La imparable decadencia del 1º de Mayo: "El trabajador no quiere ser clase obrera"

  • Los sindicatos atribuyen la falta de afluencia al puente y lanzan un toque de atención: "Solo votando un día no se consiguen las cosas"
Fotografía Primero de Mayo / EFE
Fotografía Primero de Mayo / EFE

"Solo votando no se consigue todo, hay que trabajarlo los 365 días del año". Los equipos de Comunicación de UGT y CCOO habían convocado en Madrid a los medios de comunicación media hora antes de la tradicional manifestación del Primero de Mayo para realizar unas declaraciones. Se esperaba que entraran en el debate sobre los potenciales pacto de gobierno después del resultado electoral del 28-A, como así hicieron, y que lanzaran las típicas proclamas a favor de los derechos laborales, el empleo digno y contra la precariedad laboral propias del Día del Trabajador, pero les resultó imposible abstraerse del contexto. A 20 minutos escasos del inicio de la manifestación, apenas un puñado de cientos de personas deambulaban con sus banderas y sus enseñas sindicales por un Paseo del Prado otrora atestado en este día. Las palabras del secretario general de UGT, Pepe Álvarez, con las que arranca este artículo sonaron a reproche. "Nunca nos han regalado nada y si queremos algo lo tendremos que pelear", dijo, justo antes de exigir al Gobierno que derogue la reforma laboral del PP si quiere que los sindicatos negocien un nuevo Estatuto de los Trabajadores. A falta de tirón social, mantener al menos la capacidad de presión política.

El cuadro era desmoralizador. El trayecto entre Atocha y Cibeles tradicionalmente bañado de miles sindicalistas con sus banderas y sus mensajes se presentaba igualmente animado... pero por la presencia de turistas y deportistas que aprovechaban el cierre al tráfico de una de las arterias principales de la capital para recorrerla de arriba a abajo con sus patines o sus bicicletas. Hasta llegar a la cabecera de la manifestación, ya casi en Cibeles, los únicos indicios de que era Primero de Mayo eran tres pequeños grupos de unos 15 o 20 jóvenes de plataformas y organizaciones de izquierda que se concentraban lejos de la cabecera. La cosa fue mejorando hasta reunir a una cifra de manifestantes que los organizadores estimaron muy por lo alto en unos 30.000. 

Foto Manifestación Primero de Mayo en Madrid / EFE
Foto Manifestación Primero de Mayo en Madrid 1978 / EFE

Desde la organización la escasa afluencia de manifestantes se atribuyó al puente, al clima e incluso a la cercanía de las elecciones, cuyo resultado, dijeron, podría haber contribuido a la desmovilización. Lo cierto es que la afluencia a las manifestaciones del Primero de Mayo ha ido cayendo inexorablemente, con alguna excepción puntual desde el inicio de la democracia. En los ochenta fueron más multitudinarias que en los noventa, en los noventa mayores que en los años 2000 y en aquellos años convocaban mucha más gente que ahora.

"Los trabajadores de hoy ya no quieren ser clase obrera y no se ven como tal, se ven como clase media, ya no tienen esa conciencia de clase que existía antes", analiza Paco, un veterano sindicalista del sector ferroviario de Comisiones Obreras. "Se lo hemos dado casi todo hecho. No han tenido que pelear para que se les reconozcan derechos y ahora tienen menos conciencia de clase". Un histórico dirigente de ese sindicato, Julián Ariza, subraya ese análisis: "El conflicto social ya no tiene las aristas que tenía en otra época. El mundo de trabajo se ha modificado en estos años y tal vez se haya diluido esa conciencia de clase".

Ariza, cofundador de CCOO y dirigente sindical durante cinco décadas, reconoce que el sindicalismo se ha replanteado en más de una ocasión el formato del Primero de Mayo a la vista de esa paulatina pérdida de capacidad de movilización social. "Es posible que no hayamos acertado a la hora de revisar el formato de la movilización y que se haya convertir en algo un poco rutinario y reiterativo", concede. "Tenemos que conseguir hacer algo más atractiva la movilización para fomentar la participación de la gente, tal vez desplazando la centralidad de la concentración principal de Madrid a otros territorios o aprovechando mejor las herramientas digitales". Lo que rechaza de plano es que la celebración del Primero de Mayo se haya convertido en algo pasado de moda. "El Primero de Mayo debe seguir celebrándose porque la reivindicación que va implícita en esta fecha es justa y es necesaria".

Manifestación Primero de Mayo de 2019 en Barcelona / EFE
Imagen de la manifestación del Primero de Mayo de 2019 en Barcelona / EFE

"La lucha de clases existe y seguirá existiendo mientras haya trabajadores que desempeñen su trabajo en condiciones de precariedad", defiende Julián, otro veterano sindicalista, en este caso de UGT, que lleva asistiendo al Primero de Mayo desde finales de los años 60, cuando las concentraciones eran muy minoritarias entre otras cosas porque estaban prohibidas. "El derecho a manifestarse se defiende manifestándose y por eso la manifestación del Primero de Mayo seguirá siendo necesaria".

Subrayaba, sin saberlo, el argumento lanzado minutos antes por el secretario general de CCOO, Unai Sordo, a la vista del panorama en el Paseo del Prado. "El sindicalismo continúa siendo la herramienta más útil para impedir que los lobbies y los grandes poderes económicos impongan sus intereses a los trabajadores". Julián Ariza entiende que sería un error vincular de manera directa la menor asistencia a las manifestaciones del Primero de Mayo con una eventual crisis de representatividad de los sindicatos. "No existe esa desconexión de las que se habla entre los sindicatos y los trabajadores, los niveles de afiliación sindical desmienten ese argumento, lo que ocurre es que el compromiso con el sindicato ya no es igual que hace unos años y eso se ve cuando se convocan movilizaciones que no responden a problemas puntuales, como la del Primero de Mayo".

Pérdida de respaldo institucional

El ministro de Fomento en funciones y secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, completó la representación gubernamental en el Primero de Mayo de Madrid. Allí estaban también los candidatos socialistas a la Asamblea de Madrid y al Ayuntamiento, Ángel Gabilondo y Pepu Hernández, además de una nutrida representación del partido en Madrid. Allí estaban también los líderes de Unidas Podemos, Pablo Iglesias y Alberto Garzón, ya superadas las reticencias iniciales a los sindicatos mayoritarios y las maniobras para apoyar una plataforma alternativa bajo el nombre de 'Somos'.

Ahí también la situación ha cambiado. Hubo un momento en el que eran los propios sindicatos los que vetaban la presencia de políticos en la primera línea de la pancarta y los relegaban a posiciones gregarias para defender su autonomía respecto al gobierno de turno o los partidos de izquierda. Ayer, no solo se les invitó a ponerse en primer fila sino que se buscaron las fotos con los dirigentes. "Esa relación entre UGT y el PSOE y entre Unidas Podemos y CCOO no sé si nos ha venido bien", asegura un dirigente sindical con más de 30 años de trayectoria. "El Primero de Mayo es una jornada de reivindicación de los trabajadores y así debería proyectarse a la sociedad".

Igual es demasiado tarde para eso. En este Primero de Mayo la proclama que más se escuchó no tenía que ver ni con las pensiones, ni con los salarios, ni con la precariedad laboral. Fue "¡Con Rivera, no!".

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