Fiesta presentará un plan de adaptación para su venta a otro inversor

Madrid, 23 ene.- La compañía de caramelos Fiesta presentará la semana que viene ante el juzgado de lo mercantil nº 4 de Madrid un plan de adaptación "destinado a la adquisición de la compañía por parte de un tercero", han avanzado a Efeagro fuentes de la empresa.

La entidad, que se encuentra en proceso de liquidación desde octubre, planteará en este plan y a través de su administración concursal (Data Legal) sus datos económicos y su situación financiera a fin de encontrar un inversor interesado en comprarla.

"Se persigue que este futuro comprador continúe con la producción de caramelos y que conserve el mayor número de empleados y marcas posible", han señalado las mismas fuentes.

Es la segunda vez en cinco años que Fiesta inicia un proceso concursal, pero "a diferencia de entonces, en esta ocasión, la compañía no irá parar a manos de sus accionistas (la familia Mayoral entonces), sino que terminará en manos de otro grupo en los próximos meses", han añadido.

Fiesta ha señalado que su venta se llevará a cabo "a través de internet, una forma novedosa en España".

"El objetivo es garantizar la transparencia del proceso, evitando que se puedan favorecer unas candidaturas y no otras", ha concluido.

La empresa está ubicada en la localidad madrileña de Alcalá de Henares, en una parcela de 26.800 metros cuadrados, donde trabajan 145 personas.

Es fabricante de las famosas "piruletas de corazón", nombre inventado por la compañía para comercializar en España; también es dueña de las marcas de caramelos con palo Kojak o Fresquito, y tiene sus orígenes en la ciudad de Ponce, una de las mayores de Puerto Rico.

Allí, en la década de los 40, Juan Eugenio Mayoral Renovales creó Ponce Candy Industries, dedicada a la fabricación de dulces a partir del azúcar extraída de la caña en la cercana central azucarera de La Mercedita.

Después de haberse reinventado en la II Guerra Mundial, se fundó Fiesta en 1946, con sede en Venezuela, y en 1965 se inauguró la fábrica en Alcalá de Henares, Madrid.

Siete décadas después, la dirección de la compañía, controlada aún por la familia Mayoral, pidió voluntariamente su liquidación ante su incapacidad para cumplir el convenio de acreedores que había pactado.