45% más desde enero

La ocupación de jóvenes de 16 a 19 años bate récords con un 56% de indefinidos

Entre los más jóvenes, julio ha sido muy positivo en términos de empleo, en el que 256.031 personas de este rango de edad estaban afiliados a la Seguridad Social, un aumento del 16% respecto al mes de junio.

Camarero joven
La ocupación de jóvenes de 16 a 19 años bate récords con un 56% de indefinidos. 
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Los datos del paro del mes de julio no han sido positivos, con un aumento de 3.230 personas que el Ejecutivo ha calificado de “toque de atención”; sin embargo, en el rango de edad de los 16 a los 19 años se ha producido el efecto contrario, 256.031 jóvenes estaban afiliados a la Seguridad Social el último día de este mes, lo que supone un aumento del 16% respecto a junio. Además, este grupo de edad registra un 56, 22% de contratos indefinidos, un total de 132.154, después de que este grupo de edad haya sido, durante tres meses consecutivos (abril, mayo y junio) el que mayor porcentaje de contratos fijos concentra del total de la población, según los datos de la EPA. 

Estas cifras pueden explicarse en parte por el factor estacional, no obstante el de 2022 es el mes de julio que más afiliaciones ha registrado la Seguridad Social en este rango de edad, al menos desde 2012, hasta donde se remontan los datos desagregados del Ministerio. El dato de este mes supera, por tanto, los valores prepandemia que alcanzaron su máximo en febrero de 2020 y en el periodo estival, en julio de 2019 cuando rozaba los 200.000 afiliados. Aunque también supone el máximo de este año, en el que las cifras de empleo entre los más jóvenes siguen una tendencia ascendente desde inicios de año, con un incremento que supera el 45% respecto a enero.

Esta evolución coincide con la entrada en vigor de la reforma laboral, que ha disparado la contratación indefinida en todos los rangos de edad y también lo hace entre los menores de 19, como señala Rubén García Montes, sociólogo y profesor en la Universitat de Barcelona, sin embargo, la evolución pareja al resto de la población hace necesario indagar en los motivos sociales y económicos que sustentan estos datos. El experto destaca que la baja tasa de actividad en este rango de edad (15%) pone en cuestión que los datos sean tan favorables, a pesar de que tradicionalmente el mercado español haya presentado fuertes dificultades a la incorporación de los jóvenes.

Sin embargo, la falta de adaptación entre los estudios universitarios y el mercado laboral no sería tan importante en este rango de edad, ya que entre los 16 y los 19 años los jóvenes han podido finalizar estudios obligatorios o secundarios, bien sea bachillerato o formación profesional, por lo que el fracaso escolar (no completar la ESO) y el abandono escolar prematuro (entre los 18 y los 24 años) tendrían mayor peso a la hora de explicar las cifras de empleo. “Estos trabajos suelen requerir baja formación y ser más vulnerables a los ciclos económicos, lo que genera que el paro juvenil de estos grupos de edad se dispare al llegar una crisis, como ocurrió en 2008”. 

Daniel Valdivia, sociólogo y politólogo, coincide en este apunte. “Un aumento del empleo en esta franja se tiene que ver con buenos ojos, pero tenemos que tener presente lo acontecido en la anterior crisis”. Precisamente, en los periodos de bonanza económica hay una mayor tendencia entre los jóvenes a abandonar las aulas en búsqueda de un empleo, mientras que con la recesión aumenta la voluntad de formarse y especializarse como demandan las reducidas ofertas de empleo. Esta lógica sigue presente en el mercado español, donde la mayoría de menores de 19 años compagina trabajo y estudios y acceden más a empleos a tiempo parcial que a tiempo completo, un 61,07% frente al 38,92% a jornada completa.

Aunque tampoco pueden ignorarse la variable de la situación económica, señala García Montes, ya que esta puede determinar que ciertos jóvenes en este rango de edad se vean obligados a entrar en el mercado laboral, más aún en un contexto de aumento de las desigualdades, de la pobreza y de la exclusión social en el que las familias pueden pedir a sus integrantes que entren al mercado laboral antes, por necesidad. Además, los ingresos, la situación y el modelo familiar, así como los estudios y las expectativas de los padres y el arraigo a la comunidad educativa, favorecen más o menos el abandono escolar y la incorporación temprana a la vida laboral.

A una escala más reducida, el descenso de las matriculaciones en la universidad en favor de la formación profesional o incluso el novedoso bachillerato dual, podrían favorecer la empleabilidad entre los menores de 19 años; sin embargo, el porcentaje de los contratos que siguen a un periodo de prácticas de estos estudios siguen siendo reducidos, suponiendo solo un 1,5% del total. La paradoja o el cambio de tendencia, por tanto, vendría explicada en mayor medida por los cambios introducidos con la reforma laboral y el salto de los 16.000 contratos indefinidos de hace un año, a los más de 70.000 de este mes de julio, que por las modificaciones introducidas en el sistema educativo.

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