La era tecnológica trajo a Trump y el Brexit, ¿qué hacer para tomar el control?

  • El mercado, la ley de Moore, la globalización y el cambio climático han sido un choque de trenes que ha generado inseguridad y desigualdad.
Thomas L. Friedman
Thomas L. Friedman

Tres reseñas explican la relevancia de la nueva obra de Thomas L. Friedman, ganador de tres premios Pulitzer y columnista consagrado del NYT. "Uno de los diez libros que hay que leer este año", dice WSJ; "una guía para el siglo XXI", destaca FT. "La lectura para una generación a la que le van a pedir lo imposible", refleja Kirkus Review. Friedman habla con los cerebros más destacados del mundo de la empresa, la innovación y recorre las ciudades americanas afectadas por el choque de trenes provocado por el auge de la tecnología, la globalización y el cambio climático. Tres fuerzas que se han acelerado a la vez y para las que el mundo ha demostrado no estar preparado.

El título del libro es un mensaje: 'Gracias por llegar tarde' (editorial Deusto). "Un mensaje en contra de replegarse, de abandonarse al pánico para frenar, pensar, y entender lo que ocurre para interactuar y prepararse para hacerle frente", destaca el autor.

Todo explotó en 2007, un año clave en la nueva era, previo a la gran crisis que cambió el mundo. Apple reinventó el teléfono móvil, Hadoop desarrolla el big data, aparece twitter, facebook se expande, Google lanza Android, Nakamoto empieza a trabajar en su bitcoin, Amazon lanza Kindle, Airbnb nace en un apartamento de San Francisco, se empieza a construir Watson... ¿Casualidad?

El científico y cofundador de Intel, Gordon Moore, formuló hace ya medio siglo su famosa ley: el potencial de almacenar información de los microprocesadores se doblará cada dos años. Predijo el móvil, el ordenador, el big data y hasta los apple Watch. Un ejemplo para medir el efecto de esta ley que muchos desconocen (y no deberían). Si el Escarabajo de Volkswagen de 1971 hubiera mejorado a la misma velocidad que los microchips, hoy costaría tres céntimos. Cada innovación en el mundo, si triunfa, se convierte en algo planetario en menos de siete años. El ser humano no tiene tiempo a adaptarse: ira, frustración e inseguridad son las consecuencias. Ya no vale con estudiar y hacer bien un trabajo para progresar. Esos tiempos no volverán. Ni con el America first, de Trump. Por mucho que el presidente estadounidense cargue contra  el gigante tecnológico Amazon y le responsabilice del cierre de "muchos miles" de negocios minoristas y de no pagar impuestos. El valor de Amazon puede caer en bolsa, pero Trump podrá hacer poco por frenarlo.

El caso facebook ha desvelado que los datos digitales no estructurados son poder. Todo puede ser almacenado y el reto es encontrar patrones. Los datos son el nuevo petróleo, desvela Brian Krzanich, consejero delegado de Intel: "los que digitalicen, acumulen y almacenen datos personalizarán y profetizarán conductas. Los microchips y servidores son los nuevos pozos de petróleo. El que no los domine perecerá".  ¿Alguien piensa que puede ver 'Juego de Tronos' porque tiene un Iphone? No. Fue porque la empresa Qualcomm se adelantó a su tiempo e invirtió millones de dólares en hacer más eficiente la red inalámbrica y los teléfonos. Y ahora está en el 5G, la llegada de la supernova informática. ¿Quién ha apostado decididamente por lo digital? Singapur.

¿Se puede hacer algo ante esta revolución? Jan Hein Donner, maestro del ajedrez, fue explícito cuando le preguntaron cómo prepararía una partida contra Deep Blue: "Llevaría un martillo". Trump y el Brexit son ese martillo con el que se intenta frenar la era de la aceleración. Friedman deja claro que es misión imposible, aunque reconoce que hubo causas para su triunfo. "Entre 2001 y 2008, la clase media se siente cultural, económicamente insegura y socialmente a la deriva. Las redes de protección fallaron. El triunfo de Obama fue un grito de auxilio, pero falló. Y llegaron Trump y el Brexit".

Había datos para sentir el peligro. "La era de la aceleración trajo automatización, inmigración y competencia a un ritmo que no se pudo asimilar. La ingeniería financiera de las hipotecas fue un parche, como el crédito gracias a las tarjetas... y estalló", explica Friedman. En EEUU, en 1980 el 76% de la renta nacional iba a parar a los salarios. Hoy es menos del 60%. Entre 1993 y 2004, solo el 2% de los hogares vio descender sus ingresos; entre 2005 y 2014, lo notó el 81% de estos. Un espejo del mundo. Los ingresos medios están por debajo del 2000. El crack ha sido notable. La epidemia de comunidades fallidas no cesa, aumenta el consumo de drogas, se degrada la ética del trabajo, la confianza en la ciencia y los expertos cae, la incapacidad para formar familias y mantenerlas crece. ¿Hay remedio?

Friedman es... optimista. No cree en conspiraciones sino en un cambio radical que nos obliga a un cambio en nuestras vidas. En todos los sentidos. Y se agarra a una frase de Bill Clinton: "No hay nada malo en EEUU que no pueda curarse con lo bueno de EEUU". Europa se sostiene, Francia rechazó el populismo, los británicos se arrepienten del Brexit...Ha empezado, según Friedman, la reacción. Más de abajo arriba que en las cumbres de poder. 

"La confianza es la única droga real para mejorar el rendimiento", explica Friedman, que lanza una frase que él ya ha comprobado en localidades muy golpeadas de EEUU: "¡Es la comunidad, estúpido! Líderes locales, economía colaborativa (o rosquilla), entornos humanos que fomenten la formación y la competencia están surgiendo para hacer frente a la nueva realidad y sobrevivir. Los políticos aún se resisten, pero tendrán que decir la verdad, que "no solo con trabajar duro alcanzará para tener una vida digna".

Friedman ha visto ya resurgir los liderazgos locales "que promueven la adaptación, la formación constante, y la innovación".  En 2020, el 65% de los trabajos de la nueva economía requerirán educación superior y formación más allá de lo obtenida en los institutos. La gente debe saberlo para que la corriente no les lleve. Pero sin miedos. La automatización generará más empleos... para los que estén preparados. 

"Para triunfar será necesario un plan. Los empleos requerirán destrezas científicas y tecnológicas con capacidad para empatizar. El aislamiento no será una opción", señala Friedman, que cree que el contacto humano con humano para compartir experiencias será clave. "Cada uno debe ser la start up de sí mismo". Y no, la solución no son los martillos. 

lo que los políticos y la sociedad no supo ver

Los síntomas del cambio empezaron en los 70

Todo comenzó en la década de los 70 y se aceleró sin freno en la de 2000. El mundo cambió a tal velocidad que las instituciones no pudieron hacerle frente. No hubo conspiración, señala Friedman, aunque sí errores y falta de anticipación. 

Crisis del petróleo de 1973: Llega la desaceleración económica y la bajada de productividad.
Deng Xiaoping impulsa a los agricultores a cambiar de vida. Fabriquen cosas y expórtenlas. China quiere ser más capitalista que nadie.
Reagan y Thatcher apuestan por la desregularización.
Clinton apoya el Tratado de Libre Comercio y la globalización.  El efecto es que los trabajadores no cualificados empiezan  a lidiar con un flujo constante de inmigración. 
Atentado del 11S: Crece la sensación de inseguridad.
2001: China se une a la Organización Mundial de Comercio. Sus importacions impactan en 2,4 millones de empleos solo en EEUU. 
Los trabajadores de cualificación media tienen más competencia y lleva la revolución tecnológica. Un choque de trenes que impacta sin remedio en el empleo y los salarios. 
El aumento del crédito, las hipotecas para todos, los subsidios, intentan parar (sin lograrlo) la sangría. 
Llega el crack de 2008. 
Aumenta la sensación de abandono, inseguridad, la sensación de que los hijos vivirán peor que los padres.
Obama se ve como esperanza: no logra un cambio notable. 
El populismo, la xenofobia y el proteccionismo ganan enteros. El Brexit conmociona a la UE, y Trump vence sorprendiendo al mundo. 

  

Mostrar comentarios