Divorcio a la vista: cómo salir de una hipoteca compartida y saldar la deuda

Una hipoteca.
Una hipoteca.
bongkarn thanyakij de Pexels.

Comprar una vivienda (y pedir un préstamo al banco para financiar la operación) es algo que suele hacerse en pareja. Pero ¿qué ocurre cuando esa relación se rompe? En general, tras la ruptura, uno de los dos se queda en la casa o el piso y, si se llega a un acuerdo más o menos amistoso, se encarga también de pagar las cuotas de la hipoteca. Para el banco, sin embargo, los ya separados son todavía responsables de saldar la deuda a partes iguales, una situación que puede ser especialmente injusta para el que ya no reside en el inmueble. Por fortuna, según el comparador financiero HelpMyCash.com, existe una manera de resolver esta situación: llegar a un acuerdo de novación con la entidad.

Hay que pactar con el banco

La novación es una operación que permite modificar cualquier cláusula del contrato hipotecario mediante un pacto entre el banco prestamista y los titulares. Ante una ruptura o un divorcio, por lo tanto, se puede utilizar para eliminar la titularidad de la persona que ya no resida en la vivienda. De este modo, quedará totalmente liberada de la deuda a ojos de la entidad.

El banco, sin embargo, puede negarse a aprobar la operación o puede exigir algo a cambio, como subir el interés. En estos casos, desde HelpMyCash.com señalan que se puede tratar de convencer a la entidad ofreciendo nuevas garantías de pago, como añadir a un nuevo cotitular o a un avalista. Si no se llega a un acuerdo, queda la alternativa de pedir una nueva hipoteca a otro banco a nombre de la persona que se queda con la casa para cancelar la que se tenía compartida, aunque suele ser una opción más cara. 

Ambas operaciones, además, cuestan dinero. La novación, por un lado, tiene asociados varios gastos de notaría, registro, gestoría y, en algunos casos, también de tasación. Y la firma de un nuevo préstamo, por el otro lado, conlleva abonar las costas de cancelación de la anterior hipoteca más el precio de tasar nuevamente la vivienda. En general, todo eso suele pagarlo la persona que se queda con la casa, pero las partes pueden acordar un reparto distinto. 

¿Y qué pasa con la casa?

Con una novación (o con un nuevo préstamo), como hemos visto, se puede quitar al ex de la hipoteca conjunta, pero aún quedaría un asunto por resolver: el de la propiedad de la casa. Para que la vivienda quede a nombre de la persona que residirá ahí a partir de ahora, hay que llevar a cabo una extinción de condominio, que básicamente consiste en que uno de los copropietarios cede su parte al otro a cambio de una compensación económica.

Si hay una hipoteca conjunta de por medio que pasa a tener un titular, esa compensación se calcula restando el 50% del valor de la casa (que es lo que cede el copropietario) menos la mitad del importe pendiente del préstamo (que es lo que asume el que se queda con la vivienda). En caso de que no se alcance ese importe, al nuevo propietario único se le generará una ganancia patrimonial que tendrá que constar (y tributar) en su declaración de la renta.

En cuanto a los gastos asociados a la extinción de condominio, al formalizarla hay que pagar el impuesto sobre actos jurídicos documentados (que es más bajo que el de transmisiones patrimoniales que se genera en una compraventa normal) más los gastos de notaría, registro y gestoría que correspondan. Como en el caso de la novación, aunque suele pagarlos el que se queda con la propiedad de la vivienda, pueden repartirse del modo que pacten las partes.

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