Los impuestos en las bebidas azucaradas deben ir de la mano de otras políticas

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Luis Díaz
Luis Díaz

El Gobierno confirmó el pasado viernes que pensaba implantar un nuevo impuesto sobre las bebidas azucaradas. De momento se desconoce cuál será la cuantía o cómo estará diseñado. Sólo se sabe que servirá para recaudar 200 millones de euros en 2017. Cristóbal Montoro aseguró que fueron los "motivos de salud" -como la obesidad o la diabetes- los que han llevado al ejecutivo a promulgar ésta medida.

Las voces críticas con el impuesto han llegado de todos los flancos. Obviamente los fabricantes de bebidas carbonatadas son reacios a la subida, ya que afecta directamente a sus intereses comerciales. Alegan desde la Asociación de Bebidas Refrescantes (ANFABRA) que ese tipo de impuestos "no son eficaces para resolver problemas de salud ni para cambiar hábitos de consumo". Si el Gobierno quiere solventar los problemas de salud, ellos están dispuestos a bajar la cantidad de azúcar en las bebidas. Pero no el precio.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) también criticó la medida por su "afán recaudatorio". La OCU pedía "una reducción obligatoria de al menos el 10% de azúcares", más control publicitario cuando los anuncios se dirigen a los menores, mayor control en el etiquetado o "que productos con altos contenidos en azúcar lleven alegaciones de carácter nutricional, de salud, o de avales científicos que los respalde". España, lejos de México

Las críticas vienen de sectores que se verán afectados por el aumento de los precios, como son las empresas y los consumidores. En cualquier decisión económica van a aparecer agentes que protestarán contra ciertas medidas y otros que las alabarán. En el bando del apoyo aparecen organizaciones libres de sospecha como la Organización Mundial de la Salud (OMS), llevan tiempo pidiendo que los gobiernos tomen medidas contundentes. La OMS pedía un impuesto del 20%, cifra a la que ningún gobierno en el mundo se ha atrevido a llegar, pero que busca "salvar vidas".

El creciente riesgo de obesidad se extiende por los países desarrollados. Países como México han decidido instaurar ya tasas sobre las bebidas azucaradas para luchar contra ese problema. Vicente Ortún, Profesor titular del Departamento de Economía y Empresa de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), asegura que "No estamos como en México, pero España es uno de los países con mayor tasa de obesidad infantil". Y es que "los obesos infantiles acaban siendo obesos adultos". "México es el disparate mundial", un 32,4% de los mexicanos adultos son obesos, sólo superados los estadounidenses, cuya tasa de obesidad se sitúa en el 35,3%. México, el país que más refrescos bebe

Para entender las cifras de México hace falta saber que es el país del mundo que más refrescos bebe por persona: 163 litros al año. España de momento se queda en 44,6 litros por persona y año. El país presidido por Enrique Peña Nieto incorporó el 1 de enero de 2014 un impuesto de casi un peso por litro de refresco, lo que supone un incremento de aproximadamente un 10%. A finales de ese mismo año la caída de las ventas de las bebidas gravadas fue del 12% -del 17% en hogares con rentas bajas-, mientras que las ventas de bebidas libres de impuestos subieron un 4% ese mismo año.

Para Ortún "en productos que generan más adición -tabaco, alcohol...-, la elasticidad es mas pequeña". Cuando se trata de las bebidas azucaradas, "la gente reacciona al precio", ya que no crea la misma adición que otros productos. Lo que significa que las subidas acaban derivando en la compra de otros productos. Y si las rentas son bajas en más probable que dejen de añadir a sus compra ese producto.

"En el caso de España existe una relación entre la obesidad y la educación. Cuanto menores son los estudios de la persona, más peligro de obesidad existe", apunta Vicente Ortún La tasa sobre refrescos será un impuesto indirecto, por lo que cuesta a todos por igual, tanto al rico como al pobre. Esto podría suponer que las rentas más bajas se verán más afectadas. Los impuestos no son suficientes

Este tipo de medidas "no han de ir solas", señala el profesor de la UPF. "El impuesto es útil", pero las "medidas de talla única son poco efectivas. Tú no puedes esperar a tener la mejor herramienta para acabar con la obesidad. Esto es un paso, la obesidad ha pasado a ser un problema mayor". Eso sí, la tasa debe ser "sobre cantidad en lugar que sobre precio, para que bajen las cantidades de azúcar". Poner un impuesto del 5% "no compensa". Mientras que el 20% de la OMS es una cifra con más peso.

Si se intenta acabar con enfermedades como la obesidad se deben financiar las políticas que conlleven hábitos de vida saludables. En caso de ratificar el impuesto con el simple objetivo de cuadrar las cuentas y no continuar en esa línea es difícil que los problemas de salud frenen únicamente por el impuesto. 

Además, otro de los pasos a seguir es concienciar a la población. Reino Unido ha sido el último en sumarse a esa vía y ha decidido prohibir en 2017 la publicidad de comida basura para los menores de entre 5 y 15 años. El Reino Unido tiene unas de las peores cifras de obesidad de Europa. Según los últimos datos, solamente en el caso de Inglaterra el 31,2% de los niños entre 2 y 15 años tienen sobrepeso o son obesos.No sólo es evitar que compren

Para Ortún, la correlación directa con enfermedades como la diabetes o la obesidad acaba significando un coste para la sociedad. "Una persona obesa es una persona que nos origina gastos", debido a que produce externalidades negativas, que es como denominan los economistas a los costes que no aparecen en el coste. Como sería el gasto en sanidad que suponen los malos hábitos alimenticios o el tabaquismo.

"Esto de los gordos felices es un cuento chino. Algunos justifican que se intente poner un impuesto no tanto para que las bajen el consumo, sino para que sufraguen" los costes derivados de las enfermedades que propician los malos hábitos alimenticios. Se calcula que en el mundo mueren 184.000 personas al año por culpa de las bebidas azucaradas, ya que su abuso deriva en enfermedades como la diabetes.La mala imagen a la que se enfrentan

"El problema es dedicarse a una industria que no puede perder la reputación y la credibilidad. Hasta ahora tenían una imagen increíble", pero tras escándalos como el ocurrido cuando se conoció que financiaron a casi 100 centros de investigación para lograr una imagen favorable empiezan a pesar. Incluso "El New York Times lleva publicando muchísimo tiempo que las bebidas azucaradas llevan 50 años desviando la atención del problema".

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