Los mercados se recuperan, dejando de lado temor sobre China

  • Las bolsas mundiales, en particular las europeas, cerraron este jueves con fuertes subidas, beneficiándose de un apoyo de los bancos centrales que ha permitido calmar el temor por la desaceleración china.

París, Fráncfort, Londres, Madrid y Milán ganaron entre el 3% y el 4% mientras Wall Street confirmaba el rebote registrado la víspera.

"El mercado trata de ver más claro sobre China y el impacto que puede tener en las acciones. Se da cuenta de que los temores sobre una desaceleración de la economía estadounidense y europea quizá fue exagerada", dice Pierre Martin, analista de Saxo Banque.

A esta relativización de las consecuencias de la desaceleración de la economía china se ha sumado el comportamiento de los bancos centrales.

Según los rumores, el banco central chino ha "intervenido directamente en los mercados lo que ha permitido a Shanghái recuperarse de las pérdidas y terminar con una subida del 5,3%", dijo Jasper Lawler, analista de CMC Markets.

Estas especulaciones se suman, según el analista, a los comentarios tranquilizadores de la Reserva Federal estadounidense (Fed) y el Banco Central Europeo (BCE). El economista de este último, Peter Praet, ha advertido que en caso necesario, el BCE hará más.

La publicación de los indicadores en Estados Unidos también ha tranquilizado sobre la fortaleza económica de la primera potencia. El crecimiento ha sido más alto de lo previsto en el segundo trimestre, 3,7%, según una estimación.

Los inversores también se han aferrado a las declaraciones que hizo el miércoles el presidente de la Reserva Federal de Nueva York, William Dudley que aseguró que parece "menos urgente" subir las tasas estadounidenses a partir de septiembre, tres semanas antes de la esperada reunión de la institución monetaria.

Y es que, según Dudley, "los acontecimientos internacionales", entre ellos la ralentización en China, podrían llevar a "una desaceleración del crecimiento mundial y la caída de la demanda" en la economía estadounidense.

Los inversores esperan desde hace tiempo que la Fed suba sus tipos de interés en cualquier momento y dada la coyuntura estadounidense, parecía que ese momento iba a producirse en septiembre.

Pero las declaraciones de Dudley han sonado como música celestial a los inversores que han reaccionado alborozados tras una semana de sobresaltos en los mercados bursátiles.

Shanghái, tras dejarse más del 16% en los tres primeros días de la semana, recuperó este jueves un 5,34%. Sídney, Seúl, Tokio y Hong Kong también cerraron en verde.

No obstante, los inversores siguen preocupados por la pérdida de fuelle de la segunda economía mundial, que representa el 13% del PIB, y los riesgos de contagio.

Pese a las sucesivas medidas de apoyo, los mediocres indicadores se suceden en China, que registró el pasado año un crecimiento del 7,4%, el más bajo en un cuarto de siglo, y el gobierno ha rebajado el objetivo de este año al 7%.

Tras décadas de crecimiento de dos dígitos, sostenido por las exportaciones y el gasto público masivo en infraestructuras, los motores chinos parecen agotados. La producción industrial se desacelera, se contrae el sector manufacturero, se hunden las exportaciones y el sector inmobiliario se desinfla.

Pero la mayoría de los analistas opina que las medidas adoptadas por el gigante asiático no bastarán para reanimar duraderamente la actividad, las inversiones y el consumo.

Los analistas estiman que el estallido de los mercados bursátiles chinos, que han perdido más del 40% desde junio tras subir más del 150% en un año, está desconectado de la economía real.

Pero más allá de los resultados de las bolsas, los analistas dudan sobre la capacidad de China de seguir jugando su papel de locomotora del crecimiento mundial.

Pekín trata de dar un giro hacia un modelo de menor crecimiento pero más duradero, basado más en el consumo interno. Para ello está incentivando los servicios y el sector privado y reorganizando sus empresas estatales más ineficaces, así como intentando subir de "gama" su producción industrial.

China es el primer importador de bienes y de muchas materias primas, por lo que cuando el gigante asiático estornuda, el resto del mundo se resfría, en particular los emergentes muy dependientes de las exportaciones de metales o de petróleo.

A ello se suma la reciente devaluación del yuan que podría contribuir a penalizar la demanda china, ya que se encarecerán las importaciones, aunque favorezca las exportaciones.

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