Denuncia UGT

La lista de enfermedades profesionales silencia los accidentes de las empleadas

La normativa actual data de 2006 y no tiene en cuenta las patologías derivadas de la exposición a riesgos psicosociales como estrés, violencia o acoso, que es mayor en los sectores con más presencia femenina.

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La lista de enfermedades profesionales silencia los accidentes de las empleadas.
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Poco después de conocerse los datos de siniestralidad laboral de 2022, un año en el que 826 trabajadores no regresaron a casa tras su jornada laboral, las patronales (CEOE y CEPYME), los sindicatos (CCOO y UGT), el Ministerio de Trabajo y Economía Social y las comunidades autónomas escenificaron la firma de la Estrategia Española de Seguridad y Salud en el Trabajo 2023-2027. Esta hoja de ruta engloba una serie de tareas pendientes en materia laboral que provocaron el anuncio por parte de la ministra Yolanda Díaz de la convocatoria de la mesa para actualizar la legislación sobre riesgos laborales. Esta negociación, con fecha de inicio por determinar, pondrá el foco en los riesgos psicosociales y su incidencia en la salud mental, a los que en términos generales están más expuestas las mujeres.

Los datos preliminares del año 2022 muestran una mayor incidencia de accidentes laborales entre los hombres, sin embargo, la secretaria de Salud Laboral y Medio Ambiente de UGT, Ana García, cree que esto se debe a una infradeclaración de los accidentes que afectan especialmente a ellas, según apunta en conversación con La Información. Los hombres también presentaron una mayor siniestralidad laboral, dado que tienen una mayor presencia en actividades tradicionalmente consideradas como peligrosas, como trabajo en altura o manejo de máquinas pesadas. Aunque la principal causa de muerte en el trabajo o de camino a este fueron los infartos o los derrames cerebrales, que pueden ser consecuencia de la exposición a riesgos psicosociales. 

El listado de enfermedades profesionales se recoge en la Ley 1299/2006 de 10 de noviembre y para UGT ha quedado totalmente desactualizado. García valora que se trata de una recopilación masculinizada y que además olvida las patologías derivadas de los riesgos no físicos que sí están concebidas por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) desde 2010. El hecho de que enfermedades como la ansiedad o la depresión, entre otras, no estén reconocidas como enfermedades laborales, dificultan que sean declaradas como tales en un juzgado. A menudo, son tratadas como accidentes de trabajo que deriva en una baja por enfermedad común, que tiene una prestación económica diferente a las de origen laboral. 

Aunque los riesgos psicosociales exceden a aquellos relacionados directamente con la salud mental, también se incluyen en esta categoría la exposición al ruido o los agentes biológicos, como fue el caso del Covid y el sector sanitario, donde las mujeres concentraron el 80% de los accidentes laborales por no contar con la consideración de enfermedad profesional. De acuerdo con la ley 31/1995 de Prevención de riesgos laborales -que el Ministerio busca ahora actualizar- es obligatorio evaluar los riesgos psicosociales y adoptar medidas en el seno de las empresas para reducirlos o eliminarlos, contando con la participación de las personas trabajadoras. Sin embargo, estos son los únicos riesgos que no cuentan con una normativa específica en España.

En cambio, sí se observa un especial peso de las mujeres en los accidentes in itinere, es decir, entre el lugar de trabajo y su residencia habitual. En 2021, las mujeres sufrieron el 54% de los accidentes de este tipo con más de 41.000 casos, a pesar de que la mortalidad fue de nuevo superior entre los hombres. Desde la Unión General de Trabajadores interpretan que estos datos son el resultado de la "doble presencia" femenina, que en muchos casos ejerce un trabajo fuera de casa y otro no remunerado dentro. Aunque también destacan que las mujeres ocupan el 73,4% de los trabajos a tiempo parcial, lo que implica que en algunos casos tengan más de uno y las prisas en los traslados les lleva a tener más accidentes. Precisamente, la mayoría de accidentes in itinere fueron accidentes de tráfico. 

Incluir la perspectiva de género en la prevención de riesgos

Por ello, UGT demanda que en la modificación de los listados y protocolos, que según lo previsto se abordará en la mesa de diálogo que convocara el Ministerio de Trabajo una vez haya cerrado el Estatuto del Becario, incluya la perspectiva de género en la regulación. "No se tienen en cuenta las diferencias de género en cuanto a la exposición a los riesgos, la prevención de estos y las diferentes consecuencias que tienen para la salud, esto repercute en una deficiente gestión de la prevención de riesgos laborales", apuntan en el informe 'Análisis de la perspectiva de género en la salud laboral', publicado en el mes de marzo.

La mayoría de accidentes con baja en jornada laboral de mujeres respondían al "contacto con sustancias peligrosas a través de la nariz, boca e inhalación" en 2021, por el impacto del Covid en el sector sanitario. Mientras que ellas también registran un mayor número de accidentes causados por trauma psíquico, un total de 269, como consecuencia de ocupar más puestos que implican un trato directo con clientes, pacientes alumnos o usuarios y, por tanto, estar más expuestas. Así, mientras que los hombres que tienen estos trabajos denuncian altos niveles de violencia física, las trabajadoras denuncian "altos índices de atención sexual no solicitada, comportamientos humillantes, acoso sexual y bullying", según recoge el sindicato. 

Esta exposición es mayor para aquellas trabajadoras del sector de la salud, la administración pública y defensa, algo que tiene "efectos inmediatos" sobre ellas, de acuerdo con el informe de UGT. La violencia y el acoso llevan a las trabajadoras a carecer de motivación, perder confianza, ver reducida su autoestima, sentir ira o irritabilidad, padecer depresión o ansiedad e incluso desarrollar trastornos musculo-esqueléticos. Una amalgama de problemas que conduce a enfermedades físicas, desórdenes reproductores, mentales, cardiovasculares y que eleva el riesgo de sufrir accidentes laborales. Es por ello que Ana García destaca la necesidad de abordar la prevención atendiendo a la realidad de las mujeres, más allá de atender a las situaciones específicas asociadas a la maternidad y la lactancia, que sí han sido recogidas. 

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