"Dos cosas fueron fundamentales para el desarrollo de Irún: la instalación de las aduanas (1841) y la llegada del ferrocarril (1863)". Nos lo cuenta José Monge, responsable del Archivo Municipal de la ciudad fronteriza, que hace 17 años vio desaparecer su principal fuente de riqueza.
Y es que, según estimaciones realizadas por el sindicato ELA en aquella época, la supresión de las aduanas conllevó unas pérdidas aproximadas de entre 12.000 y 15.000 millones de pesetas, sólo en el sector del transporte de mercancías. El efecto de la desaparición de las fronteras interiores de la UE provocó en Irún un significativo aumento de la tasa de paro, tanto directa (alrededor de un millar de personas trabajaban en las propias aduanas) como indirectamente (reducción de desplazamientos en taxis o descenso de ventas en los comercios de las zonas que acogían las instalaciones fronterizas). El porcentaje de desempleados llegó a rondar el 20% .
Vista aérea de la zona fronteriza de Irun (cortesía del Archivo Municipal de Irun)
Nuevas alternativas
Esta circunstancia llevo al Ayuntamiento a crear Adebisa, una agencia local de desarrollo que posteriormente pasó a llamarse Bidasoa Activa. Maribel Lorenzo es su directora actualmente y nos cuenta que los estudios realizados en aquel momento indicaron que la mejor opción para la ciudad era volcarse en los sectores relacionados con el transporte y el turismo.
Gracias a esas medidas la tasa de desempleo de la ciudad descendió de los dos dígitos durante los últimos años, aunque ha vuelto a subir debido a la crisis. Sigue estando por encima de la media de la provincia y de Euskadi.
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