Más 'española' que británica en la reacción

Gibraltar y su desescalada: test masivos, gasto récord en paro y amenaza de cárcel

  • El Peñón empezó con el mes de mayo la primera de sus seis etapas de relajación frente a la pandemia con nuevas medidas de apoyo económico.
El ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo (en el centro), en un acto celebrado a finales de abril en honor a los trabajadores
El ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo (en el centro), en un acto celebrado a finales de abril en honor a los trabajadores
Gobierno de Gibraltar

De 40 parados a más de 6.000 ‘inactivos’. Hacer un porcentaje a estas cifras arroja algo tan difícil de leer como un aumento del 15.000% en apenas tres meses. Sea como sea, es lo que ha ocurrido en Gibraltar tras el paso del huracán de la Covid. La pequeña ciudad británica en el Estrecho del mismo nombre terminó el año 2019 con apenas 40 desempleados apuntados a su tranquila oficina de empleo. Al terminar el mes de abril, y según las cifras aportadas por el Gobierno llanito este jueves, el número de beneficiarios de la ayuda especial a los trabajadores afectados por la pandemia, se situó en los 6.073.

Casi todos ellos españoles, según calculan al otro lado de la frontera, desde la dirección comarcal de Comisiones Obreras, habida cuenta de que sus cálculos apuntan a que son unos 6.000 los españoles que han cobrado a finales de abril la primera paga especial de Gibraltar por quedarse sin empleo de manera repentina. En total, hasta 1.155 libras (unos 1.260 euros) o la mitad de su sueldo si fuera superior para empleados o incluso trabajadores por cuenta propia.

"No ha habido ningún problema en el cobro y Gibraltar ya ha anunciado que mantendrá la ayuda hasta que sea necesario, lo que ha sido un gran alivio para muchas familias de la zona", indica Manuel Triano, responsable de dicho sindicato. Desde el Gobierno británico en la península se ha estimado ya un primer coste por sufragar 6.000 de estas nóminas: algo más de 6 millones de libras... cuando su presupuesto anual para el empleo apenas supera el millón y medio, según el borrador de las cuentas para 2020. 

La medida, que podría continuar hasta junio en distintas etapas, fue anunciada por el ministro principal del Peñón, Fabián Picardo, en la ter-cera semana de marzo, justo cuando la Roca cerraba los colegios y toda actividad comercial o de hostelería, en una serie de decisiones que la acercaron más a la respuesta española a la crisis que la del Reino Unido, aún renuente en aquellos momentos.

También en esos días, Gibraltar decretó que se prohibía cualquier despido con efecto retroactivo desde el 15 de marzo y el control estricto de los precios de productos básicos sanitarios. Desde el primer momento se permitió la práctica del deporte y la salida controlada (sin reuniones) de los menores. Hasta este lunes 4 de mayo, sin embargo, se prohibió a los mayores de 70 años salir de sus casas y ahora se les permite de diez a doce de la mañana. Para ellos hay parques y zonas exclusivos a los que se prohíbe el paso a cualquier persona menor a esa edad.

En total, el Peñón suma un total de 146 casos positivos de coronavirus, lo que la sitúa más cerca de la media nacional española de 450 casos por 100.000 habitantes que la de sus vecinos más inmediatos (el Campo de Gibraltar es una de las zonas menos afectadas de una provincia como la gaditana ya poco afectada por la enfermedad), debido a su escasa población: apenas 32.000 personas según las cifras oficiales. No ha fallecido nadie y solo siguen activos cuatro casos, en datos del pasado viernes.

La obsesión, según subraya Picardo en cada comparecencia (hay ruedas de prensa oficiales diarias y él suele protagonizarlas cada dos o tres días), es extender los test a la población. De momento, se han practicado más de 3.600 pruebas y, si bien habrá casos en los que se ha aplicado la prueba más de una vez a una persona, deja un porcentaje inusualmente elevado de población controlada: más del 11% (en el conjunto de España no llega al 5% si se diera por bueno que se ha realizado un test por cada habitante).

Es la gran obsesión de esta primera fase de desescalada de Gibraltar que arrancó con el cambio de mes y que podría tener hasta seis etapas distintas. El sábado 2 de mayo ya pudieron abrir los pequeños comercios y las peluquerías, con la condición de mantener una higiene y protección absolutas (no se deja entrar a tiendas sin mascarilla). El lunes 4 volvió la construcción. Los bares siguen cerrados, en cambio, y el único crucero que pudo amarrar en el dique gibraltareño en estos casi dos meses fue para resolver un problema técnico.

Del aeropuerto local despegan un par de aviones como mucho cada semana (antes del cierre podrían volar unas 40 conexiones semanales). Tanto en la terminal como en la frontera con España (están en el mismo espacio físico) se aplican controles de temperatura. Lejos quedan aquellos primeros días, en la tercera semana de marzo, cuando el con-trol era mayor en la parte española que en la británica porque aún no se había cerrado la Roca.

"Nadie puede acusarme de complacencia con el Gobierno, pero la verdad es que lo ha hecho bastante bien", resume la situación Michael Netto, portavoz de Unite The Union, el principal sindicato de la ciudad. Además de representante de los trabajadores, su familia es casi un muestrario de la situación real de Gibraltar en estos 50 días. Como empleado sanitario durante 40 años, sabe que los hospitales nunca tuvieron ningún proble-ma en atender la enfermedad y que, todavía hoy, permanecen prácticamente reservados a la atención por la Covid.

Su hija es maestra y su hijo, empleado en el aeropuerto. Además, suele salir a pasear con su padre de 90 años, "que ha sufrido un deterioro físico y mental muy grande en estas ocho semanas; no solo él, sino que todos los ancianos de Gibraltar tienen miedo a salir". Para velar por su seguridad, trabajadores públicos sin empleo actual (como el hijo del aeropuerto) han sido reubicados para vigilar los accesos a los jardines exclusivos para mayores. Por su parte, la profesora sigue asistiendo al colegio cada pocos días para cuidar de los pocos niños que siguen acudiendo a los centros porque sus dos padres pertenecen a alguna de las profesiones esenciales (sanitarios, policías, etcétera…).

Hasta finales de mayo, y en el mejor de los casos, los colegios no reabrirán parcialmente para alguna actividad docente y relacionada con exámenes. Y eso, en el mejor de los casos. A Gibraltar le ha ido razonablemente bien con el virus y quiere seguir así. El ministro principal Picardo subraya una y otra vez que no admitirán ninguna desviación de las medidas extraordinarias y esta semana llegó a amenazar con enviar a la cárcel a quien se diagnostique como positivo y rompa el aislamiento de su casa.

La salud, como no dejan de repetir las autoridades de todo el mundo, es lo primero. Lo segundo, sin lugar a dudas, la economía. Gibraltar era una joya de prosperidad con un PIB de casi 2.700 millones de euros y un presupuesto similar al del Ayuntamiento de Sevilla (pero con 25 veces menos población). Cuando el Gobierno decidió su propio confinamiento excluyó de las empresas obligadas a parar todas las relacionadas con el juego online o con el sector financiero y de seguros. Por ello, las ayudas directas han llegado a poco menos de la mitad de los 15.000 trabajadores transfronterizos que cruzaban a diario la frontera.

Según el sindicato gibraltareño, el resto ha podido continuar porque se trata de sectores en los que el teletrabajo es posible y tienen un gran componente digital. Aun así, este mismo viernes, Gibraltar confirmó que ampliaba a varios sectores más la posibilidad de acogerse a las ayudas especiales de su programa especial (BEAT, en sus siglas en inglés) hasta en un 50% de sus salarios o de su jornada. Igualmente, los acogidos al anterior programa pueden volver también a media jornada. Con todo ello, se pretende amortiguar la complicada vuelta a la normalidad que espera a todos durante varios meses.

Los que llevan parados cinco semanas por lo tanto, han sido los dependientes, camareros o albañiles, cuya nacionalidad es exclusivamente española. Como españoles son también aquellos que se han quedado fuera de toda ayuda por su propia condición fuera del mercado: asistentes de hogar, limpiadoras, cuidadoras de ancianos o de niños… Ninguno de ellos podía atravesar la frontera porque no tenía un contrato que enseñar a la Policía Nacional o a la británica para justificar su desplazamiento. Tampoco pueden moverse de momento y desde The Unite se preocupan por su situación.

En el lado positivo de las cosas, por su parte, está la fluidez de la frontera, pese al cierre teórico de las mismas en toda Europa. Desde el primer momento, según apuntan en CCOO del Campo de Gibraltar, no hubo problema alguno para los miles de españoles que trabajan en el Peñón. Misma opinión desde el otro lado de la valla. En Unite incluso se han sorprendido de la buena reacción de España en todo momento hacia las necesidades del Peñón, con el ejemplo de un avión repleto de estudiantes al que se permitió su aterrizaje en Málaga porque volvían a casa en Gibraltar. 

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