Todas las medias verdades sobre primer empleo y ciertas mentiras estadísticas

  • El 76,3% de los universitarios tiene trabajo al terminar la carrera pero la tasa de ocupación del colectivo cae un 42% en la última década. 
Jóvenes, en un feria de empleo en Zaragoza.
Jóvenes, en un feria de empleo en Zaragoza.
EFE

Da risa acordarse del JASP, Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados, que volvió a utilizarse como mantra en los peores años de la crisis económica para indignación de muchos en desempleo. Da risa cuando los datos elegidos de aquella manera opacan realidades.

El primer empleo es un contrato sobre el que llueven las medias verdades. Randstad ha detectado esta semana que la tasa de ocupación de los trabajadores universitarios menores de 25 años con formación superior es la más elevada desde 2009, porque representan un 76,3%.

Dice la consultora que a mayor nivel educativo, mayor ocupación. Pero la agencia de contratación también nos cuenta que ocho de cada diez de esos trabajadores se desempeña en el sector servicios. Verde y con asas o blanco y en botella. Para elegir color. Y si Eurostat informa de que el 22% de los españoles entre 20 y 24 años ni estudia ni trabaja, es 'nini', el escenario adquiere un tono más oscuro.

Más del 30% de los españoles menores de 30 años está en paro y la mayoría de los que trabajan han desplazado a trabajadores de más edad en puestos mal remunerados y distintos de su formación, según denuncian los sindicatos. El resto, se vincula temporalmente a una empresa a través de un contrato en prácticas o de primer empleo, que el Estado prima con bonificaciones en las cuotas que las empresas pagan a la Seguridad Social.

Carlos Gutiérrez, secretario de Juventud en CC OO, desnuda los datos de la consultora, “que ofrecen una perspectiva muy limitada para conocer la realidad de empleo de los jóvenes de 18 a 25 años, un colectivo que sufre un tasa muy alta de temporalidad”. Menos del 30% disfruta de un contrato indefinido, según los datos trimestrales de la última Encuesta de Población Activa (EPA). “Buena parte de ellos”, agrega además, “son víctimas de una parcialidad involuntaria”, explica Gutiérrez. “Si pudieran, cobrarían por más horas”, matiza, “ya que el fraude en la contratación de los recién titulados es muy elevado: firman por cuatro pero en realidad trabajan 10 ó 12 horas”.

La recuperación llega con menos fuelle al empleo de los jóvenes. En la crisis, la ocupación de aquellos entre 25 y 29 años ha caído un 42% en la última década. El último trimestre de 2007, el INE contabilizaba casi tres millones de trabajadores (2.862.000) en esa franja de edad. Diez años después, superan por los pelos el millón y medio (1.645.000).

Dicen los informes sociológicos sobre los millennials que estos jovenes cambian de trabajo constantemente porque buscan un modelo que maximice la conciliación pero la movilidad tiene otras razones, muchas ajenas a su control, como la precariedad, la temporalidad o, simplemente, cumplir años o dejar de estar vinculado a un centro educativo con el que poder suscribir un convenio de prácticas.

España saca una nota excelente en ciertos indicadores, comenta con ironía Carlos Gutiérrez desde CC OO. “¿Cuántos trabajadores desembarcan en empleos para los que se han formado”, interroga. “Muy pocos en un modelo productivo que lo demanda es baja cualificación, una problemática que no recogen las estadísticas“, responde retórico.

Una de las múltiples facetas de la precariedad de la población joven es la sobrecualificación, que actualmente afecta al 47,7% de la población con estudios superiores y trabajo, según denuncia el último Observatorio de la emancipación del Consejo General de la Juventud.

Desde CC OO exigen perfilar las condiciones de contratación de los jóvenes en su primer empleo y elevar los estándares de las prácticas, tanto laborales como no laborales, eliminar la "trampa" del contrato indefinido de la reforma laboral y ampliar las inspecciones de Trabajo en los centros donde abundan los becarios para conocer cuáles son sus verdaderas funciones: si formativas o laborales.

Mejorar la calidad del empleo en España afecta a los jóvenes, “pero no solo”, precisa Carlos Gutiérrez en los estertores de una semana en que la CEOE ha pedido, entre otras cosas, realizar contratos de formación a los mayores de 45 años.

Becarios hasta el fin de sus días

Bastantes compañías obligan a los recién licenciados a matricularse en cualquier cursillo para alargar la beca, ahorrarse los costes de un contrato convencional pero blindarse legalmente. Ana María G., ingeniera química de 26 años, trabaja como becaria para una multinacional con sede en Barcelona. Cuando terminó sus estudios, la empresa le exigió hacer "cualquier curso" si quería mantener su puesto de trabajo. Como becaria, cobra 680 euros al mes. Como contratada recibiría, "al menos, el doble". 

Los jóvenes en prácticas o con su primer empleo cobran por debajo de los 700 euros, una mensualidad que la ministra de Empleo, Fátima Báñez, ha confiado en que superará los 1.000 euros al sumar la ayuda de 430 euros del sistema de Garantía Juvenil comprometida con la Unión Europea. Como contrafuerte, un último estudio de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza (EAPN) advierte que la baja cualificación y la brecha digital son las principales barreras de entrada al Sistema.

Solo el 19,4% de los menores de 30 está emancipado y el 37,6% se encuentra en riesgo de pobreza o de exclusión social, según datos también del último boletín del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España (CJE) correspondientes al primer semestre de 2017.

Desde UGT y ante este choque generacional, proponen potenciar el contrato de relevo que, según Eduardo Mangali, da excelentes resultados y garantiza a los jóvenes una estabilidad laboral mínima de tres o cuatro años. “El mecanismo consiste en hacer compartir unas tareas a un veterano a punto de jubilarse y a un joven en prácticas”, explica, “pero las políticas de envejecimiento activo que el actual Gobierno trajo con la reforma laboral de 2012 han matado el modelo”.

Jóvenes en riesgo de pobreza hoy, jubilados pobres mañana. La OCDE y otras organizaciones internacionales no se cansan de repetir que los nacidos a partir de los setenta vivirán mucho peor que sus padres. Los ingresos mejoran para los mayores pero no para los jóvenes, lo que provoca una transferencia generacional en el riesgo de pobreza. Solo los jóvenes de cuatro países de la OCDE (Noruega, Dinamarca, Finlandia y Grecia) tienen mayor riesgo de pobreza que los españoles.

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