Un pepino, por sí solo, no hace una ensalada. Así que una crisis en torno a las exportaciones de esta hortaliza no sería realmente preocupante (en el sentido económico, ya que ayer falleció la víctima número 14) hasta que no alcanzara a otros productos básicos de la huerta española.
Si Alemania pasara de los controles aduaneros actuales a un bloqueo sobre tomates, pimientos o lechugas (como ya ha hecho Austria), el impacto sería ya de centenares de millones de euros, puesto que el país germano compra el 25% de las hortalizas frescas que España exporta y estos productos acaparan más de la mitad de las ventas.
Como en toda crisis alimentaria (vacas locas, gripe aviar...), la alarma se propaga más rápido que la información y el sector teme que lo que se pierda en imagen nunca se recupere del todo cuando se aclaren las responsabilidades.
Pero, ¿qué supone el pepino para la agricultura española? La Federación Española de Asociaciones de Productores y Exportadores calculó ayer unas pérdidas de 200 millones semanales por culpa de una crisis que aún no se ha desatado completamente.
La realidad de la estadística contradice esas cifras e indica que el impacto económico, al menos por el momento, es mucho más limitado.
Entre enero y marzo, España ha vendido al exterior pepinos por valor de 161 millones de euros, de los que 153 se han concentrado en la Unión Europea y 61 en Alemania (Austria sólo compró por valor de 2,5 millones).
En el conjunto de un ejercicio completo, las ventas anuales de pepino ascienden a unos 370 millones, un 10% del total de las exportaciones de hortalizas, según los datos recogidos en Estacom, la base de datos del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio.
Los 161 millones en este arranque del año son similares a los primeros trimestres de ejercicios anteriores, por lo que en sólo tres meses se vende algo de la mitad de la producción anual y justo ahora estamos en el momento crítico.
Por lo tanto, una eventual prohibición absoluta (cierre de fronteras para el pepino español) de aquí a final de año acarrearía pérdidas de 200 millones. Y eso suponiendo que no se venda al exterior otro pepino en lo que queda de año.
El peligro, por lo tanto, puede venir si la crisis contagia al resto del sector. El tomate y el pimiento exportan el triple y el doble que el pepino: 819 y 593 millones, respectivamente. Entre estos dos productos, el propio pepino y la lechuga, la suma de ingresos se va a los 2.500 millones de euros anuales. Cualquier incidencia sobre este volumen sí que se notaría en el país.
Producción concentrada
Todo esto, en un sentido macroeconómico y su posible impacto en las cuentas nacionales. El verdadero problema viene en la microeconomía, en los productores de pepino españoles. A falta de que se confirme la procedencia de la materia prima intoxicada (aún no está claro que seamos el foco), las sospechas recaen en Almería y Málaga.
Partiendo de datos del Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, el 92% de la producción de pepino procede de Andalucía y el 57%, de la provincia de Almería. Con lo que aquí sí que podría darse un efecto devastador sobre la producción almeriense, ya que domina el mercado del pepino en España.
El daño podría ser más grave aún habida cuenta de la evolución creciente que estaban experimentando las exportaciones españolas de hortalizas en los últimos años. Una duda como la que esta crisis está imponiendo al mercado podría traer más daños colaterales en concepto de imagen y alterar la normalidad durante varios años.
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