Fábrica de Sevilla sortea la crisis con sombreros para judíos

  • Manuel Rus.

Manuel Rus.

Sevilla, 26 jun.- Una fábrica de Sevilla exporta cada año 12.500 sombreros para judíos ortodoxos de Nueva York y Jerusalén, cada uno de ellos con un precio medio de venta al público de unos doscientos dólares (160 euros), una actividad que comenzaron en la década de los ochenta y que les ha permitido sortear la crisis.

Miguel García, gerente de Industrias Sombrereras de España S.A. (ISESA), ubicada en Salteras, en las afueras de Sevilla, ha explicado a Efe que comenzaron a fabricar estos sombreros negros después de que los responsables de Kova Quality Hatters, de Nueva York, les visitaran en los años ochenta porque se habían quedado sin proveedores.

Desde entonces la colaboración ha sido fructífera y exportan a la ciudad norteamericana unos 10.000 sombreros, mientras que el resto se envían a Israel, lo que eleva al 20 % su cuota en la producción mundial de estos sombreros, que se culminan tras un minucioso proceso productivo de casi dos meses de duración que incluye más de doscientas operaciones, todas artesanales.

"Sin haber tenido esa producción, la empresa habría sido insostenible como tal", resume García, que defiende la "alta calidad absoluta" del producto para evitar la competencia de países como China o la India, donde se hacen los tricornios de la Guardia Civil, precisa antes de enfatizar que "somos los mejores del mundo, dicho con humildad, por eso nos vinieron a buscar".

La empresa, con 35 trabajadores y una facturación de 2,5 millones de euros el último año, no ha parado de crecer desde que en el 2007 comenzó la crisis en España, periodo en el que el gerente asegura que han crecido en torno al 25 % hasta vender unos 35.000 sombreros al año de varios tipos.

La clave del éxito con los sombreros para los judíos ortodoxos, con medidas muy estrictas, es que el fieltro se fabrica en Sevilla y no se compra hecho, y para su elaboración se usa pelo de conejo comprado en Portugal o Bélgica, así como pelo de liebre y de castor, y para lijarlos emplean escamas de tiburón.

Para darle dureza al fieltro, que es de una sola pieza, en la fábrica sevillana se le incorpora una goma extraída de un árbol de la India tras la picadura de un mosquito, subraya García, que destaca la regularidad en ofrecer un producto "perfecto" como base para mantener el negocio.

Una vez terminados los sombreros, un equipo de mujeres les cosen los añadidos, como el ribete o borde, el forro interior, la badana, que es de piel y se puede personalizar, y la cinta exterior.

Además de los sombreros para judíos, la empresa sevillana tiene numerosos modelos, entre ellos los de la película Indiana Jones; los que se lucen en las carreras de caballos del Reino Unido, como las de Ascott; o los tradicionales de ala ancha andaluces, que ahora se venden casi todos a Japón porque los pedidos en Andalucía han bajado por la crisis.

Dentro de los planes de expansión de esta empresa, fundada en 1895 y que antaño vendía el fieltro en bruto antes de hacer los sombreros finales, se incluye la apertura en septiembre de una tienda piloto en Sevilla como base para extender una red de establecimientos nacional e internacional.

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