Letonia, de modelo de desarrollo a ejemplo de crisis galopante

  • El país báltico sufre una de las recesiones más profundas de la UE después de haber experimentado un crecimiento vertiginoso. Su PIB ha caído un 19 por ciento en el segundo trimestre. Los profesores han visto como su salario se ha reducido a la mitad.
Kristina Rizga | GlobalPost para lainformacion.com
Kristina Rizga | GlobalPost para lainformacion.com

 Bauska (Letonia) — Más de 400 manifestantes bloquearon dos puentes la semana pasada para oponerse al cierre del único hospital en Bauska, una ciudad de unos 50.000 habitantes a una hora de la capital de Letonia, Riga.

"El hospital está aquí desde el siglo XIX. Ha sobrevivido a las dos guerras mundiales, a todos los cambios de régimen… No entiendo por qué tenemos que cerrarlo", aseguró el presidente del consejo municipal de Bauska, Vladis Veips, al periódico Diena.

Este es tan solo otro más de los dolorosos episodios por los que está atravesando Letonia a causa de la recesión, la segunda más profunda en la Europa de los 27 (la mayor la padece Lituania).

Letonia sufre de manera especial la tormenta financiera que azota Europa oriental y central: su PIB ha caído un 19 por ciento en el segundo trimestre de 2009 y el Fondo Monetario Internacional (FMI) predijo en abril que el país experimentará este año la peor depresión económica de todo el mundo. El gobierno letón ha asegurado préstamos de emergencia por unos 10.000 millones de dólares  (unos 7.000 millones de euros) del FMI y la UE.

No obstante, los paquetes de ayuda de emergencia están sujetos a fuertes recortes en los gastos gubernamentales. Mientras la mayor parte de los gobiernos del mundo están respondiendo a la crisis aumentando los déficits y estimulando las industrias locales, Riga se ve forzada a hacer recortes para salir de los apuros.

Recorte en gastos sociales

Las autoridades letonas ya recortaron gastos por valor de 1.000 millones de dólares (cerca de 700 millones de euros) en junio y se han comprometido a reducir la misma cantidad cada año hasta 2012. Las autoridades esperaron hasta el día después de las elecciones municipales de principios de junio para anunciar recortes del 10 por ciento en las pensiones y del 50 por ciento en los salarios de los profesores.

La toma de decisiones se retrasó por miedo a una reacción pública como la del 13 de enero, cuando más de 10.000 personas salieron a la calle para protestar por recortes en los gastos sociales. Lo que comenzó como una protesta pacífica se convirtió ese día en las peores revueltas populares en Letonia desde el colapso de al Unión Soviética, en 1991.

Desde enero se han celebrado en Letonia otras cuatro protestas masivas en contra de los profundos recortes del gobierno. Muchos letones creen que las medidas son arbitrarias, sin una visión clara ni un plan, y que están dirigidas de manera desproporcionada hacia las masas.  "No me parece que las clases altas están haciendo los mismos sacrificios que las que están abajo, a las que están exprimiendo", asegura Dagnija Komarovska, director de un centro de acogida de indigentes.

La Auditora General de Letonia, Inguna Sudraba, difundió la semana un informe preliminar en el que indica que los grandes aparatos de burocracia, que crecieron de manera vertiginosa en los años de bonanza, no han adoptado en su mayoría los recortes anunciados del 20 por ciento en los sueldos.

Muchos letones también se quejan de que las autoridades no están explicando sus tácticas o comunicando qué recortes han sido exigidos por el FMI o la UE, y qué decisiones están siendo adoptadas por iniciativa del gobierno.

El ayuntamiento de Bauska y sus habitantes han pedido a la ministra de Sanidad, Baiba Rozentale, que les explique en persona los motivos detrás de la decisión de cierre del hospital local.

Pero curiosamente, tras la manifestación de la semana pasada en Bauska, tanto el primer ministro Valdis Dombrovskis como el presidente Valdis Zatlers evitaron hacer cualquier tipo de comentario que exculpase a la ministra; todo lo contrario, le echaron la culpa directamente a ella. Dombrovskis calificó las manifestaciones de improductivas y más tarde el periódico local informó que el ayuntamiento había recibido un fax del gobierno en el que se comunicaba que se continuaría con la financiación del hospital, aunque ligeramente recortada.

Este tipo de acusaciones, de falta de comunicación abierta con los ciudadanos y de cambio de decisiones complejas en el último minuto añaden aún más ansiedad al caos derivado de un panorama ya de por si complejo.

Burbuja inmobiliaria

Las consecuencias de la crisis económica mundial se suman al estallido de la burbuja inmobiliaria de Letonia, la mayor de toda Europa. Todo comenzó en 2004, cuando tras nueve años de negociaciones el país entró formalmente en al UE junto a sus vecinos Lituania y Estonia. Mientras los mercados globales se calentaban y la competición por las oportunidades de inversión se intensificaba, los bancos escandinavos ofrecieron a Letonia créditos millonarios más baratos que nunca. Su crecimiento en un año fue el mayor de Europa.

Esta explosión económica tenía lugar en una nación en donde 15 años atrás, bajo el régimen soviético, nadie apenas tenía experiencia en banca, inversiones o créditos, y nadie poseía propiedades. En 2005 los letones podían comprar a crédito cualquier cosa que se imaginasen, desde una tetera hasta un Bentley o un apartamento de lujo.

El nuevo teniente de alcalde de Riga, el millonario Ainars Slesers, parlamentario durante los años de bonanza, ha acuñado una frase que captura la actitud del gobierno durante ese periodo: "gazi grida", o acelerar al máximo. Acelerar, pese a las señales de alerta que mostraba la inflación, multiplicada por tres entre 2006 y 2008, y el nivel de ahorro de los letones, los más bajos de toda la UE. Ahora, siguiendo con la simbología deportiva, la economía de Letonia es como un coche de carreras que se ha estrellado contra un muro de hormigón.

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