Los motivos 

Luz, gas, butano y gasolina: la energía cuestiona la recuperación económica 

Las causas y razones de las subidas son variadas, pero todas tienen un patrón común: serán continuadas en el tiempo. Han venido para quedarse. 

Bombilla factura luz factura eléctrica
La 'madre de todas las subidas': la energía cuestiona la recuperación. 
Pixabay

Gas, luz, gasolina, butano… como si de los cuatro elementos de la Naturaleza se tratara, las piezas claves del suministro de energía en España están experimentando una subida que pone en riesgo la prometida recuperación económica del país. Todos ellos forman parte de los suministros básicos que proveen a consumidores domésticos e industriales de la materia prima con la que poder poner en marcha un simple aire acondicionado o mover las turbinas de una central de cogeneración.

Por diferentes causas y motivos, los cuatro están alcanzando sus máximos históricos. Es el caso de la luz, que hoy mismo marcará su cénit con 106,57 euros por MWh, el máximo de la historia y en un momento en el que el consumidor doméstico necesita el aire acondicionado y la industria una energía lo más barata posible que le permita salir adelante en medio de la mayor recesión de la historia reciente.

Las causas y razones de las subidas son variadas, pero todas tienen un patrón común: serán continuadas en el tiempo. Han venido para quedarse.

Luz 

Desde que el pasado mes de junio el gobierno decidiera bajar al IVA al 10% muchas fueron las voces que cuestionaban el efecto de esta medida. Todo dependía de que el valor de la electricidad continuara aumentando en el mercado de fijación de precios, como así ha sido. Por mucho que Transición Ecológica se empeñe en disminuir la imposición directa, mientras que el mercado continúe su curva ascendente, es imposible que la luz pueda bajar para el consumidor final. Quizá ya sólo quede una alternativa que no gusta a nadie: la intervención directa sobre el precio, algo que traería más inconvenientes que ventajas.

Las causas del alza en los precios en el caso de la electricidad son diversas. Por un lado, el aumento de la demanda debido a la estación en la que nos encontramos y por otro los precios del CO2, que están provocando que nos encontremos ante un mercado persa en el que unos países compran a otros derechos para contaminar, encareciendo la factura final hasta unos niveles insoportables. La previsión en el mercado de futuros tiene mal pronóstico. En septiembre y octubre los precios bajaran mínimamente, para volver de nuevo a escalar en noviembre y diciembre, coincidiendo con el invierno y la consecuente subida de la energía necesaria para calentar los hogares de media Europa.

Gas 

En el caso del gas, el aumento de la demanda en los países asiáticos y la drástica reducción del suministro ruso que entra a Europa son los responsables de la situación. En el mercado ‘spot’ las subidas son superiores al 18%, situándose en los 35 euros por MWh. Tanto el gas que entra por España a través del gasoducto con Argelia, como el GNL suministrado a partir de gaseros están sometidos a la escasez rusa, así como a los altos precios que se pagan en el sureste asiático por el gaseoso elemento.

Mientras continúe esta tendencia, el gas seguirá siendo la última tecnología en fijar los precios de la electricidad y, como es sabido, esto implica que, si es cara, el resto de tecnologías recibirán ese precio (no sólo las nucleares e hidroeléctricas). A precios altos en el mercado precios disparados en las facturas. Es una regla que lleva persiguiendo desde hace dos generaciones al complejo mundo de la energía en España.

Gasolinas 

El precio del combustible sigue por las nubes. El litro de gasolina ‘cotiza’ a 1,420 euros el litro, acercándose peligrosamente al techo de los 1,528 que marcó en 2014. El alza se extiende a todos los productos, tanto a la Sin Plomo 95, como a la 98 o al Diésel, si bien en su caso la subida está aun lejos del máximo histórico de 1,645 euros el litro. La causa de la subida en los surtidores encuentra una explicación similar a las de la luz y el gas. Tras la drástica reducción de la demanda provocada por la pandemia en 2020, el aumento de los desplazamientos y la recuperación económica están detrás de estos incrementos.

Tras meses en los que el petróleo parecía regalado, debido al exceso de oferta y al excedente de combustible que se acumulaba en los tanques de reserva, la situación se ha equilibrado. Al aumentar la demanda, la oferta comienza a ser la justa para abastecer los mercados internacionales. Este factor, junto a la postura de la OPEP de acomodar los niveles de producción, está provocando la estabilización de los precios del petróleo en unos márgenes que hace apenas unos años eran impensables. Las expectativas de crecimiento del PIB mundial tampoco van a favorecer el abaratamiento, a medio plazo, del valor del combustible en gasolinera.

Se produce de esta manera una paradoja y es que cuanto más y mejores son las noticias de crecimiento económico mayor es la probabilidad de que el precio de la gasolina continúe disparado, al menos hasta septiembre u octubre.

Butano 

El último de los elementos en subirse a la lista de brutales subidas es la bombona de butano. Su valor se sitúa en los 15,37 euros, lo que supone situarse en máximos de hace seis años. Hay que remontarse a marzo de 2015 para encontrar un precio superior. Esta es la quinta subida consecutiva de la bombona de 12,5 kg, la más común y utilizada en aquellos lugares donde el gas canalizado no llega.

De nuevo las causas las encontramos lejos de nuestras fronteras. La materia prima y el precio del transporte son los culpables de su revalorización, unido a la actualización de los costes de comercialización que llevaban un año sin revisión. En términos porcentuales, desde septiembre de 2020 el precio de la bombona se ha encarecido más de un 25% y habrá que esperar a septiembre para ver si el Ministerio de Transición Ecológica vuelve a actualizar los precios.

Los vaticinios parecen estar claros. El precio de la materia prima continuará subiendo, por lo que habrá que poner todas las esperanzas en el coste del transporte y la apreciación euro - dólar, los otros dos factores determinantes en la fijación del precio de la bombona.

Un escenario de subidas continuadas 

Así las cosas, al menos se plantea un futuro cierto para la energía en España y es que tendremos unos precios elevados de aquí a final de año. Las buenas noticias de la recuperación económica en gran parte del mundo contrastan con la histórica dependencia española del precio de la energía.

Como en el pasado, las exportaciones están condicionadas por el precio del combustible. A menor valor, mayor es la competitividad exportadora española. Por su parte, en el interior, pese a que las perspectivas de crecimiento son buenas, éstas pueden verse frenadas por una disminución de la capacidad de ahorro e inversión en caso de que el consumidor continúe destinando más de un 10% de sus ingresos a pagar la factura energética. Es la temida pobreza o vulnerabilidad energética. Los cuatro elementos energéticos continuarán perteneciendo al caro universo de los que dependemos en gran medida del espacio exterior.

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