El mejor día para empezar a invertir es ayer

Cómo ganar hasta 178.840 euros invirtiendo 100 al mes durante 30 años

Los efectos del interés compuesto en el dinero se identifican cuanto mayor sea el plazo de la inversión. Los grandes inversores como Warren Buffet han generado su fortuna con este método.

Billetes de euros.
Billetes de euros.
Dom J de Pexels.

Cuando a Warren Buffet, el mejor inversor del mundo, le preguntaron cuál era el motivo de su éxito, el respondió sin dudar: “Una combinación de factores: Vivir en Estados Unidos, algunos genes afortunados y el interés compuesto”. Se dice también que cierto día le preguntaron a Albert Einstein cuál era la fuerza más poderosa del Universo y que él contestó: “El interés compuesto”. Fábulas, cuentos y diferentes anécdotas ilustran la supuesta magia de este concepto. Pero, ¿en qué consiste exactamente?

De forma muy resumida, el interés compuesto consiste en reinvertir los beneficios que se obtienen por el dinero que se tiene invertido para que siga rentando. Es decir, se trata de no recuperar las ganancias y dejarlas invertidas. De este modo, el capital crece de forma exponencial porque los nuevos intereses se calculan sobre todo el montante acumulado. Y al aplicar el interés sobre un capital cada vez mayor se produce el típico efecto de bola de nieve. 

La mejor forma de entender el concepto es visualizar un ejemplo que lo compare con el interés simple, es decir el interés “normal” que se recibe por una inversión. Con un tipo de interés del 9,24% invirtiendo 1.000 euros iniciales, y 100 euros al mes, obtendremos 203,28 euros en el primer año, con cualquiera de las dos opciones, pero a partir del segundo año los caminos comienzan a separarse. 

El inversor simple, le llamaremos Juan, invertiría los mismos 2.200 euros, mientras que el inversor compuesto, a partir de ahora María, partirá ese año con 2.403,28. Así, al terminar ese ejercicio Juan obtendría 314,16 euros de beneficio, mientras que María lograría 332,94. A mayor número de años, la diferencia aumentará.

Así, al cabo de 10 años Juan habría acumulado en beneficios 7.022,4, siempre y cuando fuese guardando el dinero cada año, mientras María lograría 9.106 euros. Tras 20 años, Juan acumularía 25.132,8 euros de beneficios y María 51.485 euros. Si ambos conservasen la inversión durante 30 años, Juan lograría 54.331 euros por sus intereses y María 178.840 euros.

Crecimiento geométrico de la rentabilidad

Como se puede apreciar en el ejemplo, el crecimiento de la rentabilidad de la inversión con el interés compuesto no es lineal, sino geométrico. Cuanto más dure la inversión, más aumenta el beneficio. Es decir, según va pasando el tiempo, la cantidad de dinero aumenta más rápidamente. Es por ello por lo que una persona que empieza a invertir 200 euros al mes con 23 años y lo hace solo durante 10 años logra más dinero que otra que empieza a los 33 años y sigue haciéndolo hasta la jubilación. Puedes ver este ejemplo concreto en 'Finect'.

Conociendo estos ejemplos no es de extrañar que Warren Buffet, que empezó a invertir cuando apenas tenía 11 años, haya declarado en numerosas ocasiones que debería haber empezado antes. Y tampoco resulta complicado entender la recomendación de todos los expertos en inversión cuando dicen que el mejor momento para comenzar a invertir fue ayer. En definitiva, a largo plazo la magia del interés compuesto logra mejorar sus efectos.

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