La robotización limitará el derecho de huelga y aumentará la brecha salarial

  • Los expertos no creen que la cuarta revolución industrial vaya a provocar un hundimiento de los empleos, sí un impacto social.
La próxima reforma laboral será provocada por la robotización
La próxima reforma laboral será provocada por la robotización

La próxima gran reforma laboral podría estar provocado por los robots. Su avance limitará el derecho de huelga, afectará a las jornadas laborales, y profundizará una brecha salarial basada en la competencia. No serán los únicos efectos de esta cuarta revolución industrial que no tiene marcha atrás y que ya lidera Asia. Habrá que legislar sobre la protección de datos, el derecho a la intimidad y el poder sindical en unas empresas más robotizadas, sin olvidar el debate sobre los efectos fiscales y las cotizaciones a la Seguridad Social. Adecco y Cuatrecasas (dentro de su proyecto Technos) han desgranado en su informe 'Robótica y su impacto en los Recursos Humanos' los retos a los que se enfrenta el universo de los recursos humanos y la legislación laboral. Son optimistas, pero alertan sobre el futuro y lo que queda por hacer.

Guillermo de Tena, director del Instituto de Cuatrecasas afirma sin dudas que "esta revolución afectaría al marco regulatorio laboral". Siete de cada diez empresas también lo cree. "El problema es que aún no se ha hecho casi nada al respecto. En EEUU ya se regula el coche autonómo, la inteligencia artificial en la Sanidad y el sector de bolsa, donde la AI ya ha entrado", asegura. 

Distribución de los robots
Distribución de los robots

La debilitación de ciertos derechos colectivos como la huelga (los robots no pararán de trabajar y las empresas podrán usarlos si el número que 'trabaja' es igual que antes de la huelga) pueden obligar a potenciar el arbitraje y mediación frente al poder de la calle, que perderá enteros porque la producción saldrá, reconocen los expertos. La facilidad de los robots para grabar imágenes y conversaciones en el trabajo deberá ser regulada para no chocar con el derecho a la intimidad, un tema ya candente.

La posibilidad de que un robot pueda convertirse en jefe y valore a los humanos a través de datos empíricos pone el foco en cómo preservar la protección de datos y la compatibilidad. No en vano, en sus conclusiones no tendrían cabida ni la empatía  ni el contexto, siempre necesaria para valorar al trabajador. Y no es una locura. Habrá jefes robot.

Otro reto que impulsará este cambio social será la necesidad por parte del empleado de recualificación constante (ahí debería haber con apoyo público) y una intensa política de outplacement (nichos de mercado, teletrabajo, trabajo autónomo, cooperación...) por parte de las empresas. ¿Tienen músculo para hacerlo las pymes, el 90% de nuestro tejido industrial? La respuesta es no. Se habla mucho de formación, pero se forma poco. Y los cursillos para parados no valen en esta nueva realidad. "Un curso de excel es perder el tiempo", reconoce Santiago Soler, secretario general de Adecco,  crítico con la formación para los empleados en este país.

Otra cuestión para nada baladí es la selección y preparación de los trabajadores para interaccionar con el robot. ¿Puede llevar a una discriminación para los trabajadores menos capaces tecnológicamente o más mayores? ¿Cómo afrontarán los jefes de RRHH la ansiedad de trabajar al ritmo de un robot y tenerle como compañero? Las empresas estarán obligadas a formar y recolocar, y los trabajadores a aceptar esa formación.

El impacto en el Estado de Bienestar también puede ser claro. Es de lo poco que han hablado los políticos. Los expertos no creen que sea rentable imponer un impuesto a los robots, "porque no compensaría el riesgo que supondría para la innovación". No solo eso. Ante rivales que trabajan sin descanso habrá que adecuar turnos y descansos. Los sindicatos deberán enfrentarse a la necesidad de reducir el número de trabajadores para poder estar representados sindicalmente y a luchar, cambiando su concepto, no por los puestos de trabajo ni los trabajadores, sino por la empleabilidad de los mismos, que no es lo mismo.

Salvador del Rey, presidente del Instituto Cuatrecasas es rotundo en el tema de los impuestos. "¿El que innova debe pagar? Debe haber colaboración público-privada porque es tan complejo el cambio que solo el Estado no podrá con él".

Los riesgos laborales, por el contrario, se limitarán pero "entrarán el liza los que conlleve trabajar en una empresa robotizada y el concepto jurídico del robot".

Como destaca Santiago Soler "aún queda tiempo para este cambio" aunque todo se transforma ya de forma rápida, pero como casi siempre, España va retrasada para subirse en el tren de la Cuarta Revolución industrial. La apuesta por el I+D+i en los últimos presupuestos sigue siendo escasa y la necesidad de inversión en un tejido industrial dominado por las pymes crea un problema. Sin ayudas y colaboración público-privada perderemos el tren.

"Falta una política de Estado y solo el 15% de los convenios de empresa regulan ya el impacto de las nuevas tecnologías, y eso es preocupante, más aún que ni siquiera haya un debate social sobre ello. Es vital que tenga visibilidad porque estamos ante todo un cambio cultural. Hablamos de una transformación en el tejido industrial vital para sectores como Sanidad, Turismo y Servicios. Estamos ante una oportunidad y no ante una patología. En los colegios ya se debería plantear el mundo que llega con una asignatura al respecto", señala Soler.

"Mal gestionado este cambio va a generar desigualdad porque aquí va a haber ganadores y perdedores, y la clase media va a recibir un impacto con la polarización en los puestos de trabajo, la brecha de la cualificación que también será salarial. Hay que combinar educación e innovación, reciclarse y anticiparse", destacan los expertos. No lo estamos haciendo. Nueve de cada diez empresas cree que los robots generarán empleo y 7 de cada diez no cree que haya que temer una gran destrucción de los mismos. Eso sí, nueve de cada diez reconoce que las plantillas no están preparadas para la integración. ¿Confían en los sindicatos? "Sería preocupante una resistencia sindical al cambio". Veremos.

Como desvela Marc Segura, director Global de Servi Robotics, la robotización ha avanzado en siete años lo mismo que en los últimos 40, aunque el 35% de los robots son hoy soldadores, el 35% manipuladores o cargadores. Hay que ser 'tecnooptimista', porque tampoco hay alternativa. Aún hay tiempo, aunque en España el único sector que está a la última es el del automóvil y no le va mal. No es cuestión de ponerle trabas legales al futuro. Asia está a la cabeza de la revolución, la mitad de los robots del mundo los tiene Corea del Sur y no van a parar. "No lo saben, pero el sector sanitario con la crisis demográfica en España tiene un gran problema. Y ahí la robotización puede ser vital. Mejor que la enfermera está con el paciente y no empujando carritos", sentencia Segura.

El cambio de mentalidad de empresas y trabajadores es imprescincible. Antonio Lasaga, director de RRHH de Airbus, cree que este sector se enfrenta a un reto histórico. "Ahora ya hay proyectos pilotos donde los operarios aprenden nociones de programación, se forman, hay que ayudar a reciclarse. ¿Dónde está la robótica en los planes de estudio? Ya llegamos tarde. La falta de perfiles de futuro es clara. Hay que diseñar trabajos para el futuro, ese impulso es vital", advierte.

Marc Segura reconoce que el cambio es profundo porque la gente quiere mejores trabajos, y la batalla por el salario mínimo solo acaba de empezar. "La eficiencia, la previsión y la competitividad van a ser exigencias en el empleo del futuro. En España hay más de 19 millones de ocupados y 35.000 robots". No hay que ser pesimistas, pero hay que trabajar mirando el futuro (y no la próxima legislatura). Ya.

Robot Global Expo 

Robots camareros, cuidadores y mayordomos

Robots camareros que sirven bebidas o que trabajan de mayordomos, humanoides para combatir el acoso escolar, robótica submarina y exoesqueletos para ayudar a caminar a personas con escasa movilidad son algunas tecnologías expuestas en la feria internacional Robot Global Expo que se ha celebrado en Madrid esta semana.

El sector de la robótica en su conjunto crece a un ritmo exponencial del 20% anual en el mundo. En esta feria se han expuesto humanoides con todo tipo de dotes sociales, que van desde los que se relacionan con niños para que les cuenten si se sienten acosados en el colegio, hasta los que ayudan a los médicos a telecontrolar el estado de los enfermos de alzhéimer sin salir de sus casas, y que además los acompañan y charlan con ellos.

Otro de los humanoides sociales invitados es el popular Pepper, conocido por su habilidad para interactuar con personas para asistencia en tiendas, hoteles, aeropuertos, como guía o recepcionista. Se muestra además un robot submarino de fabricación española destinado a la investigación, servicios de seguridad y rescate que está dotado de cámaras y que puede sumergirse hasta 300 metros de profundidad.

Los exoesqueletos han sido otra de las tecnologías estrella en la feria. Ekso Bionics presentó su avanzado exoesqueleto para ayudar a moverse a personas físicamente impedidas. El futuro se acerca.

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