotización de las criptomonedas, cosa que ya ha sucedido varias veces, y que se volverán a recuperar.

Y otros más dicen que cuando el mundo virtual del Metaverso anunciado por Facebook se ponga de verdad en marcha será otra cosa. Muchas empresas se están preparando para vender en el mundo virtual de Facebook: desde ropa hasta coches. Se pagará en criptomonedas. Para combatir a los escépticos ponen el ejemplo de que internet ya existía en la década de 1970, pero nadie supo ver cómo sería en los años 90, cuando se desarrolló de verdad.

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