Los griegos viven la crisis angustiados, pero no han perdido aún la esperanza

  • Enfadados por las promesas no cumplidas de sus políticos, los griegos sobreviven angustiados por el aumento de la pobreza y un futuro cada día más incierto, pero también intentan mantener viva la esperanza de que la pesadilla acabe un día.

Yannis Chryssoverghis

Atenas, 25 ago.- Enfadados por las promesas no cumplidas de sus políticos, los griegos sobreviven angustiados por el aumento de la pobreza y un futuro cada día más incierto, pero también intentan mantener viva la esperanza de que la pesadilla acabe un día.

La situación social no cesa de empeorar. El 25 % de la población está amenazada por la pobreza, según un informe del Banco de Grecia, y el aumento diario de los sin techo es obvio, aunque no haya datos fiables disponibles sobre su numero.

Desde hace mes y medio el equipo económico del primer ministro, Andonis Samarás, intenta conciliar las exigencias de los acreedores externos de Grecia con las promesas electorales de los partidos de la coalición de gobierno.

Las severas medidas de austeridad exigidas por la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI) amenazan con estrangular por completo una economía ya al borde de la bancarrota, razón por la que Samarás ha pedido más tiempo para cumplir con los compromisos de ahorro, ante el temor de que se resquebraje la cohesión interna.

El desempleo ha alcanzado el 23,1 %, y es alarmante entre los jóvenes. El 54,5 % de los ciudadanos activos menores de 24 años y el 31,6 % de los de entre 25 y 34 años están en el paro, según los datos de la Agencia Nacional de Estadísticas.

Desde marzo pasado, el número de desempleados y jubilados supera al de los ciudadanos que tienen trabajo.

"Casi todos los jóvenes de nuestra familia están en el paro", dijo a Efe Jarálabos, un funcionario jubilado de 61 años de edad.

"Dos de mis sobrinos, que trabajaban a la construcción, piensan emigrar a los países del Golfo Pérsico por unos años, hasta que las cosas mejoren", añadió.

"Los puestos de trabajo se hacen raros y los pocos existentes están muy mal pagados", comenta Sofía, de 23 años.

Ella tiene suerte. Trabaja como empleada de un supermercado a tiempo parcial, 20 horas por semana, por 360 euros mensuales brutos.

Entre las medidas de ahorro adoptadas en febrero para conseguir la luz verde al segundo rescate de Grecia, el salario mínimo ha sido reducido un 22 %, hasta los 585 euros mensuales brutos, y hasta los 500 euros para los jóvenes menores de 25.

"Hasta el final del año pasado, mi salario, con las horas extras nocturnas, se acercaba a los 1.000 euros mensuales", explica Jaris, un empleado de un aparcamiento, de 35 años y padre de un hijo.

"Pero el restaurante que estaba al lado del aparcamiento quebró. Así ya no trabajo por la noche y, para evitar los despidos, mi patrón ha reducido nuestros salarios. Ahora cobro apenas 600 euros mensuales", añade.

En general, los sueldos en el sector privado se han reducido en torno al 23 %, según un informe reciente del AlphaBank, mientras los salarios de los funcionarios bajaron una media del 37 %, aproximadamente la misma reducción que las pensiones de jubilación.

"Vivimos en un piso de 86 metros cuadrados. Estoy buscando para alquilar algo de entre 50 y 60 metros cuadrados, porque mi salario puede ser reducido aún más", dice Jaris.

"Queríamos comprar un piso y un coche. Abandonamos ambas ideas. Ahora compramos solo lo necesario y lo que necesita el niño", declara por su parte Penélope, de 32 años, funcionaria y madre de un bebé de 11 meses.

El consumo ha bajado drásticamente. La Confederación Nacional del Comercio prevé que el volumen de las ventas al por menor se contraiga este año un 53,4 % respecto al de 2011, lo que supondría una reducción de beneficios del 55 %.

"Cada día que pasa hay menos clientes y más impuestos y tasas", constata Dimitris, comerciante, de 50 años de edad.

Pero a pesar de todo los griegos no pierden la esperanza, aunque no esperan nada de los políticos.

"La situación debemos cambiarla nosotros. No debemos esperar nada de los políticos", dice Penélope, y cuenta, orgullosa, que ha sido reclutada para una función pública después de pasar un concurso y "no gracias a conexión política alguna".

"Cuando el Estado se dé cuenta de que no puede percibir más impuestos porque nadie puede pagar, la situación empezará a mejorar", confía Dimitris.

"Lo esencial es no perder nuestro optimismo. Tengo la esperanza de que, a mis 70 o 80 años, cuando esté jubilado, mi pensión me permitirá comprar un regalo a mis nietos", añade.

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