Atasco logístico y Brexit

El loco viaje de 10 meses de un bolígrafo Cross de Sanghai a Madrid, vía Londres

El caos en los puertos, la falta de camioneros o la salida del Reino Unido de la UE afectan a la cadena de suministro en nuestro país. Para colmo, el 'boli' nunca llegó a su destino.

Un bolígrafo Cross.
Un bolígrafo Cross.

"Probablemente no lo encuentres en todo Madrid. Lo hemos pedido en el mes de enero y todavía no nos lo han servido. Y nos han dicho que no hay fecha para que llegue el pedido". El responsable de 'Estilográficas Sacristán', un comercio de los de toda la vida fundado en 1915, en la calle Mayor de Madrid, respondía así a un cliente que el 13 de octubre se acercó hasta el establecimiento en busca de un recambio para su bolígrafo Cross Bailey Red.

La crisis de suministros que azota el mundo del comercio globalizado también afecta a uno de los mayores fabricantes de bolígrafos y plumas de alta gama del mundo y que, hasta la llegada de Donald Trump, era el suministrador oficial de la Casa Blanca. Hasta 2017, cuando el presidente estadounidense tenía que ratificar con su firma una nueva ley estatal, las estilográficas que utilizaba eran fabricadas por la casa Cross.

Los bolígrafos, piezas y recambios de la marca Cross, compañía norteamericana con sede en Richmmond, Rhode Island, llegan normalmente a España desde China, vía Londres. "La compañía es americana, con filial en Gran Bretaña, pero la fabricación, como en muchos casos, se hace en China, por lo que los suministros nos vienen de allí", nos cuenta Javier, detrás del mostrador de Sacristán.

"Hemos preguntado hasta en el Ministerio de Asuntos Exteriores y en la Cámara de Comercio para ver qué ocurre, por qué no nos llegan los pedidos y las respuestas son variadas. Pero por lo que nos han dicho se debe a una concatenación de factores: algún problema de aranceles de la empresa importadora, la pandemia, que en China fabrican ahora otras cosas en algunas fábricas por orden del gobierno, el atasco en los puertos chinos, la falta de contenedores marítimos, el colapso logístico, el atasco en el canal de Suez, el Brexit, que retrasa las mercancía varios días, cuando no semanas, en las aduanas británicas, la crisis de transportistas en el Reino Unido...".

Lo cierto es que sea como fuere el viaje Sanghai-Londres-Madrid de nuestro bolígrafo Cross, en medio de esta crisis de suministros, que antes tardaba "entre tres y cuatro semanas", ahora se hace eterno.

"Nosotros hicimos el pedido tras las Navidades porque ya entonces, hace 10 meses, había cierto desabastecimiento, pero nunca pensamos que tardaría tanto. Vamos, que todavía no ha llegado y ya digo, sin fecha". Aún así, el cliente de Sacristán tuvo suerte porque el dueño de la tienda encontró dos recambios 'Rollerball de tinta gel azul 8521', a un precio de seis euros cada uno, debajo de la caja vacía. "Mira, los dos últimos. Llévate ambos porque no sé cuando volveré a tenerlos". Y así, sin suministros, el negocio, "se resiente" porque esta marca "es de las más vendidas entre los bolígrafos y plumas de alta gama y claro, si no puedes venderlos, la recaudación se hace más pequeña", concluye el responsable de Sacristán.

El colapso logístico en los puertos de la 'fábrica' del mundo, China, y la crisis en la cadena de suministros está afectando a todo el planeta, aunque quizás se note con mayor virulencia en el Reino Unido debido al Brexit, y hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha recortado su previsión de crecimiento económico para la economía global, incluida España, achacando la misma, entre otros factores, a las interrupciones de la cadena de suministro en las economías más desarrolladas.

Estados Unidos, por ejemplo, ha recurrido a la fórmula 24/7, trabajar los siete días de la semana, 24 horas al día, para desatascar el nudo de la cadena logística. Aún así, en medio mundo suena la voz de alarma y ya se advierte que peligran las campañas de ventas más jugosas, como el Black Friday (el 26 de noviembre) y la Navidad. "Habrá cosas que la gente no podrá comprar", advertía estos días un portavoz de la Casa Blanca a Reuters.

En España, entre la crisis de los michochips, el caos en los puertos -la puntualidad en el transporte marítimo ha pasado del 80% en 2019 al 30% en la actualidad, con una demora media de 19 días-, el aumento del precio de los fletes, la falta de camioneros, el Brexit... Hay ya muchos sectores afectados. La industria del automóvil está casi parada, la de muebles igual, la de electrodomésticos, la tecnológica y la de los juguetes, como ya advirtió hace unos días la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ): "El PVC cuesta un 35% más que hace un año y los tubos de hierro que se usan para las bicicletas o los triciclos son un 30% más caros. Además, las empresas están pagando un 400% más que hace un año para poder traer desde el sudeste asiático hasta España un contenedor de los grandes (de unos 40 pies)".

Traducido en dinero contante y sonante, esto supone que, mientras que en el 2020 se pagaban unos 3.000 dólares para poder disponer de uno de estos contenedores, hoy en día el precio ha escalado a 15.000. "No vamos a estar como en el Reino Unido. Pero muchas empresas van a sufrir para que la mercancía del Black Friday y Navidad llegue a tiempo. Quien no haya embarcado ya en Asia corre riesgo de quedarse en el mar", explica Arturo Miguélez, agente de la naviera taiwanesa Evergreen para el norte de España.

Pero no son solo los bolígrafos Cross o los fabricantes de juguetes o automóviles los que sufren la crisis de suministros. La hostelería, el ocio nocturno, especialmente, que ha estado año y medio con el cierre echado por la pandemia, ve ahora como, por mor del Brexit y de la falta de transportistas en Gran Bretaña, prácticamente es imposible conseguir en España botellas de las marcas de bebidas espirituosas más demandadas -"ocho de cada diez combinados que servimos son de esas marcas"- como Seagram's, Beefeeter o Absolut vodka, que son ya una especie en peligro de extinción en las barras y en los almacenes de las distribuidoras. No hay stock de estas bebidas y comienzan a escasear de manera preocupante. "Hemos estado año y medio sin poder trabajar y ahora que podemos no tengo qué vender ni cómo poner una copa", remata un empresario del ocio nocturno de Madrid.

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