"Tengo miedo de llevar el virus a mi casa"

La cuarentena imposible de los otros 'héroes' que mantienen España viva

La cuarentena imposible de los otros 'héroes' que mantienen España viva.
La cuarentena imposible de los otros 'héroes' que mantienen España viva.

"Hay mucha gente que seguimos trabajando para que el país, dentro de lo que cabe, no se paralice". Juan también, en cierto modo, se considera también un 'héroe', pero asegura que "no quiero aplausos ni reconocimiento, sólo hago mi trabajo... Pero tengo miedo a contagiarme y, sobre todo, llevar el virus a mi casa, a mi mujer y a mis dos hijas. Son muchas horas aquí, expuesto", dice resignado. 

Es domingo 22 de marzo. Son las 13.30 del mediodía. Juan barre las escaleras de la entrada al aparcamiento público subterráneo de la calle madrileña Alcalde Sáinz de Baranda. Él no puede hacer cuarentena ni 'teletrabajar'. Escoba y recogedor en ristre, mantiene limpia una ciudad que ha reducido su ritmo vital al mínimo por la pandemia del coronavirus. Cuando echa en los cubos de su carrito la basura que, pese a todo, seguimos generando, es cuando más impresiona su aspecto. Mono de trabajo de colores chillones, guantes, mascarilla... Incluso tiene cierto aire a esos médicos, enfermeras o celadores a los que la ciudadanía aplaude cada noche para agradecer su sacrificio en la primera línea de la 'guerra' contra el Covid-19. Al escuchar la comparación, ríe. "Somos sanitarios de la limpieza", dice con sorna. "Ellos (el personal sanitario) se lo merecen todo por lo que están haciendo", explica.

Juan asegura que lo único que pide es poder realizar su trabajo "lo más protegido posible" y "parece que los guantes y las mascarillas comienzan a escasear". "Evidentemente hay mucha menos gente en la calle y hay menos que limpiar. Las personas están siendo incluso más amables. Normalmente nos ignoran, pero las pocas con las que te cruzas ahora te saludan y hasta te dan los buenos días", dice. No es el único cambio: ahora que pasear al perro se ha convertido en la 'excusa nacional' para abandonar durante unos minutos el confinamiento, "casi no recogemos excrementos de perros. La gente parece estar mucho más concienciada. Eso que hemos ganado". Juan sigue con su tarea. Medita unos segundos y confiesa: "Este sábado estaba barriendo la calle y unas personas jóvenes empezaron a aplaudirme desde un balcón y a darme las gracias. Esas cosas reconfortan cuando tenemos que estar 'currando' en una situación tan difícil porque no te voy a decir cuál es el sueldo de un barrendero..."

No muy lejos de donde Juan se afana por mantener limpia la ciudad, en la calle Marqués de Lozoya, hay un quiosco de prensa, otra de las actividades consideradas 'esenciales' por la autoridades. La crisis del papel ha hecho que el número de kioscos en nuestro país se haya reducido drásticamente en los últimos años. Y los que quedan abiertos han tenido que reconvertirse ante el hundimiento de las ventas de periódicos y revistas hasta convertirse casi en tiendas de 'souvenirs'. El dueño del kiosko habla,  parapetado tras una mampara de plástico, desde el fondo de la mascarilla que protege su cara. "Yo me quedaría en casa, pero tenemos que seguir abiertos porque hay que ofrecer un servicio necesario para la ciudadanía", dice. No obstante, el virus también ha provocado un aumento de ventas: "Estoy vendiendo más prensa que en los últimos años. Las devoluciones han bajado un 25% y eso que los periódicos, algunos de ellos, han aumentado la tirada. La gente quiere estar informada. Esto no lo habíamos vivido nunca. Eso sí, me impresiona el silencio. Nadie habla", cuenta. 

Remedios Garrido, presidenta de la Agrupación Nacional de Vendedores de Publicaciones (ANVP), lanza el siguiente mensaje: "Los vendedores de prensa estamos haciendo un gran esfuerzo para que los trabajadores y trabajadoras de este país pueden seguir informándose. A nosotros también nos encantaría poder estar en casa porque tenemos miedo. Por ello doy las gracias a todos y a todas los vendedores y vendedoras por su gran sacrificio, por seguir teniendo su negocio abierto, aunque tengamos miedo como el resto de la población".

A no mucha distancia del quiosco -y del carro que maneja el operario de limpieza del Ayuntamiento de Madrid- hay un estanco. Roberto, su dueño, ha puesto una mampara de metacrilato para "protegerse". También lleva una mascarilla, "que nos hemos tenido que agenciar personalmente porque nadie nos la ha dado". Confiesa abiertamente que sigue trabajando "porque somos una concesión estatal y nos obligan a estar abiertos. Yo, la verdad, tengo miedo a contagiarme". El estanquero cuenta que "pasa menos gente y vendemos menos tabaco. Ya no se forman las colas que hubo el viernes y el sábado 13 y 14 de marzo, cuando empezaba el confinamiento". Y cuenta una anécdota: "Me piden muchos sellos, más que nunca". Será que el confinamiento y la pandemia ha propiciado que las personas que la están sufriendo recuperen viejas costumbres que parecían ya olvidadas, como leer la prensa de papel o escribir cartas. Al estanco de Roberto, por su cercanía con el Hospital Gregorio Marañón, acude mucho personal sanitario. "Están exhaustos y trabajando con una tensión terrible. Se lo merecen todo por lo que están haciendo".

Como ellos, millones de trabajadores siguen al pie del cañón, en sus puestos de trabajo, para asegurar el abastecimiento de productos básicos y que el país no se 'congele' aún más. Camioneros -"con nosotros en la carretera y pese a las dificultades, el abastecimiento está asegurado, que la gente no se preocupe", relata Pedro la tarde de este lunes desde la cabina de su camión, que hace el trayecto desde Almería a Mercamadrid, cargado de fruta-, barrenderos, personal del servicio doméstico, repartidores, cajeros, estanqueros, bomberos, agricultores, pescadores, ganaderos...  son algunos de los otros 'héroes' de esta situación excepcional que vive España.

Ellos también se quejan. Juan Verdugo Reche, camionero que realiza rutas internacionales, decía el 20 de marzo: "Hola españoles, mi nombre es Juan y os quiero contar algo. Soy transportista, más concretamente de transporte internacional. Me parece perfecto que se aplauda a los sanitarios, de hecho yo los adoro, pero ¿os habéis parado a pensar en cómo llegan las cosas a los hospitales? La respuesta es fácil, en camión. ¿Sabéis que el 80% de las patatas que se comen en España vienen de Francia? ¿Sabéis que los lácteos, yogures, quesos, etc, vienen casi en su totalidad de Francia? Necesitamos vuestra ayuda, aplaudid a los sanitarios, no dejéis de hacerlo. Nosotros que estamos en la carretera con nieve, frío, lluvias, noches interminables...  Y traemos todos esos productos para que no os falten ni a vosotros ni a los sanitarios ni a nadie, resulta que no tenemos dónde hacer nuestras necesidades, dónde asearnos, dónde tomar un café para combatir el sueño. No queremos que salgáis al balcón a aplaudirnos, queremos que nos ayudéis a que este mensaje llegue hasta el Gobierno  para afrontar una situación como ésta. Es tan fácil como que en las principales autovías de España, cada 200 km, se autorice a un restaurante a darnos servicio, comida, aseo y demás, con sus medidas de seguridad, sin aglomeraciones, camareros con protección, etcétera".

La Asociación de Jóvenes Agricultores de Murcia (ASAJA Murcia) explicaba este lunes en las redes sociales que "continúan las labores en el campo y en los almacenes para abastecer de alimentos a la población. Esta crisis demuestra que el sector agrario es un sector estratégico". ASAJA Salamanca, como están haciendo todas las organizaciones agrarias a lo largo de España, ofrece los tractores y maquinaria "de nuestros asociados para desinfectar las calles de los pueblos". Pero además de este ofrecimiento altruista, los ganaderos y agricultores siguen con su labor para que los supermercados y tiendas de España no estén desabastecidos y las despensas de los españoles continúen llenas. 

La cuarentena imposible de los otros 'héroes' que mantienen España viva.
La cuarentena imposible de los otros 'héroes' que mantienen España viva.

César es un ganadero de ovino y caprino de Zarzuela (Cuenca). Desde el monte, donde saca a pastar cada día a su rebaño, lanza este mensaje, que se confunde con el constante sonido de los cencerros que llevan al cuello sus animales: "No quiero pedir ningún aplauso a nadie. Sólo que las personas que están encerradas en casa sepan que la gente del sector primario seguimos aquí, en la popa de la embarcación, para que no falte de nada en casa".

Pero los productos que produce César en el campo tienen que tener un canal para llegar a nuestras casas. Yolanda, cajera de un supermercado en la Avenida de los Toreros de Madrid, se baja de un taxi a las 8.50 de la mañana de este lunes. "Me da miedo venir en transporte público... Por eso he  venido a trabajar en taxi", reconoce. "Cuando empezó todo esto hubo unos días de mucha aglomeración en el supermercado. Fue una locura y todavía no disponíamos de mascarillas, guantes... Ahora sí. Todo es más ordenado. Se respetan las distancias; las personas, en general, están siendo amables... Pero es inevitable tener miedo. Si alguien tose o estornuda dentro del establecimiento es como que te da un susto tremendo. Sé que tenemos que estar ahí porque la gente tiene que comer, asearse y necesita comprar, pero da  miedo".

Antes de entrar al 'súper' a comenzar su jornada laboral Yolanda añade: "Por cierto, el taxista no me ha querido cobrar la carrera y desde aquí le doy las gracias. Le he contado mi historia y no me ha querido cobrar. Muchas gracias a él y a todos los taxistas, que también están arrimando el hombro en estos momentos tan duros. La pena que me da es que no he podido ni darle dos besos ni darle siquiera la mano para agradecer lo que ha hecho por mí. A mitad de trayecto ha parado el taxímetro y lo ha puesto a cero". Y a Yolanda se le humedecen los ojos de la emoción y el agradecimiento. Son los otros 'héroes'. Los de la cuarentena imposible que mantienen a España con vida.

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