El frente por la permanencia se arroga a la economía como bastión para ganar el referéndum

EUROPA PRESS

La economía ha constituido uno de los catalizadores fundamentales de la campaña del referéndum sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea, puesto que ambos bandos se han embarcado en una guerra de cifras de difícil digestión para un electorado al que tienen que convencer de que su apuesta representa la garantía de la prosperidad y la opción del rival, una amenaza para el crecimiento.

El debate económico, no obstante, ha constituido el territorio natural del frente a favor de la continuidad, que ha contado con el refrendo del Banco de Inglaterra, de la patronal británica, de los sindicatos; de organizaciones supranacionales como el FMI, o la OCDE; y de la práctica totalidad de los grupos de análisis sinónimos de rigor en Reino Unido, como el Instituto de Estudios Fiscales (IFS, en sus siglas en inglés), o la London School of Economics (LSE).

La escalada de advertencias sobre las letales consecuencias del Brexit llevó a sus partidarios a calificar al contingente pro-Bruselas como 'Proyecto Miedo', puesto que la consigna de su campaña se ha basado en un consenso desalentador para la segunda economía del continente: la vuelta de la recesión a tierras británicas si este 23 de junio vence la salida.

Aunque existen dudas sobre la eficacia de este mensaje para llegar al ciudadano medio, debido a la complejidad de las deducciones numéricas, el laboratorio de operaciones que supuso el referéndum escocés, celebrado en septiembre de 2014, evidencia que el bolsillo acaba contando para la casilla finalmente elegida.

CRUCE DE ALEGACIONES

Durante la campaña, un único colectivo de economistas ha apoyado el divorcio. 'Economists for Brexit' censuró las alertas por estar "basadas en modelos eurocéntricos defectuosos" y mantuvo que la solución pasa por operar a través la Organización de Libre Comercio, para así acabar con las barreras impuestas por la UE y con lo que considera el "proteccionismo" comunitario.

Sus cálculos, en caso de ruptura, prevén un PIB un 4% mayor a largo plazo gracias a la "respuesta dinámica de la economía a costes menores", lo que permitiría crear 300.000 empleos, un panorama que no podría discrepar más del estimado por el Gobierno británico, el FMI, o el IFS, que manejan dos posibles escenarios con un elemento en común: una ralentización del crecimiento que conduciría a la recesión y a una inevitable reducción del tamaño de la economía como consecuencia del descenso de los ingresos tributarios.

Para intentar transmitir cifras masticables al votante de a pie, ya que según las encuestas existe un profundo malestar ante la confusión de datos, el Ministerio del Tesoro dio una horquilla de pérdidas de puestos de trabajo de entre 520.000 y 820.000 de triunfar la ruptura y concretó que, aparte de dañar seriamente al PIB --entre un 3,6 por ciento y un 6 por ciento menor--, este desenlace llevaría a los hogares a contar con 4.300 libras (5.640 euros) menos en 2030.

IMPACTO EN LA AUSTERIDAD

Además, una de las temidas consecuencias del Brexit en un país severamente castigado por los ajustes fiscales en los últimos años es su impacto sobre la austeridad. El Gobierno ya ha avisado de que se dejará notar y ha fijado incluso el coste: 30.000 millones de libras (38.000 millones de euros), que tendrían que gestionarse en un presupuesto de emergencia para reformular prioridades acordes al nuevo estatus británico como estado independiente de los Veintiocho.

Como resultado, áreas protegidas desde 2010 sufrirían tijeretazos que no eximirían ni al Sistema Nacional de Salud, según ha avanzado el ministro del Tesoro y mano derecha de David Cameron, George Osborne. Sus predicciones están basadas en estudios independientes del IFS, que ha concluido que la caída del crecimiento que conllevaría el Brexit forzaría a aumentar el grado de los recortes previstos, o a ampliar el plazo para aplicarlos.

El Gobierno ya ha concretado que el 50 por ciento de los ajustes procederán de tijeretazos y la mitad restante, de subidas de impuestos, frente al escenario de los partidarios de abandonar, que mantienen que, de vencer su apuesta, se ahorrarían 18.000 millones anuales.

APORTACIÓN COMUNITARIA

Con todo, su credibilidad se ha visto notablemente cuestionada durante la campaña, puesto que su alegación de que Londres remite 350 millones de libras semanales a Bruselas ha sido rebatida por todos los analistas, que recuerdan que Reino Unido se beneficia del denominado 'cheque británico' --la fórmula asegurada por Margaret Thatcher --, de las ayudas agrarias, de los fondos de desarrollo y de las partidas destinadas a la ciencia.

Aún y así, por el tamaño de su economía, Reino Unido supone un contribuidor neto al presupuesto comunitario, al que remitió 8.500 millones de libras en 2015, el 5,6 por ciento del total. Estipulado desde una perspectiva doméstica, esta partida implica una libra de cada cien que el Gobierno británico gasta cada año, por lo que los economistas consideran mayoritariamente que el ahorro sería residual. El IFS, es más, cree que dados los efectos de la salida sobre el crecimiento, cualquier mejora se vería afectada por la caída de ingresos fiscales y el aumento del gasto social.

EFECTO SOBRE EL MERCADO LABORAL

Otra de las cuestiones clave es el mercado laboral, puesto que el frente pro-Brexit mantiene que romper mejorará las perspectivas para los británicos, como consecuencia de una reducción de la inmigración. Sin embargo, de acuerdo con un estudio del Instituto Nacional de Investigación Económica y Social (NIESR), la caída de la población foránea mermaría el tamaño de la economía británica y, consecuentemente, haría más pobres a sus ciudadanos.

El NIESR estima que una disminución de dos tercios de la inmigración significaría una economía un 9 por ciento menor en 2065. No en vano, según el Gobierno, la contribución tributaria de los ciudadanos del Área Económica Europea que más recientemente han cruzado el Canal de la Mancha fue de 3.000 millones en materia de impuestos, frente a los 500 millones que recibieron en prestaciones, una correlación que mejora notablemente a la de los nativos.

Por si fuera poco, los extranjeros son los catalizadores de la mejora del mercado laboral, ya que de acuerdo con la Oficina Nacional de Estadística, los ciudadanos foráneos son responsables del 56 por ciento del aumento del empleo. Sus datos desmontan también la teoría de que han provocado una caída de sueldos, puesto que las áreas con un mayor volumen de inmigración no muestran un crecimiento salarial inferior.

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