Las 'kellys' cargan contra Sánchez por un año perdido: "Es una tomadura de pelo"

MAROTO KELLYS
MAROTO KELLYS
EFE

Reyes Maroto se comprometió a "garantizar los derechos laborales de las trabajadoras del sector turístico". Era 7 de junio de 2018 y acababa de aterrizar en el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Situó así al colectivo de camareras de piso como protagonistas absolutas de su discurso de toma de posesión como ministra del Gobierno de Pedro Sánchez. Ya se había reunido con ellas cuando era diputada de la Asamblea de Madrid y, al llegar al cargo, prometió darles prioridad dentro de su mandato. De eso hace ya más de un año y lo que entonces era prioritario se ha quedado en agua de borrajas. Así lo denuncian las 'kellys', que hablan directamente de "tomadura de pelo" por parte del Ejecutivo y de inacción de la Inspección de Trabajo. "Seguimos pasando calamidades", lamentan en conversación con La Información.

Ana es camarera de piso desde 2017. Ese no es su nombre real, porque prefiere permanecer en el anonimato por miedo a represalias del hotel en el que trabaja, una gran cadena de sobra conocida. La suya ha sido una lucha constante durante dos años, no solo por limpiar habitaciones a precio de saldo jugándose su salud física, sino también precisamente por atreverse a denunciar su precaria situación. Cuenta que ni la empresa ni la Inspección de Trabajo han tomado medidas frente a las múltiples denuncias que lleva interpuestas y, cuando se le pregunta si considera que el Gobierno actual ha hecho algo por cambiar su situación, la respuesta es clara: "Ni lo más mínimo". 

Las trabajadoras que limpian las habitaciones de los hoteles empezaron a alzar sus voces con más fuerza durante la fase final de la legislatura de Mariano Rajoy. Llegaron a reunirse con el entonces presidente del Gobierno en La Moncloa, donde saltándose el protocolo le enseñaron hasta la faja para hacerle consciente de sus condiciones laborales. Poco después llegó Sánchez y tuvo que enfrentarse a su primer conflicto social. Las 'kellys' le exigían modificar la actual regulación laboral, algo que parecía factible tras el cambio de color en el Gobierno. No en vano, el líder socialista había llegado con la promesa de derogar la reforma laboral, pero eso es algo que a día de hoy todavía no ha sucedido.

Hay dos artículos de la legislación que precarizan particularmente las condiciones laborales de las camareras de piso, según denuncian ellas mismas. Primero, el artículo 42.1 del Estatuto de los Trabajadores, que resta derechos a los empleados subcontratados; y segundo, el artículo 84.2, que establece la prioridad aplicativa del convenio de empresa sobre el sectorial. Son, precisamente, dos de las cuestiones que están en la agenda del Ejecutivo de cara a la elaboración de su Estatuto de los Trabajadores del siglo XXI, pero la delicada situación política del último año ha impedido cualquier movimiento en este sentido.

El Gobierno, ahora en funciones, también puso en marcha planes de choque específicos dirigidos a este colectivo. El último, en el primer semestre de este año. Según se anunció ya bien entrado el verano, a través de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social se activó una campaña de "revisión integral de las condiciones de trabajo" en el sector de alojamientos turísticos, en particular entre las camareras de piso. Un plan conjunto de las ministras Magdalena Valerio (Trabajo) y la propia Maroto cuyo impacto, a juicio de las 'kellys', ha sido nulo. 

"Llevan un año dándonos palmaditas en la espalda", denuncia Myriam Barros, consejera de Lanzarote en Pie y Podemos en el Cabildo de Lanzarote y presidenta nacional de 'Las Kellys', la asociación que agrupa a las camareras de piso de hoteles de toda España. Para Ángela Muñoz, la representante del colectivo en Madrid, ha sido un año de "tomaduras de pelo, excusas y promesas de campaña". Ambas coinciden en que los planes de choque lanzados por el Gobierno no han tenido resultados y todo les parecen más declaraciones de intenciones que acciones concretas para solucionar su situación.

El mejor ejemplo en este sentido es el de Ana. Desde que empezó a trabajar en el hotel ha sido, en sus propias palabras, "una piedra en el zapato para la empresa". Ha interpuesto denuncias de todo tipo, tanto ante el comité mediante cartas anónimas como ante la Inspección de Trabajo: solicitó un estudio ergonómico para demostrar que no supone la misma carga limpiar una habitación con cuatro camas que una individual; reclamó pluses de productividad por limpiar más habitaciones de las que le es físicamente posible durante su tiempo de trabajo y llegó a pedir la ampliación de la jornada (trabaja 20 horas semanales) ante el incremento de la contratación de personal a tiempo parcial mediante empresas externas de trabajo temporal.

"Pasividad" de la Inspección

Ana asegura ser testigo a diario de "injusticias, desigualdades y discriminaciones". Sus denuncias han caído en saco roto. La única que prosperó, por la que la Inspección requirió a la empresa el pasado mes de abril la elaboración de un estudio ergonómico en el centro de trabajo, está paralizada. La empresa, dice, incumplió el plazo de tres meses que le impuso el inspector y, ante la "pasividad" de este último, que "no vigila que se cumpla el requerimiento", a día de hoy no se ha realizado.

Lo más grave es que esta 'kelly' asegura que "el inspector sabe perfectamente que en este hotel no se hacen las cosas bien, pero su inacción es total". Casos como este han llevado a los abogados a recomendar a las camareras de piso la vía judicial. Esther Comas, abogada laboralista de Colectivo Ronda, tiene a su cargo muchos de los casos de las kellys de Madrid. Afirma que la Inspección no actúa de oficio en este ámbito concreto, porque están enfocados en temas como los 'riders', que sí afectan a la recaudación por cotizaciones a la Seguridad Social. "Por tanto, las camareras de piso están obligadas a denunciar por su cuenta y muchas no se atreven por temor a represalias", matiza.

A juicio de Comas, la campaña específica por parte de la Inspección es "una de tantas promesas del Gobierno en esta campaña permanente". En definitiva, "vender humo". "Lo que las kellys necesitan es una reforma legislativa", insiste. Muñoz, por su parte, cree que "esto se arreglaría con una semana de habitaciones sucias", aunque es consciente de que la precaria situación de este colectivo no permite una solución drástica. Ahora les toca esperar a que se repitan las elecciones generales el próximo 10 de noviembre y se forme Gobierno. "Entonces volveremos a tocar puertas", anuncia Barros. 

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