La CNMV endurecerá los controles internos de las empresas

  • El supervisor de la Bolsa ha creado un grupo de trabajo con todas las grandes auditoras para mejorar la supervisión interna de las compañías. Su espejo es la normativa estadounidense Sarbanes-Oxley.
Ruth Ugalde
Ruth Ugalde

Bautizado como el pequeño SOX, en referencia a la estadounidense normativa Sarbanes-Oxley, la CNMV ha creado un nuevo grupo de trabajo cuyo cometido es mejorar el control interno de las compañías. Formado por una selecta representación de expertos, destaca la presencia de las cuatro grandes auditoras -Deloitte, PricewaterhouseCoopers, KPMG y Ernst&Young-, conocidas en la jerga del sector como las Big Four.

Entre todas, tienen el reto reforzar la control interno de las empresas cotizas y, para conseguirlo, se están inspirando en la famosa ley norteamericana que surgió como respuesta al escándalo Enron, hace ocho años. Curiosamente, el descalabro de la energética estadounidense y la sucesión de escándalos empresariales que siguieron a esta quiebra pusieron en evidencia el funcionamiento y la independencia de las firmas de auditoría, hasta el punto de hacer desaparecer a la prestigiosa Arthur Andersen (engullida por Deloitte en España). Pero la catarsis vivida entonces puede ser de gran ayuda para mejorar ahora la situación en España.

De hecho, la CNMV llevaba tiempo barajando la posibilidad de introducir mejoras en los controles internos de las compañías y fue uno de los retos que se planteó para este ejercicio. No obstante, según ha podido confirmar lainformacion.com, el supervisor prevé llevar a cabo esta reforma en forma de recomendaciones y, por tanto, sus conclusiones, al menos en sus comienzos, no serán de obligatorio cumplimiento.

Las decisiones finales de este grupo podrían estar listas para el próximo ejercicio e irán acompañadas de un nuevo cuestionario para las compañías que quieran salir a Bolsa.

Responsabilidad directiva

La principal novedad que introdujo la Ley Sarbanes-Oxley en materia de control interno fue la obligación de elaborar un informe con este contenido y publicarlo al final del ejercicio. Además, se responsabilizó al equipo directivo de contar con una correcta estructura de supervisión, y por tanto, se le hizo responsable de cualquier posible futuro fraude.

Con el escándalo Enron se constató que uno de los talones de Aquiles de la compañía había sida la falta de control interno, lo que facilitó una espiral de movimientos de ingeniería financiera, dirigidos a engordar artificialmente los resultados de la compañía, que terminaron por convertir al grupo en un gigante con pies de barro. Hasta que cayó.

En España, además, la introducción de estas mejoras en materia de control de riesgos va a coincidir en el tiempo con la nueva Ley de Auditoría, que el Gobierno aprobó el pasado 23 de octubre, para adaptarse a las nuevas exigencias comunitarias. Entre sus principales novedades destaca la incorporación del concepto de responsabilidad plena del auditor del grupo sobre los estados financieros consolidados (en las grandes compañías, en ocasiones, la firma que certifica las cuentas de la matriz no es responsable de los estados de todas las filiales de la compañía) y concede al Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC) la competencia de controlar y garantizar la calidad de estas firmas, realizando inspecciones y revisiones periódicas de los auditores de cuentas.

Con estas dos novedades, las autoridades confían en tener un marco más transparente y con una cadena de responsabilidades más delimitada, con el objetivo de evitar nuevos escándalos y, sobre todo, estrechar el cerco al fraude empresarial.

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