La ley de cambio climático lo prohíbe

La guerra en Ucrania y el precio del gas avivan el debate del fracking en España

El país tiene reservas para 70 de años gas extraído mediante la técnica que ha convertido a Estados Unidos en el principal suministrador a nivel nacional y primer exportador de mundo de gas no convencional.

El 'fracking' despierta muchos recelos en España.
El 'fracking' despierta muchos recelos en España.
BNK España

La crisis energética provocada por la invasión rusa de Ucrania y la dependencia de centroeuropa del gas siberiano ha propiciado que en España, y en el conunto de Europa, vuelva a la palestra un debate que parecía ya olvidado hace casi una década. La extracción de petróleo y gas no convencional mediante fractura hidráulica, también conocida como 'fracking'. Una polémica técnica que ha permitido a Estados Unidos ser autosuficiente y convertirse en el mayor productor de crudo del mundo y exportador de hidrocarburos hasta el punto de que la UE ha aumentado en casi un 70% la importación de GNL (Gas Natural Liquiado) del país norteamericano, que ya es el principal suministrador de gas de España.

Según apuntan algunos estudios, el subsuelo de este país podría albergar 2.500 bcm (miles de millones de metros cúbicos de gas natural), el equivalente a la cantidad que se consumo en 70 años a nivel nacional. La presión social y los bajos precios del petróleo a partir de 2014 hicieron que se desistiera del interés de obtener gas mediante esta técnica, que es cara, y que prohibieron además varias Comunidades Autónomas y terminó de hacerlo la Ley de Cambio Climático y Transición Energética del Gobierno de Pedro Sánchez, en línea con la mayoría de países del entorno. Pero la situación de emergencia energética que se vive en el momento actual ha hecho que el debate vuelva a estar encima de la mesa. Y es que España depende, al 99%, de sus importaciones de hidrocarburos.

Hace unas semanas, el presidente de Repsol, Antonio Brufau, aseguraba ante la junta de accionistas de la empresa: “Me entristece ver el contrasentido de prohibir el 'fracking' en Europa y, ahora que algunos se quedan sin el gas ruso, decidamos importar el gas producido a través de este médoto de Estados Unidos”. El consejero delegado de Cepsa, Maarten Wetselaar, afirma, sin embargo, que utilizar la fractura hidráulica para extraer crudo y gas “que sea aceptable” en Europa. Por su parte, la consejera de Desarrollo Económico del Gobierno Vasco, Arantxa Tapia, decía hace unos días que Euskadi no tiene recursos de hidrocarburos, pero porque “no se quieren explotar”, aludiendo al gas almacenado en el subsuelo vasco, principalmente en la provincia de Álava, “mientras se trae en barcos de Estados Unidos”, sentenciaba la consejera del gabinete de Íñigo Urkullu.

Lo sucedido en el País Vasco bajo el mandato del socialista Patxi López en torno al 'fracking' es significativo de aquella ‘fiebre’por la fractura hidráulica que hubo en España con Rajoy como Presidente del Gobierno y el canario José Manuel Soria como ministro de Industria y Energía, y que finalmente se deshinchó y hasta se prohibió ante la fuerza del movimiento ecologista. El primero, como decimos, fue el lehendakari López, que en su día se fue hasta el estado norteamericano de Texas para observar 'in situ' la obtención de gas y llegó incluso a anunciar que en 2010 en en Álava, con la empresa tejana Heyco como socio tecnológico, se extraerían un millón de metros cúbicos de gas. En el resto de España, por entonces, también se cambió la ley para favorecer las prospecciones. Se creía que se había descubierto la gallina de los huevos de oro.

Un estudio realizado en 2014 por Deloitte para el 'lobby' de las compañías de prospección y explotación mediante 'fracking' cifró en 2.000 millones de barriles equivalentes de petróleo y 2.500 bcm (miles de millones de metros cúbicos de gas natural) las reservas en España, en su subsuelo. Principalmente en cuatro zonas prospectivas -la Vasco-Cantábrica, Pirenaica, Ebro, Guadalquivir y Bética- lo que equivalía a 70 años de consumo de gas natural y petróleo para cubrir el 20% de las necesidades durante más de 20 años. Calculaban que España tendría durante más de dos décadas un saldo neto exportador de gas y reduciría las importaciones de 'oro negro' y, además, que esta actividad generaría más de 260.000 empleos.

Pero la fuerte oposición vecinal, el movimiento ecologista y la caída de los precios de los hidrocarburos a mediados de la década hizo que se desistiera del 'fracking', ya que es una técnica de extracción cara y que conlleva algún tipo de riesgo medioambiental y incluso síusmico. Hace un año la Ley de Cambio Climático y Transición Energética de Teresa Ribera la desterró definitivamente y, en el momento actual, el Gobierno de Pedro Sánchez ni se plantea recuperarla pese a la grave situación energética que atraviesa el país y las voves desde el mundo empresarial y energético que demandan respuestas al ejecutivo de coalición. El camino del ejecutivo pasa, en este sentido, por importar gas americano e impulsar las energías verdes. Incluso hasta Podemos se opone a que España sea el almacén de gas europeo.

Por su parte, desde la organización ecologista Greenpeace se considera que recuperar el fracking “es un suicido ambiental, climático y un proceso de extracción de recursos caro y lento”. Y lo argumentan: “Los ‘fans del fracking’ olvidan los impactos de esta actividad extractiva y prometen importantes ventajas incluso para el medio ambiente. Detrás se esconde una cuestión puramente económica. Esta industria en Estados Unidos es otra burbuja financiera como la del ladrillo en España. Con precios altos del gas y el petróleo, como ahora, se dispara la demanda y sus promotores se vuelven locos perforando y sus acciones suben. Pero tan pronto como el precio del gas y del petróleo bajan, las perforadoras del 'fracking', como las constructoras del ladrillo, se vuelven empresas ‘zombies’ y a la larga quiebran. Además, aunque tuviera 'éxito’, lo único que haríamos sería prolongar la dependencia de los combustibles fósiles, cuyo uso debemos abandonar”.

Pero no todo el mundo piensa así, el diputado general de Álava, donde se encuentran alguna de las mayores reservas de España, Ramiro González (PNV), cree que  "no hay nada más que ventajas en la extracción del gas en Euskadi, siempre que sea posible medioambientalmente y rentable económicamente, aunque ahora no es posible”.  El director general de EVE (Ente Vasco de la Energía), Iñigo Ansola, explica que “tenemos gas bajo tierra, una ley frena esta opción, pero tenemos un camino para reducir la dependencia”. Incluso Manuel Regueiro, presidente del Colegio de Geólogos, asegura que hay riesgos ambientales si el 'fracking' se hace mal, pero “primero hay que explorar y una vez hecho ésto se decide extraer gas de aquellos lugares más factibles y tras comprobar que la extracción no causa daños. Es tan sencillo como eso”.

Mariano Marzo, catedrático emérito de Estratigrafía y Geología Histórica de la Universitat de Barcelona (UB) y director de la cátedra Transición Energética UB-Fundación Repsol, es categórico: “Europa está ahora ‘de rodillas’, pidiendo Gas Natural Licuado (GNL) de los EEUU. Un gas que proviene de 'fracking' cuando muchos países de la Unión Europea tienen moratorias de producción, e incluso de exploración, del fracking, pero suspiramos por este gas si viene del otro lado del Atlántico. Es un contrasentido”. 

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