En la Eurozona

Goldman atisba una década de tipos altos, más gasto público y presión de los precios

A nivel doméstico, el problema de este escenario es que las familias con hipotecas ya ven cómo el Euríbor podría cerrar mes ligeramente por debajo del 4%, casi tres puntos y medio por encima de como se situaba hace un año.

Goldman Sach rebaja la previsión del PIB de EEUU tras el colapso de SVB.
Goldman atisba una década de tipos altos, más gasto público y presión de los precios
Agencia EFE

El próximo mes de enero la Unión Europea recupera las reglas fiscales -la obligatoriedad de que los países se ciñan a unos topes de déficit y deuda- después del paréntesis de tres años en el que se han mantenido suspendidas para que los Estados miembro pudieran encarar las consecuencias económicas de la pandemia, primero, y de la guerra en Ucrania y las crisis energética e inflacionaria, después. Sin embargo, la vuelta a la consolidación fiscal será diferente a la que se produjo tras la pasada crisis financiera y que abocó a algunas de las economías del euro a una década perdida. La evidencia más clara está en la propuesta de revisión del Pacto de Estabilidad que ha presentado recientemente la Comisión Europea y que ofrece más flexibilidad a los gobiernos con metas graduales y personalizadas de ajuste. 

Bajo ese nuevo paraguas y con el impulso que los Fondos Next Generation darán a los proyectos de inversión pública y al gasto corriente, la política fiscal europea seguirá siendo "laxa" a lo largo de esta década. Un periodo en el que los tipos de interés de equilibrio serán más altos y en el que la inflación seguirá presionando al bolsillo de los consumidores. Es el panorama que dibuja Goldman Sachs, el mayor banco de inversión del mundo, en un informe que acaba de hacer público. Ese horizonte de unos costes de financiación más elevados tendrá un impacto evidente sobre los hogares con hipoteca, pero también sobre aquellos que necesiten acceder a un préstamo para poder adquirir una vivienda, así como sobre las empresas y el propio Estado. 

Si en la década posterior a la crisis financiera y de deuda el objetivo de Europa fue la consolidación presupuestaria -aún a riesgo de deprimir la demanda y de que el crecimiento fuese anémico-, las perspectivas son diferentes de aquí a 2030. Tras la pandemia y la invasión rusa de Ucrania, la política fiscal expansiva ha apuntalado la economía de la región al "sustituir los ingresos, garantizar los préstamos y limitar los precios" mediante medidas temporales que, al mismo tiempo, han elevado el déficit y la deuda. Ese apoyo pero, sobre todo, el shock energético y el alza de precios de algunas materias primas dispararon la inflación y obligaron al Banco Central Europeo (BCE) a aplicar la subida más acelerada de los tipos desde la creación del euro para hacerle frente.

En la entidad estadounidense consideran que, si bien el nivel de gasto no va a ser el mismo los próximos años que en el peor momento de la pandemia o que inmediatamente después de la guerra, el legado de ambos choques será "un aumento más duradero" del mismo. Con los 750.000 millones de euros del programa Next Generation, la urgencia de poner en marcha inversiones relacionadas con la seguridad energética y la defensa, y la posibilidad de que la política fiscal "se utilice más activamente para la estabilización cíclica tras el precedente de los últimos tres años", en Goldman Sachs no descartan que se produzca un cambio estructural en la cuantía del gasto público y de la inversión en Europa con respecto a la década previa (2010-2020). 

La subida acelerada de los costes de financiación para las familias

Es probable que las implicaciones de todo lo anterior sean un mayor crecimiento nominal, una inflación más difícil de contener y unos tipos de interés de equilibrio más altos. Desde CaixaBank Research explican que los tipos de equilibrio o naturales son aquellos que sitúan el crecimiento de la economía en su potencial y que, a la vez, estabilizan la inflación. Por encima de ellos la demanda de inversión es insuficiente y la actividad y los precios se deprimen, y por debajo la de­­manda de inversión sobrecalienta la actividad y genera presiones inflacionistas. A nivel doméstico, el problema de este escenario es que después de un periodo prolongado con el precio del dinero en mínimos históricos, las familias con hipotecas ya están viendo cómo el Euríbor (el indicador al que están referenciados la inmensa mayoría de créditos a tipo variable) podría cerrar este mes ligeramente por debajo del 4%, casi tres puntos y medio por encima de como se situaba hace justo un año

La preocupación por las próximas revisiones es evidente. Tanto como para que en los dos primeros meses del año los hogares hayan amortizado 4.800 millones de euros, de acuerdo con las cifras del Banco de España. En febrero de este año, el saldo vivo hipotecario se redujo un 0,40%, en 2.037 millones, hasta situarse en los 506.157 millones de euros, el nivel más bajo desde junio de 2021. Al mismo tiempo, el importe amortizado es el segundo más elevado desde mayo de 2015, después de enero, cuando el saldo se redujo en 2.763 millones. Sin embargo, no solo se encarecen las hipotecas a tipo variable, sino que también lo hace la oferta de préstamos a tipo fijo por parte de la banca. 

El resultado de todo ello se aprecia en el mercado inmobiliario, que registra caídas tanto de las compraventas de viviendas (en el primer trimestre las operaciones se redujeron un 2% en relación al mismo periodo de hace un año, según el Colegio de Registradores) como de las hipotecas. De acuerdo con las cifras que maneja el Consejo General del Notariado en marzo se firmaron 27.192 de préstamos hipotecarios, un 26,4% menos que el año pasado. Solo en el tercer mes del año las compraventas se desplomaron un 11,7% y los precios de la vivienda cayeron un 2,6%, de acuerdo con la misma fuente. Es de prever que ante un escenario como el que dibuja Goldman Sachs en su informe estas cifras puedan enfriarse aún más en el corto o medio plazo.

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