Las tres reglas de oro para engordar al máximo los ahorros

  • Para llegar a la jubilación con el mayor ahorro posible, es recomendable empezar ahora a construir su colchón de futuro. Pero, para hacerlo con el mayor éxito posible, aquí tiene tres reglas de oro que ajustan su perfil inversor a cada etapa de la vida
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¿Sabe cual es la mejor fórmula de ahorro para su perfil y edad? Aquí tiene unas pautas básicas, diseñadas por la gestora Fidelity, que pueden ayudarle a tomar la decisión correcta.

1- Conozca los riesgos

Una cartera diversificada permite combinar una jugosa rentabilidad con un menor riesgo. Sin embargo, muchas veces se comete el error de mantener siempre la misma cartera, sin actualizarla a lo largo de la vida, lo que deja la puerta abierta a que el inversor pueda estar sobreexpuesto al riesgo (y a las pérdidas potenciales) a medida que pasa el tiempo. También puede ocurrir que el inversor sea demasiado cauteloso al comienzo y que esa cartera de bajo nivel de riesgo no consiga alcanzar su meta, ya que no materializaría todo el potencial que encierra invertir con un horizonte a largo plazo.

Analicemos el primero de estos posibles errores. Imagine un inversor joven con un horizonte de inversión a 30 años. Tal vez ha acumulado ya 20.000 euros en una cartera invertida al 100% en renta variable. Si los mercados caen un 20% al año siguiente -y la experiencia nos dice que es algo bastante posible- podría llegar a perder 4.000 euros. Sin embargo, todavía le quedan 29 años para recuperarse de esas pérdidas. Esto sólo le obligaría a incrementar ligeramente el objetivo de rentabilidad para retornar a la misma meta. Si ese 20% ocurre unos años antes de la jubilación y el inversor mantiene su capital en una cartera formada íntegramente por acciones, esa cartera habrá crecido considerablemente desde los 20.000 euros con los que empezó (tal vez hasta alcanzar varios cientos de miles de euros) y por lo tanto el inversor tendrá muy poco tiempo para intentar recuperar una cantidad muy superior a esos 4.000 euros.

2- Conozca las etapas de inversión

De acuerdo con la teoría de la inversión, los inversores pasan por varias fases en su vida, cada una de ellas con sus metas propias y preferencias en cuanto a las asignaciones de cartera. Estas fases se explican desde la perspectiva del ahorro a largo plazo para la jubilación, pero los mismos principios deberían aplicarse para cualquier plan de inversión a largo plazo con una fecha de vencimiento concreta (por ejemplo, para el momento en que los hijos comiencen la universidad).

a) La fase de acumulación

Los inversores con el horizonte de inversión más largo, por ejemplo personas en la veintena o la treintena, deberían mostrar la mayor predisposición a invertir en activos de más riesgo —como acciones— con el fin de elevar al máximo el crecimiento a largo plazo. No deberían dejarse disuadir por el riesgo, ya que si los mercados caen y pierden dinero, su horizonte de inversión es lo suficientemente lejano como para permitirles recuperarse de cualquier pérdida. Si son demasiado precavidos en esta fase, es improbable que satisfagan plenamente sus necesidades a largo plazo.

b) La fase de consolidación

En la madurez, los inversores deberían haber acumulado activos para cubrir sus grandes compromisos financieros, como la vivienda y los hijos. Deberían disponer de una

renta adicional para emplearla en oportunidades de incrementar su capital, pero, suelen tender a adoptar una postura más conservadora. Queda menos tiempo para alcanzar su meta de inversión -la fecha de jubilación- y, por lo tanto, menos tiempo para recuperarse de las pérdidas que pudiera acarrear un descenso de los mercados. Así, una mayor proporción de los activos (pero todavía no la mayoría) debería destinarse a productos que puedan proteger el capital, como los bonos y los monetarios.

c) La fase de reducción

Cuando una persona llega a los 60 o 70 años, probablemente está disfrutando o a punto de disfrutar un periodo de su vida en el que ya no trabaja y, por lo tanto, tiene que depender de la renta y el capital acumulado en las inversiones que realizó durante las etapas anteriores. Sin embargo, ahora que ha aumentado la esperanza de vida y la jubilación dura entre 20 y 30 años, los inversores deben ser conscientes de que no pueden ser demasiado reacios al riesgo, incluso en esa etapa. Efectivamente, el grueso de la inversión debería estar en activos de bajo riesgo, como los monetarios o los bonos, pero se debería seguir asignando capital a estrategias más arriesgadas, como las acciones, que pueden seguir acrecentando el capital necesario para generar renta durante un largo periodo de tiempo.

En definitiva, las carteras deberían tener una proporción decreciente de acciones (que se asocian con un mayor riesgo) y una proporción creciente de activos monetarios y bonos (menor riesgo) a medida que se va acercando la fecha objetivo del ahorro, como la jubilación. Con ello se busca limitar las pérdidas potenciales debidas a las fluctuaciones de los mercados a medida que se aproximada la fecha de vencimiento, pero al mismo tiempo se eleva al máximo el potencial de rentabilidad.

3- Sepa cómo hacerlo fácil

Del mismo modo que no ajustar su cartera periódicamente puede poner en peligro el valor de una inversión más adelante, gran parte del valor aportado a una cartera a lo largo de muchos años de inversiones exitosas puede sufrir un menoscabo si no se utiliza un método adecuado para gestionar la transición de una etapa a la siguiente. Existe una conocida regla denominada la regla del "100 menos la edad", por la cual el porcentaje invertido en acciones debería ser igual a 100 menos la edad de la persona. Así, una persona de 20 años debería tener 80% en acciones y 20% en bonos, mientras que alguien en la cincuentena debería tener acciones y bonos a partes iguales.Otra opción son los fondos de ciclo de vida, que reducen el perfil de riesgo del producto a medida que se acerca la fecha fijada (por ejemplo, la jubilación) reduciendo la exposición a las acciones.

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