Jordan Peterson: el psicólogo que rompe el discurso de la igualdad de la izquierda

  • Este canadiense presenta en España su libro '12 reglas para vivir', con el que se asigna la misión de subvertir los valores del conformismo. 
Jordan Peterson
Jordan Peterson
La Información

Un periodista de una emisora española de radio que iba a entrevistar a Jordan Peterson a propósito de su nuevo libro empezó haciendo una aclaración: “Señor, Peterson, después de leer su libro, me atreví a pedir un aumento de categoría tras estar 30 años en la misma empresa: me dije, ¡espabila! Y sorprendentemente, me lo dieron al día siguiente”.

El profesor Peterson saltó de su silla encantado. En realidad, le pasa frecuentemente; la gente le para por la calle y le dice: “Señor Peterson, gracias a usted he cambiado”. Algunos abandonan la idea del suicidio. Otros encuentran sentido a su vida… o consiguen aumentos de sueldo.

Para el público mediterráneo, Jordan Peterson no es muy conocido. Este psicólogo clínico canadiense nacido en 1962 que da clase en la Universidad de Toronto, se empezó a hacer famoso entre el público anglosajón hace cinco años cuando empezó a grabar sus clases y emitirlas en YouTube. Sus argumentos, su contundencia y su claridad atrajeron a millones de seguidores.

Se convirtió en ese mentor que todos necesitamos alguna vez en la vida cuando estamos perdidos del todo. Lo que pasa es que en lugar de apiadarse de ti, Peterson te da una bofetada para que te enfrentes al mundo. De hecho, la génesis del libro que acaba de presentar en España ('12 reglas para vivir', traducido por Juan Ruiz Herrero) se debió a que en 2012 vio en una red social llamada Quora a una enorme cantidad de gente joven perdida que hacía preguntas trascendentales sobre la vida. Peterson les ofrecía consejos con un estilo claro pero doloroso: “Chaval, el mundo es sufrimiento, no placer. Si no te enfrentas a la realidad va a ser peor”.

Entonces, una editora le convenció para que convirtiera sus consejos en libro y de ahí nacieron sus '12 reglas para vivir', que desde su aparición a principios de 2018 supuso en un bombazo de ventas y, según sus editores, se está traduciendo a 50 idiomas. Ahora acaba de lanzarse en español gracias a la editorial Planeta, que lo presenta como “el libro del año” y a Peterson como “el pensador más polémico e influyente de nuestro tiempo”.

No es exactamente un libro de autoayuda porque estos siempre tratan de explotar de forma bondadosa nuestro “tesoro interior” para convencernos de que “con estas reglas prácticas” seremos “muy felices” ya que “la vida es bella”. Nada de eso. “La vida es sufrimiento. Eso está claro. No hay ninguna verdad más básica e irrefutable”, dice Peterson al comienzo del capítulo 7.

Por eso, el libro de Peterson se podría haber titulado 'Doce bofetadas para que espabiles de una vez'. Los títulos de cada una de sus 12 reglas ya hablan por sí mismos: “Dedica tus esfuerzos a hacer cosas con significado, no a lo que más te convenga”. “Antes de criticar a alguien, asegúrate de tener tu vida en perfecto orden”.

El libro, como dice Peterson, “es un llamamiento a que las personas asumamos nuestra responsabilidad”, y esa responsabilidad consiste en evitar el victimismo, y en comprender que tienes que tomar las riendas de tu vida. Peterson usa ese estilo provocador porque le enerva el infantilismo de la sociedad contemporánea. Lo llama ingenuidad. Los adultos educan a sus hijos para que no sufran. Tampoco la sociedad nos aporta muchos valores pues nos enseña que todo es relativo, desde el sexo hasta las creencias. Y cuando los niños se hacen jóvenes, comienzan a frustrarse ante las duras verdades de la vida: surge el caos, la desesperación, el sufrimiento. Entonces, buscan con desesperación el sentido de la vida. Peterson se los ofrece pues el subtítulo de su libro es “un antídoto al caos”. Pero claro, es un antídoto que va contra las normas convencionales de igualdad, paz y felicidad. Chaval, la vida es sufrimiento y has vivido engañado.  Los argumentos de Peterson están basados en la historia, la mitología, la neurociencia, el psicoanálisis, la psicología infantil, la poesía, la teoría de la evolución y la biología molecular. Esos son sus superpoderes.

Enfrentarse dialécticamente a Peterson es peor que a un toro de 600 kilos. Por eso cuando alguna feminista radical le ataca diciendo que es un insoportable misógino defensor del heteropatriarcado, él responde con una dosis calculada (y educada) de argumentos biológicos: las jerarquías están en todos los animales y principalmente se basan en el elemento masculino ocupando el poder. Peterson usa el método de argumentación científico. “Antes de hacer una afirmación, trato de contra-argumentarme, de manera que cuando me atacan, yo digo que esas objeciones ya las averigüé hace cinco años. Gracias a esta metodología, estoy razonablemente bien preparado para responder”, dice en una entrevista en un hotel de Madrid.

Cuando sus enemigos dialécticos se quedan sin argumentos, entonces le tachan de “provocador” y escriben cartas a foros para que no le acepten como conferenciante. Piden que le despidan de la universidad. Le señalan como machista, homófobo o ultraconservador, alguien que está dando argumentos a la extrema derecha o a los supremacistas blancos. Y hay que reconocer que estos grupos encuentran en Peterson a su Moisés, sobre todo cuando el profesor dice: “En Occidente, nos hemos ido alejando de las culturas centradas en nuestra tradición, nuestra religión e incluso nuestra nación, en parte para disminuir el peligro de confrontación colectiva”.

Más aún, dice Peterson: necesitamos mitos y religiones porque necesitamos dar sentido a la vida. Y aunque se confiesa agnóstico, reconoce que la columna vertebral de la ética occidental es el cristianismo. Por esta razón, los militantes conservadores lo aplauden y se hacen fotos con él, alguna de las cuales le sigue causando problemas a Peterson pues en una aparece detrás de una bandera de la rana Pepe, mascota de la 'alt-right' americana (la derecha alternativa y radical), y, para empeorar las cosas, uno de los que posaba en la foto hacía el signo de OK con los dedos, que significa: orgulloso de ser blanco heterosexual.

Peterson responde que mucha gente se hace fotos con él y niega ser un extremista. “Sencillamente digo lo que pienso y soy honesto”. Es lo que aprendió en sus primeros días como psicólogo clínico en las prisiones canadienses. Se le acercaban asesinos y psicópatas, y él descubrió que la mejor medicina era serles sinceros. No engañarles sobre su estado. Lo cual hacía que confiaran en él. Eso relata en otro libro (aún no traducido al español), titulado 'Mapas de significado' ('Maps of meaning'), que tardó 15 años en escribir a base de tres horas diarias de trabajo.

Buena parte de la prensa de Estados Unidos está contra Peterson porque se sale de las fronteras de lo políticamente correcto. Peterson considera a 'The New York Times' un enemigo declarado. Y también a la CNN y muchos otros medios, razón por la cual hace tiempo que desistió informarse a través de los llamados grandes medios de comunicación. No tiene televisor desde 1985, momento en que se dio cuenta de que los informativos no contaban la verdad. Cree que los medios de comunicación están faltos de dinero y por eso buscan a la desesperada polemizar con alguien como él para captar lectores. Mantiene una pelea permanente con tuiteros que le insultan, razón por la cual cada día se pregunta si debe seguir en esa red social.

Sus entrevistas con dos periodistas británicas feministas se han hecho virales en YouTube. A la de GQ la desarmó con sus habituales argumentos científicos, y a la agresiva periodista de Channel4 Cathy Newman, la dejó sin habla. “Te pillé”, dijo Peterson.

Muchos pensarán que Peterson va de duro y que es un engreído, pero los que asistieron a la charla que mantuvo en el salón de debates de la Universidad de Amsterdam hace pocos días (Room for Discussion), se emocionaron cuando al final del encuentro, Peterson empezó a recordar a la gente que le para por la calle para decirle lo que le han ayudado sus libros, y, sin poder evitarlo, a Peterson le brotaron unas lágrimas y se le quebró la voz. Cuando una periodista española le preguntó en Madrid si eso le causaba orgullo, respondió con rapidez: “No es orgullo. Es felicidad”.

Elegantemente vestido, ya sea con ternos grises o americanas casual, de frente amplia, una barba retocada y sumamente fotogénico, es el modelo ideal de los fotógrafos pues hace todo lo que le mandan. Taparse la cara dejando los dedos abiertos, girarse, mirar de perfil, poner cara de pensador importante… De joven, Peterson se comprometió con grupos socialistas canadienses hasta que, leyendo a George Orwell, se le reveló una verdad que repite sin cesar: “La izquierda no ama a los débiles sino que odia a los ricos. Hay mucho resentimiento”.

Se dio cuenta de que el marxismo se basaba en ese resentimiento, a partir de lo cual Peterson inició su propio viaje intelectual que le llevó a leer casi un libro al día. Uno de los más reveladores fue 'Archipiélago Gulag', de Alexander Solzhenitsyn, que denunciaba los campos de trabajo soviéticos. Peterson atravesó por una crisis de sentido, al final de la cual le iluminaron las lecturas de Carl Jung, Nietzsche, Dostoievsky, (“el literato más importante de la historia”), Lao Tsé, además de libros de neurociencia, teoría de la evolución, genética, bioquímica, la relectura de la Biblia y todo ese arsenal clínico que saca cuando alguien le pretende discutir sus convicciones.

Porque hay que reconocer que en un mundo que pretende no herir a minorías o a géneros, Peterson no encaja. Su credo es: no podemos negar la neuroquímica que domina nuestro origen animal. Somos territoriales y establecemos jerarquías debido a la serotonina y la octopamina. A las mujeres les gusta el macho dominante, cosa que se demuestra con el éxito entre ellas del libro '50 sombras de Grey' o la persistencia del mito de La Bella y la Bestia. Una minoría de personas ha hecho el 99% de cosas de la humanidad. A veces, la gente que sufre abusos es porque no sabe responder a la agresión. Cuando nos enfrentamos a los malos, la ingenuidad no sirve de nada. Y por supuesto, toda la corriente neomarxista y post moderna que pretende convencernos de que la cultura, la jerarquía, la religión, los mitos y los valores son “constructos sociales” no tienen ni idea de lo que dicen porque Darwin, la psicología y los neurotransmisores demuestran lo contrario.

Mucha gente desesperada encuentra en Peterson una medicina difícil de tragar. “No tenemos que buscar la felicidad sino el sentido de la vida”, les dice Peterson. “Aunque seas feliz, seguro que hay un miembro en tu familia que no lo es. No existe la felicidad plena. Es una ingenuidad”. Peterson es un ejemplo vivo de lo que dice porque durante muchos años sufrió la enfermedad aparentemente incurable de su hija que le llevó a él y a su mujer a visitar a muchos especialistas. Al final se curó a base de medicamentos, operaciones y una dieta basada en comer… ¡carne!

Los veganos que asisten a sus charlas le acusan de apoyar la matanza de animales y no ser sostenible, pero él responde que es carnívoro porque tiene un credo más importante que salvar a los animales: salvar la vida de su hija.

Reconoce no saber mucho de economía, pero cuando le hablan de los estigmas del capitalismo, sobre todo después de la crisis de 2008, responde: “No podemos culpar al capitalismo de la desigualdad porque la desigualdad ha estado presente desde siempre. Es uno de los errores del marxismo. En el paleolítico se enterraba a la gente con sus tesoros más valiosos, y cada uno era diferente. La desigualdad es una ley de hierro. Pero si quieres luchar contra las desigualdades deberías tomarte las cosas más en serio, y no como lo hacen los marxistas, culpando al capitalismo. Lo que diré a favor del capitalismo es que es el único sistema que ha creado tanto desigualdad como riqueza. Todos los demás han creado solo desigualdad. Y el ejemplo es Venezuela. El capitalismo está instalado en la idea de la soberanía individual y en la propiedad privada. Hay una tendencia en la naturaleza en distribuir las cosas de una forma radicalmente desigual. Pasa con las ciudades: un número muy pequeño tiene la mayoría de los habitantes. Un grupo muy reducido de planetas, tienen la mayor parte de la masa. Lo mismo con las estrellas. Y eso es algo muy difícil de rectificar. La crítica que hizo Marx del capitalismo hace más de 100 años no lo va a resolver. Está caducada”, afirma sin perder la compostura en el salón de un hotel de Madrid.

Jordan Peterson
Jordan Peterson considera que la izquierda se basa en el resentimiento.. / L.I,

Por estas y otras formulaciones, Peterson se ha ganado el odio de quienes le ven como un extremista biológico. Les molesta que Peterson diga que los seres humanos no nos diferenciamos mucho de las langostas de mar. A los igualitaristas les molesta que Peterson diga que no existe la igualdad sino que hay jerarquías y es una ley natural.

A las feministas les molesta que Peterson diga que los sexos no son iguales pues, pues según él la genética y la ciencia dicen que somos diferentes, lo cual explica el comportamiento de los hombres, incluso la violencia. Es más, dice que simbólicamente la mujer representa el Caos y el hombre el Orden. Y a muchas universidades les molesta Peterson porque las acusa de estar copadas por marxistas y postmodernos que lo han contaminado todo con su lenguaje igualitario, ingenuo y relativista, y por estar llenos de resentimiento.

De lo que no cabe duda es que, a diferencia de Nietzsche, que murió pobre y loco en un manicomio, Peterson sabe gestionar su intelecto: según los editores, ha vendido dos millones de copias de su último libro. Se pasa buena parte del año dando charlas por el planeta, y ahora sabe que se ha convertido en uno de los pensadores más preparados para agitar a las masas usando la prensa y la televisión, o usando el medio de comunicación que gusta a los jóvenes: YouTube. Su misión: invertir todos los valores actuales.

Unos medios de comunicación le odian. Otros le aman. Pero todos hacen dinero con él porque cada vez que aparece, sube la audiencia: Jordan Peterson tiene carisma, es fotogénico, es provocador y es tan entretenido como el mejor 'reality show'.

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