Lisboa, 30 sep.- El gobernante Partido Social Demócrata (centro-derecha, PSD) asume el varapalo de los comicios locales de anoche entre algunas voces favorables a la autocrítica en un momento crucial para Portugal, en la recta final de su rescate financiero.
El descontento de los electores por los recortes ejecutados por la Administración de Pedro Passos Coelho se plasmó en una derrota histórico del PSD, uno de los grandes partidos portugueses, y obligó a sus dirigentes a analizar las causas del revés.
Apeado del poder en la mayoría de las grandes ciudades, ganadas por el principal partido de la oposición, el socialista, por candidaturas independientes o por la coalición de comunistas y verdes, algunos candidatos socialdemócratas interpretaron la derrota como "una tarjeta amarilla" a la acción del PSD.
"Existe un voto de protesta, una tendencia nacional y regional que es notoria", asumió Bruno Pereira, el candidato derrotado a la alcaldía de Funchal, la capital de Madeira y un feudo inexpugnable del PSD.
El primer ministro Passos Coelho también reconoció la "peor" derrota en décadas del partido que lidera, aunque descartó que el contratiempo de anoche pueda modificar el ritmo de las reformas y los recortes pactados en el 2011 con la UE y el Fondo Monetario Internacional a cambio del préstamo de 78.000 millones de euros.
En los dos últimos años, las exigencias de ambos acreedores internacionales han llevado al Ejecutivo a cortar pensiones, subir impuestos, reducir la inversión pública y aumentar el precios de los servicios públicos, entre ellos los de la educación, la sanidad y el transporte.
En su discurso de anoche, Passos Coelho reconoció la clara victoria socialista y atribuyó la derrota de su partido a la postura pro-austeridad que ha debido de tomar para paliar la situación del país, sumido en una larga recesión y un alto desempleo (16 %).
"En periodos de gobierno exigentes hay siempre un precio a pagar de la forma en que estamos en la política", reconoció.
Otros dirigentes regionales han asumido públicamente la vía de la reflexión interna y la autocrítica, pero han declinado una convocatoria extraordinaria del congreso nacional del PSD.
Sin embargo, los medios portugueses adelantan que el mismo tendrá lugar en enero, cuatro meses antes de lo inicialmente previsto y después de haberse presentado los presupuestos estatales de 2014.
El ex presidente del PSD y ex ministro Luis Marques Mendes es una de las figuras históricas del partido favorables al adelanto del congreso.
Para Marques Mendes, actualmente comentarista televisivo, existió un "voto de castigo" por "una gran falta de sensibilidad política y de humildad", al tiempo que tildó la gestión del Gobierno que lidera el PSD como "caótica".
Vila Nova de Gaia, Portalegre, Sintra y Oporto son importantes plazas perdidas por los socialdemócratas, recordó el antiguo dirigente.
En Lisboa, la capital y la ciudad más emblemática, el candidato del PSD, Fernando Seara, perdió claramente frente al arrollador António Costa, alcalde socialista que cumple su tercera legislatura.
Al batacazo del partido del Gobierno en los comicios locales de anoche se unieron una abstención récord (47 %) y una propensión por las candidaturas independientes, que se apuntaron importantes ciudades como Oporto, Matosinhos (norte) u Oeiras, en las afueras de Lisboa.
Según especialistas, ambos fenómenos responden al hartazgo de los electores, cansados de recortes y falsas promesas de los partidos políticos tradicionales.
Un revés en las municipales, que llegó a precipitar en 2001 la caída del entonces primer ministro, António Guterres, puede suponer un nuevo obstáculo para la credibilidad del Gobierno, que ya se tambaleó el pasado julio por discrepancias entre el PSD y sus socios democristianos.
Hoy mismo, el Gabinete de Passos Coelho conoció un dato poco alentador: el déficit se situó en el primer semestre en el 7,1 % del PIB, siete décimas menos que en los tres primeros meses del año pero todavía a más de un punto y medio de su meta final para 2013.
A ello se une el rumor de un segundo rescate cuando el país enfila la parte final del préstamo concedido en mayo del 2011, cuyos fondos se agotan el próximo año, sin la seguridad de poder volver a financiarse en los mercados a tasas asequibles.
Precisamente los técnicos de la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional están en Lisboa ahora ultimando la octava y novena evaluación de las cuentas lusas.
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