Récord en la Eurozona

La subyacente pone en jaque al BCE con el paro en mínimos y el PIB estancado

Los salarios toman el relevo a la energía y presionan la inflación con alzas anuales en el entorno del 5% y unas tasas de crecimiento de la productividad del trabajo muy bajas para el conjunto del área del euro

Christine Lagarde
Christine Lagarde, presidenta del BCE
DPA vía Europa Press

Una tasa de paro en mínimos históricos del 6,7% en enero y una economía que ha resistido contra viento y marea y se estancó en el cuarto trimestre del año pasado (en vez de contraerse como estaba previsto) otorgan más tensión si cabe al dato de inflación subyacente en la Eurozona publicado estos días por Eurostat. La tasa, que excluye de su cómputo la energía y los alimentos no elaborados, marcó nuevo récord para el conjunto de la región tras elevarse hasta el 5,6% en febrero y tensa más la cuerda para el Banco Central Europeo (BCE), que tiene por delante otra reunión difícil para su consejo de Gobierno el próximo jueves. 

En el área del euro en conjunto, los salarios han tomado el relevo a los precios de las materias primas y existe el temor a que, en plena pujanza del mercado laboral, estos crezcan a tasas incompatibles con la estabilidad de precios. La productividad del trabajo apenas ha avanzado o ha llegado a registrar un ligero descenso interanual (como en el cuarto trimestre de 2022), mientras que los salarios se han incrementado de media alrededor del 5%... y siguen haciéndolo en un contexto de escasez de mano de obra que, se espera, tienda a presionarlos aún más. Así y pese a que la inflación ha seguido restando poder adquisitivo a los trabajadores, hay quienes plantean que la evolución de los salarios podría suponer una amenaza de que la elevada inflación subyacente llegue a "perpetuarse". Es la advertencia que lanzan desde la consultora de análisis de mercados MacroYield.

El encarecimiento de los alimentos (21,8% en tasa interanual) y de la energía doméstica (32,2%) han impedido a Alemania rebajar su tasa de inflación en febrero. Los precios subieron un 8,7% por segundo mes consecutivo en la mayor economía del euro, y las medidas de alivio adoptadas por el Gobierno Federal nada pudieron hacer para evitarlo. Solo el precio de los lácteos y de los huevos se disparó un 35,3%, el del pan y los cereales escaló un 24,3% y el del gas natural lo hizo un 46,6%, prácticamente el doble de lo que subió el recibo de la luz (23,1%).

Indicadores como estos llevan a Bank of America a advertir de que los hogares europeos se están viendo "presionados a un ritmo sin precedentes", y de cómo el crecimiento del consumo real se está volviendo negativo. En la entidad temen que el BCE se pase de frenada en sus próximos movimientos. El emisor dejó clara su intención de elevar el precio del dinero medio punto en su reunión del 16 de marzo, pero la clave está en qué mensajes lanza sobre lo que ocurrirá a partir de ahí. La falta de acuerdo entre sus responsables se ha hecho evidente al tiempo que el temor a una respuesta excesiva aumenta a medida que la incertidumbre sobre la economía es también mayor.

Los consumidores están pagando mucho más por lo mismo, advierten desde BofA, mientras que las ventas nominales al por menor están más de un 20% por encima de los niveles previos a la crisis, los volúmenes de ventas se sitúan cerca de los niveles anteriores al estallido de la pandemia de Covid. Y el panorama es similar si se toman en consideración las cifras de consumo privado de las cuentas nacionales. "No podemos ser optimistas sobre las perspectivas del consumo en el futuro, ya que incluso cuando disminuya la presión sobre los ingresos reales, la repercusión de la subida de los tipos de interés se dejará sentir", apostillan.

Están, además, los signos de desaceleración. La economía está perdiendo impulso lentamente (aunque más lentamente de lo que podía preverse hace solo unos meses, tras hacerse efectiva la invasión rusa de Ucrania) y los préstamos, especialmente en el mercado inmobiliario, están disminuyendo de forma significativa, observan desde la gestora alemana DWS. La clave está en ver cuánto pueden pesar estas evidencias en la hoja de ruta del banco central cuando la tensiones de precios han vuelto a acelerase. Es probable que el BCE siga considerando que los riesgos para las perspectivas de inflación a medio plazo "son mayores que los efectos negativos del endurecimiento monetario sobre la economía real", apunta Ulrike Kastens, su Economista para Europa.

Como antesala a la reunión de la entidad, Francia, Italia y España dan a conocer su tasa definitiva de IPC de febrero la próxima semana. En el caso español, el avance publicado hace solo unos días por el Instituto Nacional de Estadística situó la inflación general en el 6,1%, lo que implica que el alza de los precios se aceleraría por segundo mes después de cinco consecutivos moderándose. La subyacente habría escalado hasta el 7,7%, un nivel récord desde que existen registros. Datos como estos han llevado a los 'halcones' de la entidad a alzar la voz y a apostar por una acción más agresiva. 

El banco central tendrá que recuperar la credibilidad de los mercados, por lo que lo más probable es que se vea obligado a decantarse por subidas de 50 puntos básicos en sus dos próximas reuniones, sostienen desde la firma germana Edmond de Rotschild. Sin embargo, es muy probable que, en última instancia, la política del Banco Central Europeo dependa finalmente de la evolución del equilibrio entre crecimiento e inflación, tal y como ha venido defendiendo recientemente su economista jefe. Philip Lane advertía esta misma semana de que, si bien se atisban los primeros síntomas de alivio de las presiones inflacionistas, estas todavía son muy fuertes.

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