"El gran error de Abengoa fue equivocarse mucho y no haber rectificado a tiempo"

  • El periodista Lalo Agustina presenta 'El ocaso del imperio del sol' (Ediciones Península) en el que se desentrañan las causas del desplome del gigante de las energías renovables.

    "Nada de lo que ocurre es casualidad, todo tiene unas causas, y este libro pretende ayudar a encontrar esas causas".

Imagen de archivo de una planta solar de Abengoa
Imagen de archivo de una planta solar de Abengoa
Luis Díaz
Luis Díaz

La crisis económica que arrancó en 2008 dejó muchas víctimas. Algunas, como Abengoa, de manera tan inesperada que hay que preguntarse qué pasó para que la mayor empresa de energías renovables de España pasase de acaparar elogios y contratos millonarios a un preconcurso de acreedores a finales de 2015 tras acumular deudas por valor de 25.000 millones de euros. La mayor quiebra de la historia de España.

Para desenmarañar esta cuestión, Lalo Agustina, periodista de 'La Vanguardia', presenta 'El ocaso del imperio del sol' (Ediciones Península), en el que arroja luz sobre los motivos que llevaron a Abengoa del cielo a los infiernos.

La gestión de la familia Benjumea, sus posibles responsabilidades penales, la expansión y caída del coloso, el fin de las burbujas de las renovables o la ceguera de cualquier organismo regulador son algunos de los puntos que trata 'El ocaso del imperio del sol'.

¿En qué situación está Abengoa ahora?

La compañía aprobó en noviembre de 2016 el plan de refinanciación, que es un plan de capitalización de la deuda y de refinanciación del resto. Y a partir de ahí tiene que cumplir una serie de pactos y de compromisos. Surge la incógnita de si será capaz o no. Ya se verá. En cualquier caso hay incertidumbres, no solo por el tema del negocio y el cumplimiento de este plan, sino también por la faceta judicial.

¿A qué problemas se enfrenta Abengoa en el plano judicial?

La parte judicial tiene dos ámbitos. Uno son los antiguos gestores, por las responsabilidades personales, en concreto por el cobro de las indemnizaciones que va a llegar a juicio de forma casi inmediata. El segundo aspecto es la instrucción por falsedad documental. Si acabase siendo demandada por falsedad documental daría lugar a  unas reclamaciones brutales de parte de accionistas y de tenedores de bonos. Porque si las cuentas no reflejaban una imagen fiel, esas emisiones de bonos darían lugar a unas reclamaciones que serian el fin de Abengoa.

En el libro explicas que un estudiante de 17 años, realizando un trabajo de clase, se dio cuenta de los problemas a los que se enfrentaba Abengoa, pero no los organismos reguladores.

Es muy llamativo, pero es así. En este país en ocasiones se producen colapsos que caen de repente. Nada de lo que ocurre es casualidad, todo tiene unas causas, y este libro pretende ayudar a encontrar esas causas. Cuando examinas las causa te haces esa preguntas, por qué nadie se dio cuenta. 

¿Esos organismos no son capaces de darse cuenta?

Deberían darse cuenta, y seguramente parte de los males se deben a que quienes debían velar para que no ocurran este tipo de situaciones no hicieron bien su trabajo. Auditores, reguladores, las administraciones públicas, concediendo determinadas obras, y también los bancos tienen su responsabilidad.

¿El problema de Abengoa fue basar su modelo de negocio en el endeudamiento para crecer?

Emitir deuda no es malo, el tema es siempre la medida. Abengoa no valoró los riesgos suficientemente. Sobre todo por un aspecto y es el regulatorio. Cuando trabajas en un sector regulado tienes que tener en cuenta que esa regulación puede cambiar. Tiene que haber una seguridad jurídica, pero hay un cierto ámbito de discrecionalidad del regulador y tu tienes que poder reaccionar a él. Un segundo paso es el de saber parar a tiempo. Para mi el gran error de Abengoa fue equivocarse mucho y no haber rectificado a tiempo.

Felipe Benjumea, presidente de la compañía, culpaba a los bancos y los cambios regulatorios de su caída. Además de a Mariano Rajoy.

Él culpa a los bancos y a los cambios regulatorios, pero también admite que debió ampliar capital, que debió dotar de mayor volumen de recursos propios a la compañía. Para hacer eso debería haber diluido su participación y la de su familia. Eso es algo que no fue capaz de hacer, enfrentarse a su familia, o enfrentarse a sí mismo, para admitir que la compañía no podía ser un juguete en sus manos.

Se encontraba entre elegir por un negocio familiar y uno internacional.

Está en medio de un medio fuego cruzado, tiene doce hermanos, once hermanas y un hermano, para ser precisos. Tiene a los accionistas históricos, a los que debe 'alimentar'. Tiene que darles los dividendos, y quieren el control, porque el control significa que seguirán recibiendo esos dividendos. Y además tiene la presión del mercado. Ante estas dos presiones, sigue adelante, siempre adelante, siempre más. Porque cree que es capaz de gestionar esa doble presión con crecimiento.

¿Abengoa era un gigante pies de barro?

Cuando se quiebra la confianza, se descubre que los cimientos no son sólidos, por mucho que intente corregir la situación.

Últimamente se está hablando mucho del precio de la luz, ¿las primas que se concedieron a las renovables, y que encarecen la factura, son las responsables del encarecimiento de los recibos? 

A toro pasado, esa es la conclusión lógica y fácil. Yo creo que la apuesta por las energías renovables era buena y necesaria. Quizá fue demasiado potente, se quiso cambiar al sector energético demasiado rápido y para conseguirlo se puso mucho dinero en la mesa. El Gobierno tuvo la mala suerte de que la apuesta coincidió con la peor crisis en décadas. Esto hacía insoportable el auge de la factura de la luz. Había que poner freno. Para que el consumidor no viera que la factura seguía subiendo y subiendo, el Gobierno lo cortó y muchas empresas se fueron al garete.

¿Qué futuro le espera a Abengoa?

Si no pasara nada, sera una compañía muchísimo menor de lo que fue. Una compañía que hoy en día tiene muy difícil  crecer. La cuestión es si es capaz de cumplir con el plan de refinanciación. En el peor de los casos, tendremos en un año o dos un concurso de acreedores. Yo creo una segunda cosa, Abengoa tendrá muchas dificultades para salir adelante, probablemente vendrá una multinacional, alemana estadounidense, asiática... y se la quedará por poco dinero. 

Aún así, está logrando nuevos proyectos.

El negocio nuevo que están abriendo es muy pequeño, lamentablemente para la compañía.

La compañía ha reducido su plantilla, desde los 30.000 empleados con los que contaba anteriormente, a la mitad casi.

Lo que ha ocurrido es una liquidación encubierta. El 95% ha pasado a mano de sus acreedores  unos fondos nuevos que han inyectado dinero para que tengan liquidez. Cuando una compañía pasa a manos de los acreedores y los accionistas pierde todo, o casi, eso es una liquidación. Lo que pasa es que no ha tenido el formato jurídico de liquidación, sino de un acuerdo de refinanciación.

¿Planeas escribir una segunda parte cuando acabe el proceso?

La verdad es que ahora mismo no lo planeo, porque si no mi familia me mata. Yo creo que sobre Abengoa, no no sé si seré yo, pero habrá que escribir más extensamente sobre la historia de la compañía. Va a ser objeto de estudio en escuelas de negocios y universidades. Es una historia increíble la de Abengoa, merece ser contada para aprender de ella.

La propia gestión de la compañía es complejísima. Hay muchísimo material para seguir investigando el auge y la caída de un gigante como Abengoa. Era un portento de empresa, una multinacional bestial por su tamaño, por su extensión...

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