En toda Europa y EE.UU.

La guerra de precios en la eólica se salda con cientos de despidos en sus fábricas

La inflación y los altos precios de la energía han reventado las cuentas del sector eólico terrestre, que basaba su competencia en los bajos márgenes y que extenderá a 2023 la ola de despidos ya en marcha.

Una guerra de precios en el sector eólico amenaza a los empleados de las fábricas
Una guerra de precios en el sector eólico amenaza a los empleados de las fábricas
Rabih Shasha / Unsplash

La inflación se ha llevado por delante el sector de la energía eólica terrestre en plena expansión de las energías renovables. La combinación de factores que han impulsado el alza general de precios a nivel mundial está siendo un lastre para una industria llamada a formar parte de la transición energética en la que quieren basar su futuro las economías desarrolladas para tratar de cumplir los pactos mundiales de energía y clima fijados para 2030 y 2050.

A los retrasos en la cadena de suministro derivados de la pandemia y la dependencia de la producción asiática se ha sumado la volatilidad del mercado, condicionando la compleja situación que ya venía atravesando el segmento de la eólica terrestre. Esta se agrava por unos márgenes todavía más reducidos debido al encarecimiento de las materias primas, la luz o el transporte, así como el atasco administrativo que deja tras de sí un lento desarrollo de parques en países como España.

Pero si hay un motivo principal que da lugar a esta situación es la firma de contratos años antes del actual contexto, generando enormes distorsiones en unas finanzas que hoy ya no son las mismas. Confiadas en sus capacidad de crecimiento, las principales compañías líderes del sector apostaron por alimentar una guerra de precios de sus componentes que convirtió a la eólica en la energía renovable más barata, pero también la ha hecho presa de sus propias prácticas, llevándose por delante miles de empleos en todo el mundo, incluida España, donde se sitúa buena parte de la industria. 

Ante esta situación, los resultados de las grandes firmas durante los últimos trimestres son especialmente negativos, pese a que el contexto se salde con acuerdos y suministros mejor pagados debido a la actualización de precios. Esto ha redundado en la necesidad de llevar a cabo reestructuraciones que, por norma general, están afectando principalmente a los trabajadores del sector, el eslabón más débil de una cadena que las propias empresas han roto por tensionar hasta el límite sus precios y políticas empresariales. 

General Electric despedirá al 20% de su plantilla

El último en sumarse a esta ola de despidos ha sido el conglomerado industrial General Electric (GE), que tras anunciar el despido del 20% de sus empleados en la región de América del Norte, también podría replicar la fórmula en otras regiones como América Latina, Oriente Medio y África, según informó Market Watch a principios de octubre. Según ha conocido La Información, la compañía está negociando con los sindicatos alemanes la extensión de esta reducción de plantilla a la sección europea, que aunque todavía está en fase preliminar, podría alcanzar como máximo ese 20%. 

"Estamos tomando medidas para optimizar y dimensionar nuestro negocio de energía eólica terrestre para las realidades del mercado a fin de posicionarnos para el éxito futuro", aseguró una portavoz de la compañía, que plantea segregar su compañía en tres cotizadas durante los años 2023 y 2024, empezando por la rama de salud, seguido por renovables y creando una tercera dedicada a la aeronáutica. 

"Son decisiones difíciles (...) pero son necesarias para garantizar que el negocio pueda competir y mejorar la rentabilidad con el tiempo", añadió. Una de sus filiales en España, LM WindPower, que cuenta con plantas en Castellón y Ponferrada (León) despidió el año pasado a un tercio de la plantilla de la fábrica, 351 empleados en total, aunque menos de los 400 planteados inicialmente. 

Las grandes del sector también anuncian despidos

A principios de octubre fue Siemens Gamesa quien anunció su intención de recortar 2.900 puestos de trabajo en todo el mundo, 475 de ellos en España -la mayoría de ellos en oficina- tras localizar "unos costes estructurales desproporcionados respecto a lo que necesita la compañía", según afirmó su CEO, Jochen Eickholt. Los rumores vinculan las próximas noticias de la compañía con la venta de parte del negocio, que afectaría mínimo a ocho fábricas y parques eólicos que tiene dispersos por España. 

La difícil situación financiera de la compañía tiene su reflejo en los 1.226 millones de euros de pérdidas registradas en su tercer trimestre fiscal, triplicando las pérdidas del año previo, algo que ha llevado a la compañía a lanzar cuatro 'profit warning' (recortes de previsiones) en año y medio. Estos números rojos, según hizo público Financial Times, son causados de forma mayoritaria por el negocio de gas y energía que Siemens Gamesa tiene adosado desde que la matriz incluyó esta rama en su filial Siemens Energy, que era propietaria mayoritaria de la participada por Gamesa. 

Su gran competidora en el sector eólico, la danesa Vestas, lleva desde finales del año pasado anunciando de un contexto "turbulento" motivado por la inestabilidad de la cadena de suministro y su consecuente aumento en los costes de transporte y logística, algo a lo que se ha sumado el alza de los precios de la energía. Estas razones motivaron el cierre de su fábrica en Viveiro (Lugo) y el despido de sus 115 trabajadores a finales de 2021.

Otra de las grandes firmas del sector, Nordex, participada por Acciona y encargada de generar hormigón para cimentar los molinos aerogeneradores, cerró en primavera su fábrica en la Vall d'Uixò (Castellón), llevándose por delante a 94 trabajadores. A esa clausura le siguió el anuncio de un ERE para 136 empleados y el cierre de la planta de Motilla del Palancar (Cuenca), inaugurada apenas hace dos años. La entidad cerró su tercer trimestre fiscal con una caída del 21% de las ventas respecto al dato del mismo mes de 2021. 

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