La economía siria comienza a despegar en su era post-petróleo

  • El Fondo Monetario Internacional señala que Siria aumentó su PIB en un cuatro por ciento a pesar de la crisis económica en 2009 y prevé más crecimiento para este año. Precisamente el sector bancario es uno de los que está despegando en el país. Sin embargo, los trabajadores del sector textil -de importante implantación aquí- y los funcionarios del sector público no se están beneficiando de estas mejoras en la era post-petróleo de Siria.
El presidente Al Asad se reúne en Damasco con el líder druso libanés Yumblat
El presidente Al Asad se reúne en Damasco con el líder druso libanés Yumblat
Sarah Birke | GlobalPost

(Damasco, Siria). Siria está experimentando una transición desde una economía de planificación centralizada hacia una "social de mercado" y las cosas van bastante bien. El Fondo Monetario Internacional (FMI) señala que el año pasado el crecimiento del Producto Interior Bruto fue sólido -de un 4 por ciento pese a la crisis financiera- y prevé un aumento para 2010.

La campaña para atraer inversión extranjera también comienza a dar sus frutos y el objetivo del Gobierno es de 130.000 millones de euros de aquí a 2015. Las empresas extranjeras tienen curiosidad y buscan oportunidades en un país que hasta hace sólo unos años era considerado un paria.

En Damasco, se nota por todas partes la nueva riqueza de la transición económica. Abundan las vallas publicitarias, las universidades privadas y los restaurantes. "Estamos avanzando eficazmente hacia una economía de mercado y ampliando el papel del sector privado en la actividad económica", afirma el economista sirio Nabil Sukkar, que antes trabajaba para el Banco Mundial. "El enfoque, por el momento, es abrir el sector financiero y los servicios: la banca, los seguros y la bolsa, y liberalizar el comercio exterior".

El principal factor que ha obligado a reformar la economía es la caída de los ingresos del petróleo. Cuando las reservas comenzaron a agotarse y cayó la facturación, volvió a surgir la necesidad de una reforma económica, impulsada por el Gobierno del presidente Bashir Al Asad, que llegó al poder en el año 2000. Si bien el país aún es víctima de las sanciones económicas de EEUU, el acercamiento de Siria a los países europeos y árabes le ha permitido aumentar sus vínculos económicos y la inversión.

Las reformas han aportado beneficios tanto en términos de crecimiento económico como de apertura política. Productos y servicios que antes no existían en el país, ahora están por todos lados y existen más oportunidades de negocio para la población. Pero no todos los sirios se benefician de la transición económica.

Muchos ciudadanos son víctimas de la brecha económica de la era socialista, que se ha intensificado con la liberalización. "Es una lucha constante para llegar a final de mes", explica Housam Kotob, empresario de clase media del sector textil. "Todo está más caro y como se han deteriorado tanto los servicios públicos, todos intentan ahorrar para usar los privados, como los colegios para los hijos".

Quienes trabajan en el sector público lo tienen peor. La profesora de una escuela pública se queja de que gana muy poco, que apenas le alcanza para "para sus pequeños gastos personales". Por eso trabaja como profesora de árabe para extranjeros por las tardes y gana mucho más. Muchos funcionarios tienen dos o incluso tres trabajos.

Una encuesta reciente entre profesionales de Oriente Medio confirma que el descontento es a gran escala. Según YouSiraj y Bayt.com, Siria ha sentido este año la enorme disparidad entre el aumento del coste de la vida y el aumento de los salarios. Los entrevistados declararon que el primero había crecido un 28 por ciento mientras que los salarios sólo lo hicieron en un 9 por ciento.

Los expertos sostienen que las diferencias son normalmente una consecuencia de la apertura económica. "Esta brecha es uno de los problemas de la liberalización económica y también se ha visto en países como Indonesia o Rusia", afirma Sukkar.Pero también hay factores que complican aún más las cosas.

La inflación ha aumentado y el crecimiento de la población ha incidido en el precio de la vivienda. Pero también ha influido la especulación inmobiliaria y la migración hacia las ciudades debido a la sequía en la parte nororiental del país. Sectores tradicionales como el textil también han sentido el frenazo, porque son incapaces de afrontar la competencia de importaciones baratas, principalmente de Turquía y China. La agricultura también pasa por un mal momento.

Por otra parte, las oportunidades de la nueva economía tampoco están abiertas a todo el mundo. Debido a que el énfasis está en los servicios profesionales, se necesitan personas cualificadas con nuevas destrezas para el trabajo. Además, crear una empresa no es fácil para el sirio de a pie.

El sector bancario es relativamente nuevo y poco arriesgado, por lo que es difícil obtener un crédito a menos que ya se tenga dinero. Los "enchufes" y la corrupción son dos problemas adicionales. Los economistas sostienen que la situación ha empeorado debido a la falta de "un colchón" como la Seguridad Social. Tampoco hay prestaciones para los parados y los subsidios no llegan a quienes los necesitan.

Las consecuencias no son sólo económicas. La situación ha repercutido con fuerza a nivel social. Antes la mayoría de los hombres podían comprar una vivienda antes de casarse. Ahora, con los precios por las nubes, cuesta más lograrlo. Aunque no hay datos estadísticos, se cree que esta coyuntura obliga a retrasar la edad para casarse.

Todo ello significa que a las reformas económicas aún les queda camino por recorrer. Se trata de evitar que las diferencias económicas se conviertan en una característica permanente de la sociedad. "Esta gente tiene que hacer algo o tendremos un gran problema", afirma Sukkar. "Se necesita apoyar la educación y el espíritu emprendedor, cambiar la mentalidad de los jóvenes de modo que no se quieran ir y poner en práctica redes de apoyo eficientes".

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