Entre las grandes del sector y las capacidades nacionales

Pequeñas pero matonas: la industria de defensa se la juega contra los 'gigantes'

España no es más que una pequeña gota en un océano de gigantes, en el que EEUU y China suman más del 75% de todo el gasto militar mundial. 

Eurofighter del Ala 11 en las penúltimas maniobras Red Flag
La industria de Defensa se debate entre las grandes y las capacidades nacionales. 
Ejército del Aire

La industria de la Defensa vive momentos de especial relevancia para su futuro. La gran mayoría de las 79 empresas que componen la Asociación Española de Empresas Tecnológicas de Defensa, Seguridad, Aeronáutica y Espacio (TEDAE) están comprometidas con la búsqueda de la mejor tecnología aplicable a un campo en el que, tradicionalmente, la I+D se encontraba más allá de las fronteras españolas. Esta afirmación se extiende incluso a la industria europea, en un negocio valorado, sólo en 2019, en más de 520.000 millones de dólares y en el que las empresas norteamericanas están a la cabeza en facturación y empleo.

Evidentemente, en ese conglomerado de intereses que mezclan las capacidades militares con las realidades presupuestarias España no es más que una pequeña gota en un océano de gigantes, en el que los Estados Unidos y China suman más del 75% de todo el gasto militar mundial. Sin embargo, la industria nacional se encuentra rodeada de retos y oportunidades que pasan por unos presupuestos cada vez más restrictivos y dedicados a pagar deudas contraídas en el pasado, una mayor competencia en sectores de tradicional especialización española y la aparición timorata de la defensa europea: un subsector en el que España debe lidiar con países aliados, en los que la industria militar tiene una base tecnológica mayor, como las británicas, francesas o incluso italianas.

Según el catálogo de la Industria Española de Defensa 2019 - 2020, publicado por el Ministerio de Defensa, el 70% de las empresas registradas alcanzaron una cifra de negocio en 2017 de 6.188 millones de euros, de los que el 81% se destinaron a ventas al exterior. Tradicionalmente, el gran problema de la industria de Defensa española ha sido su escasa dimensión externa, algo que provocaba que fuera la oferta interna la que condicionara el desarrollo del tejido empresarial e industrial español, fundamentalmente en pequeñas y medianas empresas.

Y es que la atomización del sector es uno de los defectos endémicos de la industria de defensa española. Más de 500 empresas forman parte del registro de compañías de Base Industrial y Tecnológica de Defensa (BITD) que emplean más de 300.000 puestos de trabajo indirectos. Cifras realmente importantes, pero que esconden la dependencia de empresas tractoras, que suponen un 17% del total de la arquitectura industrial en España y, sobre todo, de grandes programas nacionales y europeos con una fuerte componente política - y no exclusivamente militar - en la definición última de las capacidades militares.

La esperanza europea 

Los primeros proyectos de adquisición de armamento común por parte de la UE han visto recientemente la luz. En la actualidad existen 16 proyectos de desarrollo armamentístico y ocho acciones preparatorias sobre investigación en materia de defensa. La mayoría de estos programas se dirigen al desarrollo de tecnología militar en diversos campos, como sistemas de conexión e interdependencia entre drones, ciberseguridad y balística de precisión. 2021 inaugurará el curso presupuestario del primer programa presupuestario europeo, con un total de 9.000 millones de euros destinados a sufragar estas capacidades.

Evidentemente, dado el carácter ‘nanoempresarial’ español, casi todos los programas de la UE cuentan con la participación de empresas nacionales, pero es Indra la que se lleva la mayor parte de destino presupuestario: 147 millones de euros, gracias a su papel de líder en tres de los programas continentales.

Ya en el marco bilateral, los grandes programas europeos se destinan al desarrollo de capacidades convencionales. El futuro avión de combate europeo (FCAS) es la joya de la corona de la industria armamentística europea del futuro. Francia, Alemania y España tienen previsto que en 2026 vea la luz el primer desarrollo exclusivamente aeronáutico del proyecto. Al ser un sistema, no únicamente una aeronave, el reparto de costes - y de millones - incluye multitud de desarrollos, como el del cuestionado demostrador que ha recaído en Airbus DS España, mientras que el liderazgo nacional en la participación se mantiene en Indra.

Junto a estos dos monstruos de la industria española de defensa, ITP, GMV, Sener, Tecnobit se reparten la participación en los pilares 2 y 3 del programa que, tan solo en su fase 1, ascienden a más de 300 millones de euros.

No son las únicas empresas que han destacado en 2020 por su participación en programas, a menudo polémicos. La reacción de Ministerio de Defensa para capear la crisis económica derivada de la pandemia se ha centrado en la adjudicación de contratos que superan los 3.000 millones de euros, a repartir entre las clásicas del sector como Navantia, Airbus, Indra o las relativamente emergentes, como Escribano. El controvertido 8x8 Dragón, la transformación de tres aviones A330 en aeronaves de reabastecimiento, la adquisición de cuatro C295 para realizar labores de patrulla marítima, un nuevo Buque de Acción Marítima de Intervención Subacuática y nuevos helicópteros para utilización por parte del Ministerio del Interior, son la respuesta pública al mantenimiento de una industria que en España genera 57.600 empleos directos y alcanza una facturación que supera el 1% del PIB.

El eterno debate entre el mantenimiento de una industria nacional sigue presente en los despachos ministeriales  

El eterno debate entre el mantenimiento de una industria nacional y la adquisición de capacidades y obtención de material y equipos idóneos para el dimensionamiento de nuestras Fuerzas Armadas sigue presente en los despachos ministeriales y cuarteles de la geografía española. Desde un punto de vista estratégico, es evidentemente que la consolidación de una industria propia, si se puede hablar de ella en un contexto de interdependencia funcional entre ejércitos occidentales, es adecuada e indispensable, pero apostar definitivamente por ella limita considerablemente el acceso a tecnologías determinantes en los diferentes teatros de operaciones en los que se mueven los tres Ejércitos y la Guardia Civil en sus misiones internacionales.

A escala mundial, el sector va a sufrir numerosas y radicales transformaciones. La aparición de misiles balísticos supersónicos, capaces de dejar sin ningún tipo de respuesta a los sistemas antiaéreos nacionales, el desarrollo de nuevas tecnologías para el soldado de infantería e incluso la superación del tradicional fusil por municiones hidrodinámicas explosivas, sistemas no tripulados, o armas de fuego de alta precisión, capaces de adoptar el sistema de fijación de blancos aéreos, están fuera del punto de mira de la industria nacional e incluso europea, que vuelve a mirar al otro lado del Atlántico para poder dotarse, en un futuro más o menos cercano, de este tipo de armas. Ahí si que aparecerán las multimillonarias inversiones en Defensa del futuro, aunque el resto del mundo siga apostando por tecnologías del pasado.

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