Los nuevos retos de la SEPA se centrarán en las tarjetas y en la innovación

  • El pasado 1 de febrero entró en vigor la Zona Única de Pagos en Euros (SEPA, por su siglas en inglés), un proyecto que eliminó las diferencias entre pagos nacionales y transfronterizos y que ahora afronta nuevos desafíos, centrados en el ámbito de las tarjetas bancarias y en promover la innovación.

Madrid, 6 jun.- El pasado 1 de febrero entró en vigor la Zona Única de Pagos en Euros (SEPA, por su siglas en inglés), un proyecto que eliminó las diferencias entre pagos nacionales y transfronterizos y que ahora afronta nuevos desafíos, centrados en el ámbito de las tarjetas bancarias y en promover la innovación.

De esta forma, la SEPA seguirá avanzando en los próximos años en la integración de la UE "con el fin de dinamizar más aún sus efectos positivos sobre el crecimiento económico", según un artículo de Sergio Gorjón y Ana Fernández, publicado en el número 26 de la Revista de Estabilidad Financiera del Banco de España.

Estos dos expertos señalan que ciertos sectores, como los del pago con tarjeta, por internet o mediante el teléfono móvil, siguen sin operar de manera óptima, por lo que los esfuerzos regulatorios futuros deberían estar centrados en esos ámbitos.

Respecto a las tarjetas financieras, los autores consideran "imprescindible" abordar un proceso de homogeneización, que permita abrir el mercado a nuevos operadores procedentes del exterior y que estos discriminen precios, ya que no será necesario seguir aplicando las tasas de intercambio vigentes en el país de origen.

Otras medidas que podrían implantarse en unos años incluyen la posibilidad de simultanear varias marcas competidoras en una misma tarjeta si el titular lo solicita, así como la nulidad de aquellas cláusulas contractuales que obliguen al cliente a aceptar todas las tarjetas de un mismo operador.

Por otro lado, los dos expertos atribuyen el escaso nivel de penetración del comercio electrónico en Europa a las pocas alternativas de pago que están adaptadas de forma específica al nuevo entorno.

Para avanzar en ello, sostienen que se deben mejorar la comodidad y la seguridad de estos medios de pago, protegiendo los datos sensibles y la confidencialidad de las comunicaciones; garantizar que se puedan utilizar en las transacciones transfronterizas, y progresar en la transparencia de su política tarifaria.

En cuanto a las operaciones por móvil, se trata de un sector que está experimentando una rápida expansión gracias a la proliferación de los dispositivos inteligentes y la "imparable" demanda de nuevas aplicaciones de pago, añaden.

En ese sentido, los autores defienden que es necesaria una "normalización técnica adecuada", para articular una oferta estandarizada en todo el mundo que permita operar entre los diferentes proveedores y servicios, lo que contribuirá a expandir esta forma de pago.

Los expertos concluyen que, si bien la banca tradicional seguirá teniendo un papel "muy relevante" a la hora de trasladar las necesidades que se vayan identificando, para lograr el éxito también deberán contribuir a ello otros grupos de agentes, como los fabricantes, las administraciones públicas y las empresas.

Además, insisten en que es imprescindible el compromiso de los propios usuarios, ya que "nunca antes se les había dado la oportunidad de participar tan activamente en el diseño de los instrumentos de pago que vayan a utilizar".

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