En juego su supervivencia

El SOS de los ganaderos: "Ya no salen las cuentas para criar al toro bravo"

La reducción de festejos y la propia estructura del sector taurino se ceba con los criadores, que tienen que vender sus productos muy por debajo del precio de coste.

SOS de los ganaderos
SOS de los ganaderos
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“Un toro es una máquina perfecta de gastar”, dice con frecuencia uno de los ganaderos de bravo más importantes de la actualidad, Ricardo Gallardo, propietario de la divisa de Fuente Ymbro. Así, el ganadero gaditano, con la fiesta azotada por la pandemia, reconoció que en 2020 mando casi la mitad de su ganadería al matadero. Unas 700 de casi 2.000 cabezas. “En estas circunstancias”, con la pandemia de la Covid-19, “la ganadería brava es algo totalmente antieconómico”, sentencia Gallardo. Y en ello coinciden Javier Núñez, propietario de la ganadería de La Palmosilla, y Antonio Bañuelos, presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia, principal asociación ganadera del país, y dueño del hierro de Bañuelos. “La crianza del toro bravo hoy en España es inviable desde el punto de vista económico”, aseveran ambos en conversación con La Información. Y es que fuentes del sector aseguran que los ganaderos españoles han perdido en estos casi dos años de pandemia entre 150 y 200 millones de euros.

El 95% de las ganaderías son deficitarias”, cuantifica Javier Núñez, quien avisa: “Buena parte de la supervivencia de la cabaña brava está en peligro y con ella se podría perder un patrimonio genético único en el mundo” y también la conservación de un hábitat medioambiental que solo existe en España, la dehesa, donde el toro bravo ocupa unas 500.000 hectáreas. El presidente de la UCTL es quizás menos pesimista, pero también alerta de la problemática que asola el campo bravo. “Ni el toro ni la Fiesta desaparecerán, pero habrá que amoldar la oferta a la demanda porque ahora hay una sobreoferta de toros. Cuando se acomoden una a la otra el precio del toro se equilibrará. Eso sí, habrá ganaderías que desaparezcan, otras que se reduzcan y otras que dejen de criar toros bravos y se pasen al ganado manso, de carne”.

Y es que los números, ese tabú del mundo del toro, donde nadie dice, toreros, ganaderos, empresarios... cuanto gana, asustan, sobre todo cuando hablamos del mundo ganadero. Los criadores están siendo desde hace años quienes más están soportando los problemas económicos de la tauromaquia y los únicos que se han ‘apretado el cinturón’ en el sector desde la crisis del 2008. Es curioso, pero en el sector taurino lo que menos se cuida son ‘los dineros’ del actor principal e imprescindible de este espectáculo: el toro.

Como anécdota, en este sentido, recordar que Juan Antonio Ruiz ‘Espartaco’, la máxima figura de entonces, se enorgullecía en 1990 tras matar una corrida de Juan Pedro Domecq en Bayona (Francia) de que “por primera vez he cobrado lo mismo que el ganadero por sus toros”. Diez millones de las antiguas pesetas, 60.000 euros de la actualidad. Treinta años después, los emolumentos de las figuras del toreo se han multiplicado por dos o por tres y “los ganaderos seguimos cobrando lo mismo”, dice Javier Núñez. “Yo empecé hace 29 años con mi ganadería”, explica Antonio Bañuelos, “y, sobre todo en plazas de segunda y tercera, me pagan ahora lo mismo que entonces por mis toros”.

Hay que tener en cuenta que criar un toro bravo, cuatro o cinco años, cuesta unos 5.000 euros y la cuenta ha aumentado este año cuando el pienso ha subido un 40%. “Cada camión de pienso que entra en una ganadería cuesta 2.500 euros más que el año pasado”, dice Bañuelos. Pues bien, hasta antes de la pandemia, una ganadería puntera podía cobrar una media de 70.000-80.000 euros en una plaza de primera categoría (en España hay nueve, Madrid, Sevilla, Valencia, Bilbao, Pamplona, Málaga, Córdoba, San Sebastián y Zaragoza y en muchas de ellas no se han celebrado festejos ni en 2020 ni en 2021) y unos 25.000 en una plaza de tercera. Y hablamos de ganaderías punteras.

Este año y el anterior, todos los estamentos taurinos han ajustado sus emolumentos. Las cuadrillas un 25%, se habla que los matadores más del 50%... Y los ganaderos apenas han recibido alrededor de 25.000-30.000 euros, entre 4.000 y 5.000 euros por aninal, por lidiar en plazas de primera y entre 6.000 y 9.000 euros por vender seis animales en la mayoría de plazas de segunda y de tercera. Como muestra, en los festejos de la Copa Chenel organizada por la Fundación del Toro de Lidia, presidida por Victorino Martín y celebrada en plazas de tercera durante este verano del 2021 en la Comunidad de Madrid, la organización garantizaba pagar 3.500 euros al ganadero por toro lidiado. Aún así por debajo del precio de coste, pero en estas circunstancias, un “alivio” para algunos criadores.

Con estos números y con la reducción de festejos a muchos ganaderos, a la mayoría, no les ha quedado más remedio que mandar al matadero, para carne, buena parte de sus reses. Así, ya en 2020 el número de cabezas de reses bravas que había en España, unas 200.000, se redujo en más del 10% y “este año, aunque todavía no tenemos la estadística final, el número será mayor”, aventuran desde la UCTL. Su presidente, Antonio Bañuelos, cuantifica en “unas 100”, hasta el año pasado había en España unas 1.000 ganaderías de reses bravas, las vacadas que habrán desaparecido desde el inicio de la pandemia.

Hay que tener en cuenta también que antes de la crisis sanitaria se celebraban en España unos 18.000 festejos taurinos de los que 800 eran mayores, corridas de toros, novillada y de rejones, y el resto populares. El número se redujo a únicamente 88 en 2020, todos mayores; mientras que en 2021 se han celebrado en nuestro país 560 festejos mayores y sólo unos pocos cientos de festejos populares, “que eran hasta ahora una buena tabla de salvación económica para los ganaderos”. Se le “parte a uno el alma y el bolsillo cuando ves partir de tu casa en un camión un toro que te ha costado cuatro años y 5.000 euros criar y por el que solo te darán 500 euros, si llega, en el matadero”.

Moisés Fraile, ganadero de la ganadería salmantina de El Pilar, aseguraba en un reciente reportaje en el portal Cultoro que “estos años de pandemia han sido ruinosos. Nadie dice lo que de verdad se ha perdido en una ganadería, pero los hierros con una camada media de 60 toros han perdido fácilmente 400.000 euros al año. En mi caso tiro hacia adelante ya no sólo por el tema familiar, sino porque veo que tengo la ganadería en un gran momento. “Es lo único que me hace seguir tirando hacia adelante”, concluye. Y su primo, José Juan Fraile, de la ganadería de El Puerto de San lorenzo, asiente: “No conozco a ningún ganadero que no haya reducido la camada”.

No muy lejos de Salamanca, en Boecillo, muy cerca de Valladolid capital, pasta la ganadería de Raso de Portillo, la más antigua de España, ya que sus orígenes datan del siglo XVI, y en manos de la familia Gamazo desde hace casi 150 años. Las 400 cabezas de ganado pastan en un paraje natural protegido por la Red Natura de la Unión Europa. Pero sus propietarios también se lamentan de la situación. "Lo hemos pasado fatal. Aguantamos el primer verano pero  pasas de vender todo a no vender nada y tienes que seguir cuidando y alimentando al ganado. Hemos estado sin lidiar nada desde el 1 de septiembre de 2019, hasta agosto de 2021”. Mauricio Gamazo reclama más ayudas de las administraciones y alza la voz porque que el Gobierno central y el Ministerio de Cultura “no incluyan a los toros en el bono cultural para jóvenes es simplemente una sinvergonzonería”.

Por su parte, Javier Núñez desde su finca de Tarifa (Cádiz) donde pastan sus animales de la Palmosilla, resume así la ‘tormenta perfecta’ que se ha cernido sobre la ganadería brava española: “La ganadería de bravo vive hoy una situación de tormenta perfecta: Covid+ Desplome de la Facturación+ subidas del 30% de los piensos + sequía extrema + disminución ayudas PAC + incremento de los costes seguridad social + luz + gasoil + abonos + gobierno antitaurino……. Y mientras el ‘sector’ a verlas venir… ¡Hay que reunirse de una vez y plantear soluciones de futuro para la Tauromaquia ya! ¡No podemos perder otro invierno más porque si no esto se muere!”.

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