Otorga prestigio a las empresas

La clave para evitar escándalos como el IRPH: un lenguaje claro en los contratos

  • Si es verdad eso de que "la información es poder" el lenguaje económico y jurídico tiene que mejorar para que los ciudadanos tengan ese poder.
La clave para evitar escándalos como el IRPH: un lenguaje claro en los contratos.
La clave para evitar escándalos como el IRPH: un lenguaje claro en los contratos.

La compañía de seguros DKV redactó hace años un código de transparencia para hacer sus contratos más claros. "No nos gusta la letra pequeña", declaran en su página web. Las pólizas están redactadas en un lenguaje "simple y ameno". Por si las dudas, en la página web tienen una sección titulada "Seguros para dummies" -es decir, "seguros para que todo el mundo lo entienda"-. Con ello se evitan demandas de los consumidores.

Hace unos días, el Tribunal de Justicia de la UE trató un asunto parecido que puede costar millones. Durante años, miles de clientes de bancos españoles firmaron hipotecas regidas por el índice IRPH (Índice de Referencia de Precios Hipotecarios). Hace unos años, esos clientes contemplaron que sus hipotecas eran más caras que las de los vecinos que tenían hipotecas con euríbor.

Los que tenían hipotecas con IRPH pusieron demandas ante los juzgados basados en una palabra: transparencia. Se fijaron en que la directiva de la UE de 1993 sobre "cláusulas abusivas" decía que se considerarán tales si el contrato no está escrito de forma "clara y transparente".

Dice el artículo 5 de las cláusulas abusivas de la UE: "En los casos de contratos en que todas las cláusulas propuestas al consumidor o algunas de ellas consten por escrito, estas cláusulas deberán estar redactadas siempre de forma clara y comprensible. En caso de duda sobre el sentido de una cláusula, prevalecerá la interpretación más favorable para el consumidor".

Ahora son los tribunales españoles quienes tienen que decidir si esas cláusulas eran claras y transparentes. Si deciden que los contratos estaban mal escritos (que no se entendían), entonces pueden obligar a los bancos a rectificar: supondría para las entidades devolver por lo menos 3.000 millones de euros a los consumidores que pidieron esos créditos hipotecarios.

Hay que reconocerlo: contar cómo se fabrican los donuts es fácil, pero explicar en un contrato cómo se forman los tipos de interés de las hipotecas es algo muy complejo.

Por eso, escribir claro es uno de los grandes desafíos cognitivos de abogados, directivas, empresarios, jueces, y hasta de los periodistas de información económica.

Si no se explica bien, el consumidor o el accionista de una empresa está como quien se enfrenta a un oso con un cuchillo de pelar patatas. En inferioridad de condiciones. Pero si está bien explicado, entonces la empresa o las personas que lo hacen se ganan el prestigio del público.

Es lo que sucede con la Carta al Accionista más famosa del planeta. La escribe todos los años Warren Buffett, presidente de la compañía inversora Berkshire, y el segundo hombre más rico del mundo. La Carta empieza ofreciendo cifras de resultados y rentabilidad, que es lo que interesa al accionista. Despúes, pasa a explicar la situación de los mercados las empresas y el país (EEUU), y aquí es donde sale a relucir su estilo claro, transparente y ameno. Usa un lenguaje coloquial, aunque no frívolo. Es siempre optimista. Pone ejemplos, valora a las personas y llega incluso a emplear metáforas para explicar operaciones del mundo de las finanzas. "Las adquisiciones [de empresas] son similares al matrimonio. Comienzan, por supuesto, con una boda alegre, pero luego la realidad tiende a diferir de las expectativas pre-nupciales. A veces, maravillosamente, la unión brinda dicha más allá de las esperanzas de cualquiera de las partes. En otros casos, la desilusión es rápida... Es fácil tener un ojo soñador durante la etapa del cortejo empresarial".

Las cartas de Buffet están tan bien redactadas que se recopilan en forma de libro... y dicho libro se ha convertido en un superventas. La revista 'Fortune' lo recomienda todos los años como un texto clave para cualquier persona del mundo de los negocios.

Hay pocos casos en el mundo de la empresa que sean un ejemplo de redacción clara y transparente. La mayor parte de las Cartas al Accionista del mundo son formales y aburridas. Por no hablar de muchos textos en portales de empresas que están totalmente deshumanizados. A las empresas les encanta hablar de "procesos y funciones", pero se olvidan de los "seres humanos". He aquí un texto deshumanizado sacado de una web: "En XXX contamos con un modelo diferencial para la externalización de procesos basado en una gestión flexible y global, combinando especialización sectorial y capacidad tecnológica".

Para redactar de forma clara y transparente, como pide la UE, no hace falta recurrir a analogías como Buffet o contar cuentos. Basta saber sintaxis y usar palabras sencillas.

El tamaño de las palabras tiene mucha importancia. Una cosa es decir "culpabilizar" y otra "culpar". La segunda es más corta y más comprensible. La tendencia del mundo de los negocios es a usar palabras largas, y oraciones largas, lo que el catedrático Aurelio Arteta llama "archisílabos". Es cuando leemos "concretización" en vez de "concretar", o "contabilizar" en ves de "contar". Algunos abogados que han escrito sobre el IRPH usan la palabra "abusividad". Es la tendencia de esa profesión a escribir palabras que terminen en "idad", o "ción", a pesar de que "abuso" es más claro y correcto.

Hace poco, el ministro de Justicia afirmó que la "democracia exige transparencia y claridad", así como "argumentos comprensibles y, por tanto, susceptibles de ser criticados".

El ministro lo dijo en unas jornadas tituladas "Modernización del Lenguaje Jurídico", en las cuales la presidenta de Red Eléctrica, Beatriz Corredor, añadió: "Los tecnicismos, el argot o las expresiones en latín, han levantado un muro de incomprensión entre la Justicia y la sociedad que entre todos debemos derrumbar".

La sintaxis del lenguaje jurídico es tan pedregosa que se ha hecho popular un blog de un jurista que despieza sin contemplación ese lenguaje (delajusticia.com de JR Chaves). Expone "el abuso de subordinadas con la coartada del ‘sin perjuicio’, del exceso de subjuntivos mezclados con participios, del abuso de partículas de enlace que solo contribuye al amontonamiento de argumentos (‘si bien’, ‘asimismo’, ‘por ende’, ‘item más’…), o las crípticas remisiones (‘referido’, ‘indicado’, ‘citado’, ‘apuntado’, etc)". Critica de las sentencias esa manía de olvidar lo útiles que son los "punto y seguido" para "dejar respirar al lector".

Si es verdad aquello de que "la información es poder" el lenguaje económico y jurídico tiene que mejorar para que los ciudadanos tengan ese poder. Esto no significa que las empresas o la Justicia pierdan poder: al contrario, ganan prestigio.

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